Amigos y lectores celebran 80 años de José Emilio Pacheco

Periodistas y escritores organizaron un festejo alterno tras la cancelación del acto oficial en Bellas Artes.

José Luis Martínez S., Armando González Torres, Julia Santibáñez y Héctor de Mauleón. (Ariana Pérez)
Periodistas y escritores organizan festejo alterno tras la cancelación del acto oficial en Bellas Artes. (Nelly Salas)
Ciudad de México /

Frente al desdén de las autoridades culturales que suspendieron en la Sala Manuel M. Ponce el homenaje póstumo a José Emilio Pacheco en su 80 aniversario, sus amigos José Luis Martínez S., Armando González Torres, la poeta Julia Santibáñez y Héctor de Mauleón tomaron la iniciativa de evocar al poeta, ensayista, narrador, traductor y periodista en el Salón Covadonga.

“El pasado martes se tuvo que haber llevado a cabo en Bellas Artes un homenaje por los 80 años de José Emilio Pacheco, pero súbitamente el homenaje fue cancelado, esto lo comenté en nuestra tertulia a mis amigos que estaban ahí presentes: Héctor de Mauleón, Javier Perucho y Armando González Torres. De inmediato Héctor dijo ‘Hagamos algo’; ustedes no lo conocen pero es intempestivo y nos obligó prácticamente a organizar este acto ajeno totalmente a las instituciones”, relató José Luis Martínez S., director del suplemento Laberinto, de MILENIO Diario.

Rodeado de lectores y amigos del autor de Morirás lejos, Martínez S. sostuvo que José Emilio Pacheco (Ciudad de México 30 de junio, 1939-26 de enero, 2014) “es uno de los grandes autores de nuestro idioma, el polígrafo perfecto, lo llamaba su amigo Sergio Pitol. Pero también fue un hombre divertido, alegre, comelón, con un gran sentido del humor. Estamos aquí los lectores y, por tanto, los amigos de José Emilio Pacheco, para celebrar sus 80 años. Todos aquí somos sus amigos y lo seguiremos siendo, porque como dice Armando González Torres: la lectura es otra forma de la amistad”.

El autor de la columna “El Santo Oficio” recordó: “El tiempo —dice su hija Laura Emilia— fue para José Emilio Pacheco una de sus más grandes obsesiones, intentó lo imposible: detenerlo. Esperaba con gran ilusión su cumpleaños número 80, quizá porque pensó que, para entonces, le habría dado tiempo de terminar otro libro, ahondar en sus lecturas, trabajar en su poesía, aprender más, vivir. No ocurrió así. El paréntesis está cerrado de manera permanente. No así su obra”.

Apuntó que la publicación de los primeros volúmenes de Inventario corroboran las palabras de Laura Emilia; la de José Emilio es una obra que seguirá creciendo con nuevos títulos, con la edición de textos encontrados en su archivo, ocultos entre las páginas de un libro o de un cuaderno olvidado en algún cajón; con rescates hemerográficos.

Asimismo, destacó la labor de Pacheco “como guionista excepcional”, como lo muestran sobre todo El castillo de la pureza, de 1973, y El lugar sin límites, de 1978, dos de los cuatro que escribió para Arturo Ripstein.

En este homenaje íntimo, el poeta y ensayista Armando González Torres comentó que tuvo la oportunidad de conocer a José Emilio Pacheco, “de constatar su generosidad, su sencillez, su extraordinaria apertura crítica. Sin embargo, a diferencia de José Luis Martínez o de Héctor de Mauleón, no cultivé una amistad tan prolongada y cercana, pero por supuesto creo que las experiencias librescas son tan intensas y memorables como las personales y recuerdo muy nítidamente la sensación de pasmo cuando leí por primera vez las narraciones perfectas de El principio del placer”.

La poeta Julia Santibáñez mostró un recorte de periódico que guarda con especial cariño, de una entrevista que le hicieron a Pacheco a 24 años de haber ganado el Premio de Poesía Aguascalientes, en la que afirmaba que “la poesía era algo de lo que mejor ha funcionado en México”.

El periodista Héctor de Mauleón, incitador de esta velada, habló de Pacheco, a quien seguía cada vez que dictaba sus conferencias en El Colegio Nacional. Así logró cultivar una gran amistad: “Pacheco vivía rodeado de libros, eso hay que mencionarlo, porque los libros estaban en todas partes: en los sillones, en algunos anaqueles de garaje y hasta en las escaleras. Él muere por eso, porque tropieza con un libro y se rompe la cabeza”.

Y ADEMÁS

PEQUEÑO INVENTARIO

“José Emilio decía que los periódicos son como las catedrales de hoy, porque son obras colectivas y la mayor parte de sus autores son anónimos. Él sería el sumo sacerdote de esas catedrales por sus Inventarios, como ya es uno de los sumo sacerdotes de la poesía y de las letras mexicanas”, según Héctor de Mauleón.


  • Leticia Sánchez Medel
  • letymedel@yahoo.com.mx
  • Reportera cultural, cursó la maestría en Periodismo Político, es autora de tres libros sobre la historia inédita del Cervantino.

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