En septiembre se cumplieron cinco años desde que la charrería fuera considerada como Patrimonio Cultural Intangible en el Estado de México, previo a que la Unesco la declarara de la misma forma, pero para toda la humanidad.
En esa época, 17 entidades del país ya tenían su propia declaratoria: Querétaro, Guanajuato, Tabasco, Jalisco, Nayarit, Coahuila, Hidalgo, Chiapas, Zacatecas, Aguascalientes, Colima, San Luis Potosí, Tlaxcala, Michoacán, Puebla, Guanajuato y Yucatán.
Desde entonces se ha hecho todo lo posible por mantener vivo el arte de la charrería en suelo mexiquense, pero le falta difusión y permear en más sectores de la sociedad para que este deporte nacional no sea confundido con el mariachi ni se considere como maltrato animal.
Pese a todo, esta es una de las actividades más coloridas de México, símbolo de alegría y fiesta, donde el jinete hace gala de su destreza, del manejo de la reata y dominio del caballo, animal que se ha convertido en pieza fundamental, como parte de las escaramuzas; símbolo de fuerza, delicadeza, belleza y porte.
Luego que los españoles prohibieron a los indígenas montar a caballo bajo pena de muerte, el mexicano se impuso y demostró su supremacía en todo el mundo, por lo cual la actividad sigue viva en las 32 entidades del país y en 14 estados de la Unión Americana.
Un poco de su historia
En septiembre de 2016 entró en vigor el acuerdo de la 59 Legislatura local, donde se declara al deporte de la charrería como Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado de México y al día 14 de septiembre como Día del Charro Mexiquense.
Además se declaró como interés público e interés social el respeto, fomento, conservación, promoción, patrocinio y salvaguarda del deporte de la charrería, en tanto constituyen el Patrimonio Cultural Inmaterial del Estado de México.
En ese acuerdo se señaló que “el Ejecutivo del Estado, por conducto de la Secretaría de Cultura y Deporte, deberá adoptar las medidas que garanticen la viabilidad del Patrimonio, que incluyan filiación, archivo, investigación, protección, impulso, conservación y transmisión de este patrimonio en sus distintos aspectos; y en coordinación con las organizaciones de la sociedad civil realizará lo necesario para promocionarlo y preservarlo, conforme a la disponibilidad presupuestal correspondiente”.
Desde ese entonces, se hizo hincapié en que México es un país de gran diversidad cultural, por su historia, gastronomía, actividades, artes, ritos, danzas y costumbres que se fundieron con la influencia española y dieron como resultado una nación con rostro único, admirada, reconocida y respetada en el mundo.
El objetivo de esta declaratoria es salvaguardar, respetar y sensibilizar a todos de la relevancia del patrimonio cultural inmaterial, sobre todo con la charrería que se desarrolló y evolucionó durante varios siglos en torno a la economía de las haciendas ganaderas y luego, en el siglo XX, en las faenas campiranas, ligadas al manejo de los animales, para domarlos, arrearlos y controlarlos sin lastimar su integridad física.
La charrería se acuñó a través de los siglos, aunque los españoles prohibieron a los mestizos montar caballos, poco a poco la destreza de los indígenas en el manejo de los caballos, su inigualable habilidad y necesidad de trabajo los hizo dominar este arte; con ellos ganaron la Guerra de Independencia, hicieron frente a las intervenciones francesa y norteamericana, además de consolidar la Revolución Mexicana.
Hoy la charrería es una mezcla entre la equitación con actividades ecuestres, jaripeos y otras tradiciones ganaderas, un deporte que se transforma en fiesta, cultura, arte y tradición que se ha convertido en un estilo de vida único para mucha gente identificada con su raza, raíces, historia y costumbres, refiere la exposición de motivos que presentó el diputado Rafael Osornio para lograr esta declaratoria.
En ese año, la charrería como deporte federado contaba con más de 20 mil charros, mil 45 equipos y 500 escaramuzas unidos al trabajo de caballerangos, sastres, artesanos, talabarteros, galopeadores y arreadores, entre otros que conforman todo el mundo charro.
“La charrería es el deporte nacional que crea en nuestros hijos un estilo de vida que les forma el carácter; les exige entrega, responsabilidad, respeto a los animales, disciplina; además de que modela su personalidad y les otorga una sólida identidad como mexicanos”, señaló en esa ocasión el legislador priista.
