Cuevas, cultura y gastronomía se conjugan en Teotihuacan

La presencia de la herencia prehispánica en la tierra donde los “hombres se hacen dioses”, encierra un misticismo ancestral.

Decenas de cuevas que se han formado desde hace más de 2 mil 500 años. (Especial)
Alejandra Gudiño
Teotihuacan /

En mixiote, coctel, sopa, omelet o pico de gallo, pueden comerse unos ricos caracoles que, sazonados con epazote o con el sabor agridulce del xoconostle, una salsa y unas tortillas de nopal y nixtamal hechas a mano, son una verdadera delicia, además de los nutrientes que aportan al cuerpo humano.

El platillo de caracoles en sus distintas presentaciones puede encontrarse en los mercados ancestrales de Teotihuacan y Otumba, así como en restaurantes ubicados a lo largo de la carretera federal México-Tulancingo-Veracruz, y dentro de la zona arqueológica.

Para los visitantes nacionales y extranjeros, el costo de este manjar es muy accesible ya que el mixiote de caracoles puede ofrecerse desde 80 a 120 pesos, mientras que la sopa puede adquirirse en las cocinas de comida típica tradicional de 50 a 60 pesos.

Para las familias originarias de esta región del Estado de México, el consumo de caracol en sus diversas presentaciones es muy común, y por ello acuden en familia a recolectarlos, pues para los agricultores de nopal, tuna y xoconostle, son una plaga.

La preparación de este molusco es sencilla, ya que primero se hierven para cocerlos y después se limpian quitándoles su concha; son muy nutritivos pues se alimentan de la planta del maguey, ya que viven debajo de estos, así como del nopal y de hojitas verdes, además de que no contienen grasas saturadas.

Se debe destacar su alto contenido en proteínas, que es idóneo para deportistas, ya que permite el desarrollo de los músculos y la regeneración de los tejidos.

Sin embargo, es importante poner énfasis en su manipulación y en su cocción, pues los caracoles de tierra deben estar bien cocidos para evitar cualquier problema de salud.

Hay personas que emplean la baba del caracol para colocarse mascarillas en la cara, pues también tiene nutrientes para mejorar la producción de colágeno en la piel, es decir que rejuvenece.

Juan Carlos Aguirre Rodríguez, integrante de la Comisión para el Desarrollo Turístico del Valle de Teotihuacan (Covate), destacó que para la Cultura Teotihuacana este molusco fue muy importante, pues lo dejaron plasmado en los murales que pueden observarse en los museos de sitio que existen en las zonas aledañas a la ZAT.

Indicó que de los 140 empresarios de la rama gastronómica de la región, 80 por ciento de ellos cuenta con la preparación de este platillo que, para los antepasados prehispánicos, era un manjar, por la delicia que significa combinarlos con el xoconostle, epazote y un poquito de picante.

Bajo tierra, el atractivo

También, decenas de cuevas que se han formado desde hace más de dos mil 500 años en Teotihuacan, son otro de los atractivos para los turistas que van en busca de conocer algo más que la zona arqueológica, por lo que los propietarios de estos terrenos han aprovechado el misterio que estos lugares encierran para acondicionar restaurantes, y realizar recorridos.

La cercanía con el volcán denominado Cerro Gordo, que hoy es parte de una reserva natural del Estado de México, seguramente hizo que se formaran estos pasadizos, que ni los habitantes de esta región se han atrevido a explorar, pues hay algunos que parecen no tener fin.

La presencia de la cultura prehispánica de los teotihuacanos en esta región, en la tierra “donde los hombres se convierten en Dioses”, encierra el misticismo y el enigma de los antepasados que con los murales que pintaron en sus templos y casas, retrataron sus costumbres, sus ideas y sus creencias.

Daniel Esquivel, guía de turistas, explica que otro factor que pudo contribuir a la formación de estas cuevas es la erosión de la tierra, por la gran cantidad de agua que había en Teotihuacan, pues podían verse a flor de tierra los manantiales del preciado líquido en todas las poblaciones que hoy forman parte de este municipio.

Hay por lo menos cuatro lugares que se han acondicionado para ofrecer de forma segura recorridos a los visitantes, pues los dueños han tenido la precaución de sellar los túneles que son muy largos, ya que una cuerda de más de 100 metros no ha sido suficiente para llegar al final del sinuoso camino. En la actualidad hay al menos 60 cuevas que se ubican en el barrio de Oxtoyahualco.

MMCF

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