No cantaría en alguna producción de ópera que no me guste: Javier Camarena

El tenor habló sobre sus sueños a cumplir y sobre la situación por la que está pasando Plácido Domingo.

Tenor Javier Camarena en las escalinatas de la Universidad de Guanajuato. (Leticia Sánchez Medel).
Ciudad de México /

Javier Camarena, el niño que cantó “La negrita cucurumbé”, de Cri-Cri en el papel del pescado con bombín; el que de joven, en su natal Xalapa participaba en grupos de rock, y más tarde en la ciudad de Guanajuato cantaría en iglesias para sacar “algún dinero” para sus estudios en la Escuela de música, regresa al corazón del Bajío, luego de ser aclamado como uno de los grandes tenores del mundo en el Metropolitan Ópera House y en la Royal Ópera House.

Lo hace para clausurar la 47 edición del Festival Internacional Cervantino, el más importante de México, al lado de la soprano mexicana, Karen Gardeazabal y del músico guanajuatense, Iván López Reynoso, bajo la dirección de Eduardo Álvarez, con la Orquesta Filarmónica de Acapulco.

Preparó un programa especial, dentro del cual le rendirá un pequeño tributo al fallecido José José: “Lo que se planeaba como un homenaje, será un homenaje luctuoso”. Asimismo la noche de este domingo 27 de octubre estará aderezada con sus interpretaciones de las canciones de José Alfredo Jiménez, Agustín Lara, María Grever y Juan Luis Guerra. Por su puesto que el canto estará presente con las arias de Donizetti y Rossini.

Con una sencillez que lo desborda, Javier Camarena (Xalapa, Veracruz, 1976), dice que no fueron fáciles sus años de estudiante: “había semanas, días que no tenía dinero para comer y la señora de la tienda era buenísima onda porque siempre nos fiaba y en cuanto caía algún huesito, como decimos, algún dinerito, pues le pagaba. Aunque atesoro experiencias muy bellas, aquí conocí a mi esposa, y mi hija Diana nació en Irapuato”.

Reconocido en los mejores escenarios del orbe, donde se ha vuelto costumbre que el público le pida con sus aplausos un “bis” es, decir que al final de su actuación lo obligan a salir de nuevo al escenario, para escuchar su prodigiosa que “es de una descomunal belleza”, Javier Camera se sincera, afirma que lo que no haría ni estaría dispuesto a participar, es en una producción en la que no crea y en la que no que valga la pena.

“No cantaría en alguna producción de ópera que no me guste. Uno tiene que hacer de todo, no voy a decir el nombre del director de escena, pero a mí me tocó participar recién llegado a Zurich, Suiza en un papel minúsculo. Yo tenía que cantar dos líneas de esa la ópera de Don Carlo, allá por el año 2007.
“Me iban a pagar un poquitito por cantar dos líneas, me dije ¡voy! Mi personaje que cantaba esas dos líneas tenía que estar desde el principio y hasta el final del montaje. Cuando tenía que cantar lo hacía con un megáfono, que sonaba muy mal todo. El escenario estaba lleno de tierra y tenía que hacer una cantidad de estupideces con los personajes principales, presenciando tantas otras cosas como desnudos y gente matándose, ¿para qué? En realidad esa producción no tuvo ningún punto para mí”.

Ópera y son

Javier Camarena quien conoce varios de los rincones de la ciudad de Guanajuato, entre ellos La Dama de las Camelas, donde en el pasado gustaba de ir a ese lugar para escuchar “bailar son”, pues por sus venas corre sangre veracruzana, habla de todo, de la ópera, de las acciones a emprender para apoyar a los cantantes, de la situación del país y de su decisión de abandonar sus estudios de ingeniería.

“La ópera es un espectáculo que se tiene que presenciar, que vivir en el teatro porque no hay otra manera de valorar todo lo que involucra, jamás será lo mismo verla por televisión".

Acerca de la realidad que enfrenta México, Javier Camarena considera que las cosas tienen que mejorar siempre y cuando cada uno contribuya a ello.

“A mí, bendito Dios, nunca me ha pasado nada en México, pero se metieron a mi departamento en Barcelona, en España y me robaron todo. Pero en realidad nos puede pasar a todos esas tragedias. Mientras uno sigue vivo tiene que aprovecharlos para decir de qué manera las cosas pueden cambiar. De mi parte, demostrando que se pueden hacer bien las cosas”.

Sentado en las escalinatas de la Universidad de Guanajuato, Javier Camarena reconoció que fue una decisión muy consciente la que tomó al desertar de sus estudios en ingeniería.

“Desde siempre me gustó la música, pero también me gustaban las matemáticas, en esos estudios nunca fui el más destacado, hasta que llegué a estudiar música. Era un alumno regular y aunque reprobé matemáticas, siempre las pasé con las mejores calificación en los extraordinarios, pero la verdad es que me aburría de las clases, entonces no fue una decisión difícil dejar esa carrera, sabía a lo que me tenía que enfrentar con mi familia, me acuerdo que en el primer semestre que les dije a mis papás que no quería esto, me respondieron el típico ‘pues ya empezaste ahora termina’, pero yo no quise perder el tiempo, creo que es de las decisiones de las cuales me siento más orgulloso de mi vida”.

A un día que, con su actuación, cierre la 47 edición del FIC, Javier Camarena se muestra feliz de ser parte de ese momento, con el que siempre soñó: “presentarme como artista invitado en el Cervantino, es un honor”.

Siempre amable y atento, adelanta que su próximo sueño por cumplir lo cristalizará en dos años, ya que actuará en Romeo y Julieta. En tanto que el papel que buscará próximamente será el de Alfredo, de la Traviata, simplemente para tacharlo de su lista...

Sobre Plácido Domingo

"Creo hasta la fecha yo no sé que haya habido una denuncia puntual en contra de Plácido Domingo, son declaraciones y hay una gran diferencia entre el motivo y la razón. Hay gente que está dedicándose a hacer las investigaciones pertinentes. Lo que puedo decir es que he tenido trato con Plácido Domingo y la relación que tiene con todos y todas las colegas, siempre es de mucho respeto y cordialidad, para mí siempre ha sido una finísima persona".

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  • Leticia Sánchez Medel
  • letymedel@yahoo.com.mx
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.

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