La filósofa estadunidense Judith Butler llamó a crear un “acuerdo colectivo en el que se renueve la igualdad social y económica” tras la pandemia de coronavirus.
En una videoconferencia transmitida como parte de las actividades del festival El Aleph, Butler apuntó que la pandemia, además de tener lugar en un contexto de cambio climático, se da también en un contexto de “un capitalismo que considera desechables las vidas de los trabajadores”.
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“Algunos de nosotros contamos con seguros médicos y medidas de seguridad en nuestros trabajos, pero la mayoría de la gente no los tiene. A medida que abran los negocios y la industria vuelva a ponerse en marcha no habrá manera de proteger del virus a tantos trabajadores”.
La filósofa dijo que quienes creen que la salud de la economía es más importante que la salud de la población son aquellos que creen que el lucro y la riqueza son mucho más importantes que la vida humana.
Apuntó también que el hecho de que los lugares de trabajo sigan abiertos por el bien de las clases trabajadoras pobres pone en riesgo justamente la vida de esas personas.
“Son (ellas) las que se van a sacrificar en sus lugares de trabajo donde la tasa de contagio es la más alta. Entonces estamos ante una nueva versión de la comprensión marxista del trabajo: abrimos la economía, o la mantenemos abierta, con el propósito de mantener la vida de los trabajadores pobres, pero son las vidas de los mismos trabajadores pobres las que son consideradas desechables y cuyo trabajo puede ser reemplazado con el de otros”.
De esta forma, dijo, “la vieja contradicción inherente del capitalismo asume una nueva forma en condiciones pandémicas o lo que podríamos llamar capitalismo pandémico”.
Butler instó a preguntarse si se quiere vivir en un mundo así, en el que se distingue entre qué vidas se deben salvar y cuáles no, y si un mundo así es habitable.
La filósofa estadunidense dijo que para que el mundo sea habitable no basta con hacer posibles las condiciones de vida, sino también el deseo de vivirla de todos por igual.
“Porque, ¿quién querría vivir en un mundo que desprecia la propia vida o la considera desechable? Querer vivir en un mundo habitable es participar en la lucha contra las condiciones que buscan la muerte de unos”.
Pero esto, dijo, “no podemos lograrlo por separado, sólo si colaboramos para crear nuevas condiciones para vivir y desear”.
Finalmente, llamó a luchar por un mundo en el que se defienda el derecho a la salud de las personas que no conocemos y que se encuentran al otro lado del mundo, con el mismo fervor con el que defendemos el de las personas que nos rodean, como nuestro vecino o nuestra pareja.
“Tal vez haya llegado el momento de deshacernos del prejuicio local y nacionalista que sesga nuestra concepción de lo razonable”.
PCL