Semanas antes del cierre de 2020, se vislumbraba una luz en el camino para una industria maltrecha por la pandemia, pero volvió el semáforo rojo y todo volvió a detenerse, al grado que diversas entidades vinculadas con el libro enviaron una carta al presidente Andrés Manuel López Obrador para solicitar que se incluyera a las librerías y a todos los eslabones de la cadena como una actividad esencial.
“Durante la pandemia y el encierro, la lectura ha reforzado su papel en la sociedad. Para satisfacer las necesidades de lectura del país es indispensable lograr que la planta productiva en su conjunto se mantenga trabajando. Este es un enorme desafío, pero es necesario que, con todas las precauciones sanitarias, sigan funcionando cada uno de los eslabones de la cadena del libro en México”, fue parte del llamado que se hizo, sobre el que no hubo respuesta, sino que las librerías comenzaron a abrir hasta que se decretó el semáforo naranja.
De acuerdo con Juan Luiz Arzoz, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), se espera que para el segundo semestre de 2021 ya se haya llegado a un grado de normalidad, “por lo menos las vacunas habrán llegado a mucha más gente, las escuelas ya estarán abiertas, eso nos dará otra etapa en este proceso”.
“Habrá cambios, formas diferentes de promover al libro: lo digital, lo no presencial, se va a quedar ya como parte de la cultura diaria. Las ferias serán presenciales y virtuales, pero creo que vienen cosas buenas”.
Un objeto básico
El decremento en número de títulos en 2020 con respecto a 2019 fue de alrededor del 41 por ciento, a decir de Pilar Gordoa, directora de Marketing y Servicios Editoriales de Penguin Random House México, “y estamos previendo bajar el número de novedades en 2021 en un 15 por ciento, pero en comparación con el año previo a la pandemia”.
El problema, reflexiona, “es que el proceso de vacunación va demasiado lento, además de que, por más esfuerzos que hacen la Cámara y las editoriales en conjunto, las librerías se mantienen en la incertidumbre. Aunque la gente tenga menos dinero para consumir libros, siempre ha pasado las crisis económicas; al final del libro hay lectores y se sigue viendo como un objeto básico”.
A decir de Arzoz, “el comercio electrónico de libros creció como el cinco por ciento de las ventas totales; sin embargo, no figura mucho. Estaba en dos y fue creciendo, hasta llegar al seis por ciento en el que estamos en la actualidad”.
La idea de buena parte de la comunidad editorial es esperar cómo transcurre la vacunación, para ver si en el segundo semestre suman novedades o se quedan con lo programado.
Racionalizar los lanzamientos
Uno de los desafíos fue llegar al lector, al no tener un canal para presentar las novedades, por lo que la mayor parte de las editoriales decidieron racionalizar los lanzamientos. Para 2021, han disminuido sus planes de lanzamiento: no se detienen del todo, pero, incluso, empezarán a promover títulos que se habían planeado para 2020. Ello también dependerá de las editoriales pequeñas o independientes, detener la publicación de uno o dos libros para este año es una manera de estar listos para la coyuntura, aunque en el caso de los grupos, sí se ha hablado de alrededor de 15 por ciento.