Atraído por el conocimiento astronómico de las culturas mesoamericanas del centro del país, que dejaron importantes vestigios arqueológicos como testigos de algunos puntos de observación desde donde los antepasados veían la salida del sol para saber cuál sería el clima y poder cultivar o dejar descansar la tierra, el artista visual Jorge Obregón se propuso documentar a través de sus pinceles.
Esta herencia que preservan los actuales campesinos y graniceros de la región, es recreada en los paisajes del artista de la Colección MILENIO Arte, con la finalidad de preservar esta historia y tradición cultural.
Este estudio realizado a partir de la multidisciplina, desde la visión de la arqueología, la astronomía, la agricultura, la etnología, la cosmovisión, las tradiciones culturales y el arte, es el resultado de una investigación del artista Jorge Obregón y que comparte en la exposición Un retrato del tiempo, en el Museo Kaluz.
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El artista explica que su proyecto titulado La luz en el calendario agrícola, con el que fue nombrado miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte en 2020, consistió en pintar in situ, en vivo, amaneceres y atardeceres, desde adoratorios prehispánicos, recreando la salida del sol en relación con el horizonte.
Esta exposición, conformada por más de 50 obras, está guiada por una línea del tiempo, que considera esos tres años de trabajo del artista. El primer año contempló la región del Popocatépetl e Iztaccíhuatl, el segundo año al Nevado de Toluca y el tercer año, a la zona lacustre de Chalco, Xochimilco y Tláhuac.
Destaca la primera sala relacionada con la fecha simbólica del 12 febrero, en la que inicia el calendario agrícola mexica, cuando la tierra recobra calor, el sol sale desde el pecho del Iztaccíhuatl y los campesinos empiezan a trabajar.
“Iniciamos la muestra con una pintura que alude a la ceremonia de la bendición de las semillas, luego de que los graniceros bendicen en un ritual las semillas que van a sembrar. Es el inicio de los 260 días de calendario agrícola que termina el 30 de octubre para entrar al otoño y al invierno. Aunque también presento una serie de cuadros con los solsticios de verano e invierno, además de los equinoccios de primavera y otoño, junto con los pasos cenitales”, explica el artista.
La modernidad ha incidido en las actividades humanas, indica Obregón, pues la labor de los graniceros, estos personajes que siguen acudiendo a la montaña a realizar sus rituales y ofrendando flores, fruto, pulque y copal a los dioses Ehécatl (del viento) y Tláloc (de la lluvia), incluso que pueden predecir y hacer que la lluvia no llegue para que no destruya la milpa, podría perderse porque a las nuevas generaciones ya no les interesa seguir con dicha tradición ancestral.
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Experiencia abierta
“El sábado 22 de junio tendremos una experiencia con el Museo Kaluz: invitamos al público a que se inscriba para que conozcan a un granicero haciendo una ofrenda en un adoratorio, desde la piedra del conejo, dedicada al volcán Iztaccíhuatl. Nos acompañará el arqueólogo Arturo Montero, quien también participa en esta exposición, dando una explicación desde el punto de vista arqueológico, y yo pintaré un cuadro en vivo al amanecer, con la finalidad de completar el ciclo de esta exposición para que la viva el público”.
Al centro de la segunda sala de la exhibición Un retrato del tiempo se colocó la Estela del Nevado de Toluca, gracias al préstamo realizado por el Museo Piña Chan.
“Es un marcador solar de mil 400 años, de pasos cenitales, solsticios y equinoccios, lo encontró en 1962 el arqueólogo alemán Otto Schöndube, a 4 mil 330 metros sobre el nivel del mar, al borde del Nevado de Toluca.
“El arqueólogo Montero me indicó dónde se ubicaba esta pieza, fui a ese sitio para pintar los amaneceres y atardeceres, por eso es que dicho bajorrelieve —de la cultura de Teotenango del periodo Epiclásica (600-900.d.C) cuya función era astronómica pues marcaba el punto de observación desde donde se veía salir el sol— está rodeado de pinturas que realicé desde ahí en esta exposición”.
En la muestra, subraya Obregón que está el espíritu del maestro y paisajista Luis Nishizawa, quien fuera su maestro:
“Él me enseñó la técnica de materiales, la preparación de los soportes, y a cómo manipular los colores, en este caso el óleo. A nivel práctico me motivó a salir al campo a pintar al aire libre, a sentir la naturaleza para reproducirla con todos los sentidos: con los oídos, sintiendo la temperatura, oliendo y observando; así he logrado enriquecer cada uno de mis cuadros”.
Hasta cuándo estará 'Un retrato del tiempo'
La exposición en el Museo Kaluz, se podrá visitar hasta el 6 de enero de 2024.
Cambio climático
Muchas de las pinturas que se exhiben el Museo Kaluz, detalla Obregón, las pintó con un simbolismo de los glaciares que se están perdiendo en los volcanes con el cambio climático; hay una pérdida en las masas de hielo que se relaciona con los calendarios agrícolas, mismas que tiene ciclos de 73 días, número mágico para los mexicas, porque es la quinta parte de los 365 días del año, y se puede observar cómo el sol se mueve en un punto del horizonte.
“El paisaje en este proyecto es un territorio en el cual yo realizo una investigación de espacio-tiempo para plasmar la erudición ancestral a través de la pintura y dejar un testimonio de esta tradición con el propósito de que no se pierda”, dice el artista que ha pasado lluvias, frío y heladas de cinco grados bajo cero para pintar in situ.
Uno de los fenómenos extraordinarios que sólo sucede cada 276 años es "el eclipse de luna con lluvia de estrellas de las Táuridas", que fue capturado por Obregón, quien llegó al lugar a las 22:00 horas del 7 de noviembre, estuvo viendo la luna, esperó a que fuera bajando y entrara prácticamente a las 5:51 horas del 8 de noviembre al volcán, para inmortalizar ese momento.
evt