Isabel Zapata (Ciudad de México, 1984) decidió dar el salto al vacío y escribir Troika (Almadía), su primera novela, en la que explora la vida y los vínculos que nos unen a través de la historia de Andrea y una perrita, rodeados de su madre y Francisca.
En entrevista con MILENIO, la escritora revela la estructura de su novela que se divide en dos partes y se une con una historia personal e íntima.
¿Cómo te sientes con una primera novela?
Me siento feliz (y algo nerviosa) de finalmente poder compartir una historia en la que llevo trabajando tantos años. Durante mucho tiempo sentí que estos personajes hacían nido en mi mente; es emocionante y liberador ver cómo van encontrando su sitio allá afuera.
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¿Troika es autoficción? ¿qué tanto hay de ti?
Es una pregunta que se hace una y otra vez, pero que es difícil responder satisfactoriamente. Hay un suceso verdadero al centro de esta novela, hay recuerdos, perspectivas y sensaciones que me son familiares, claro. Pero alrededor de eso tejí una historia imaginaria. Si la verdad es una especie de semilla, la planta que surge de ella es pura invención. Como lectores, hay que dejar atrás la idea de la memoria como algo verdadero o que puede describirse al pie de la letra. ¿Qué más da? Decimos la verdad al escribir ficción e inventamos al escribir sobre nuestra propia vida.
Es una historia de mujeres, de amor, de vida….
Y de muerte también, porque nos invita a observar las sombras con detenimiento y a descubrir como el amor se extiende más allá del final aparente de una relación. A lo largo de todo el libro intenté traer a primer plano ciertas preguntas fundamentales para mí: ¿qué ocurre durante el duelo, cómo se cristaliza en las personas el dolor, de qué manera nos transforma lo que perdemos?
¿Es traer los fantasmas de tú pasado al presente?
Es una historia de fantasmas, claro, de los míos y de los de todas las personas. Nadie se salva de esas ausencias que permanecen siempre presentes en la vida.
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Troika marca una etapa de la infancia de vida de la protagonista y también de otras...
Para mí era esencial mostrar el impacto que una presencia animal puede tener en las personas humanas que la rodean. En la novela hay una especie de triángulo entre Andrea, Troika y Francisca, pero también me interesaba mostrar los efectos que ese cruce de afectos tuvo en otras personas lo atestiguaron: el hermano, la madre, la prima…
¿Solo los que han tenido mascotas pueden entender el amor profundo que pueden ocasionar?
No me atrevería a decir que sólo una persona a la que le gusten los perros pueda entender el amor humano, pero sí estoy segura de que la compañía animal fue fundamental para mi propia educación sentimental. Compartir la vida con perros me ha mostrado lo que es el amor incondicional, la lealtad, la comprensión más allá de las palabras. Quisiera rendir homenaje a todo esto.
La novela se divide en dos, ¿por qué decides hacerlo?
Esa división tiene su origen en la simbología del eclipse, sobre las luces y las sombras. Me interesaba, por un lado, que la protagonista diera su versión de la historia: el lado que ella pudo ver con sus propios ojos. Esa es la primera parte. La segunda es lo que tiene que imaginarse para continuar su camino, aquello que no pudo ver, sólo intuir, y que tuvo que inventarse para sobrevivir.
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¿Qué tanto influyó la pandemia en la escritora de la novela?
Empecé a imaginar Troika un poco antes de la pandemia, y justo en esos primeros meses de crisis fue que decidí finalmente sentarme a escribirla. La novela no tiene tanto que ver, al menos de manera abierta, con el periodo pandémico, pero es cierto que su periodo de escritura coincidió con la pandemia y los años que le siguieron; es probable que algo de ese espíritu se haya colado en ella.
¿De alguna manera es la carta de una madre a su hija?
Troika es también una reflexión sobre los cuidados, sobre maternidades dislocadas que se van acomodando como pueden en una atmósfera cruzada de muchas maneras por la desigualdad. ¿Quién cuida a quién en esta historia, y a qué costo?
¿Quién es Isabel Zapata?
Isabel Zapata es escritora, editora, poeta y traductora; es autora de los libros de poesía Ventanas adentro (2002), Las noches son así (Broken English, 2018) y Una ballena es un país (Almadía, 2019). Además de dos libros de ensayo: Alberca vacía (Argonáutica, 2019) e In vitro (Almadía, 2021).
MGR