Reconocimiento mundial
La Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y Socios de la Asociación Nacional de Charros, iniciaron gestiones en marzo de 2011 para que este deporte fuera reconocido a nivel internacional. El proceso tardó cinco años, pero logró ser la octava manifestación cultural en México que requiere esta distinción y una votación unánime.
Para esta declaratoria contaron con el Plan de Salvaguardia, que incluyó medidas como la creación de un Conservatorio de Charrería. Se reconoció que este deporte genera casi 2 mil eventos anuales con alrededor de mil asociaciones charras existentes, así como 184 que están distribuidas en Estados Unidos, refiere el Gobierno de México.
El arte de la charrería incluye al charro con sus diversos uniformes, la silla de montar, las espuelas, el caballo, todo ello inscrito desde 2016 como patrimonio inmaterial de la humanidad.
La vida charra
Sergio Manuel Ortiz Sánchez, de la Unión de Asociaciones de Charros del Estado de México, señala que la actividad está presente casi en toda la entidad con 83 equipos reconocidos por la federación charra; los únicos municipios donde no hay actividades de este tipo son Tejupilco, Luvianos, Amatepec, Tlatlaya y otros municipios de la región sur de la entidad.
En los equipos están todas las categorías, desde dientes de leche, las infantiles, las juveniles, la libre y charros mayores porque esta actividad es un estilo de vida que inicia desde los primeros años y dura toda la vida.
Por ello, cuentan con una escuela de charrería para formar a los niños, a los jóvenes; y cada fin de semana en todos los rincones del Estado de México tienen actividades, aunque mucha gente no conoce ni sabe mucho de la charrería y sólo se acuerda en las fiestas patrias, pero todo el años los lienzos charros se visten de colores.
“Ese es el reto más importante, la promoción, que la gente que no conoce el tema se acerque a vivir la charrería, a conocer y vivir la experiencia de una charreada. Nosotros mientras tanto seguimos manteniendo viva la tradición del charro y toda nuestra historia”, subrayó.
Ser charro no es sencillo, se requiere de disciplina, de constancia, perseverancia, amor a México; saber su historia, cultura; ser gente comprometida, porque no es un hobby, ni un “gustito”, es una vocación, un estilo de vida en la que se tienen compromisos y responsabilidades.
Además, es un deporte caro, desde la preparación hasta la ropa, confeccionada por sastres especiales, personas dedicadas a la elaboración de sombreros específicos para el hombre y la mujer, entre otros implementos para cumplir con la vestimenta de faena, de media gala y gran gala, de acuerdo al tipo de evento, y lo mismo pasa con la mujer que desde 1953 se ha comprometido con la escaramuza y sus 12 movimientos.
Para el espectador no es costoso, porque la entrada es gratis, solo cuando se trata de torneos especiales el costo va de 50 a 100 pesos, según el nivel del evento que se desarrolla, en los que no maltratan al ganado, sino al contrario, la suerte charra es la manera de amansar a los animales, representa el trabajo de las haciendas, donde el objetivo principal es el cuidado animal, señaló.
“Nunca vamos a dejar caer esta actividad, es nuestra forma de vida, de mucha disciplina, de mucho trabajo y no nos podemos dar el gusto de aflojar el paso, como dicen por ahí, ser charritos de banqueta, trabajamos todo el año para mantener vigente nuestro legado para la humanidad”.
“Cabalgatas”
En la entidad no sólo la charrería es considerada como Patrimonio Cultural Inmaterial, sino también “las cabalgatas”, el desfile de jinetes, carrozas, bandas de música y danzantes que se organizan como festejo popular y favorecen la participación de los ciudadanos en el mejoramiento del tejido social, con una convivencia sana con cauces sociales relevantes y en la mayoría de las ocasiones con importantes beneficios, que contribuyen a mejorar las condiciones de la población.
El diputado federal José Antonio García García señala que los municipios más representativos de esta actividad son: Isidro Fabela, Jilotzingo y Huixquilucan, en donde los jinetes y la población conviven en espacios naturales saludables y promueven e impulsan la cultura y diversos apoyos sociales.
“Las cabalgatas son de gran tradición y representación histórica, cultural y artística para el Estado, sobre todo en las fiestas tradicionales, patronales o conmemorativas en diferentes comunidades, por lo que son consideradas ya patrimonio cultural inmaterial, desde agosto de este año”, por la 60 Legislatura del Estado de México.
MMCF