Cuando Hanna Zack Miley subió a un tren alemán en julio de 1939 no sabía que el viaje cambiaría su vida para siempre.
Tenía siete años y estaba a punto de viajar al Reino Unido sin sus padres. Recuerda que se despidió de ellos en el andén de la estación de tren de Colonia, Alemania. “Me dijeron que era un lindo viaje y yo les creí —compartió Miley, hija única—. Creo que intentaban que fuera más fácil para mí. Era la niña de sus ojos”.
Mientras sus piernitas subían las empinadas escaleras de aquel tren, quiso mirar de nuevo a sus padres. “Me giré y vi que estaban llorando, debió de ser horrible para ellos”, señaló.
En ese momento se dio cuenta de que, en realidad, no era un lindo viaje, porque nunca volvió a ver a sus padres.
Miley, de 93 años, vive ahora en Phoenix, Arizona, y es uno de los casi 10 mil niños judíos que formaron parte del Kindertransport (transporte de niños), una misión de rescate que ayudó a menores a huir de la Alemania nazi al Reino Unido, a través de los Países Bajos, entre diciembre de 1938 y septiembre de 1939.
Con el tiempo se han perdido muchos detalles sobre esta parte de la historia del Holocausto. En otoño de 2024, la investigadora Amy Williams desenterró un tesoro de información sobre la misión: listas de nombres y otros datos identificativos de la mayoría de los niños y acompañantes que hicieron el viaje al Reino Unido, guardados en los vastos archivos de Yad Vashem, el memorial israelí del Holocausto.
Para Miley y muchos descendientes de personas que formaron parte del Kindertransport, la aparición de estas listas ha ayudado a arrojar luz sobre un periodo opaco de su historia familiar y les ha ofrecido también un sentimiento de conexión con otros afectados. De acuerdo con los investigadores, los hallazgos proporcionan una pieza clave del rompecabezas, al ofrecer nueva información sobre las familias y las organizaciones de rescate implicadas en la misión.
“Siempre me dijeron, desde que empecé mi trabajo, que esas listas no existían, que fueron destruidas” luego de la misión, aseguró Williams, quien realizaba una investigación para su tercer libro sobre el Kindertransport cuando descubrió los documentos de los niños judíos.
Las listas que encontró eran utilizadas por los guardias fronterizos neerlandeses para determinar a qué niños de otros países europeos debían dejar pasar a Reino Unido y a cuáles debían enviar a otro lugar.
Asunto complicado
La mayoría de niños del Kindertransport, financiado en gran parte por las comunidades judías de Alemania y Reino Unido, llegaron en barco desde Hoek van Holland hasta Harwich, Inglaterra. Desde allí abordaron trenes hacia la estación de Liverpool Street, al este de Londres. Las organizaciones de refugiados ayudaron a todos esos niños a encontrar familias de acogida.
Durante mucho tiempo se ha enseñado que el Kindertransport es una historia reconfortante, dijeron los investigadores, pero la misión fue un asunto complicado. El gobierno británico, por ejemplo, solo permitía que los niños entraran en el país sin sus padres, lo cual traumatizó profundamente a muchos de ellos. Los niños tenían que estar sanos y debían proceder de la Alemania nazi (que incluía Austria y partes de la República Checa), no de otras partes de Europa oriental.
Williams también encontró documentos que ayudaron a reforzar la historia de cómo terminó el Kindertransport. Aunque muchos han sugerido que lo que puso fin a la misión fue el comienzo de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939, las organizaciones de refugiados británicas que gestionaban el Kindertransport en realidad habían decidido que no podían llegar al país más de 10 mil niños debido a la dificultad de alojarlos.
“La historia es más compleja que la forma en que queremos representarla”, dijo Laura Hobson Faure, profesora de la Universidad París 1 Panthéon-Sorbonne, quien escribió un libro sobre los niños judíos que huyeron a Francia durante el Holocausto.
“No es una historia reconfortante —confirmó Hobson Faure—. Sin embargo, es una historia que salvó vidas”.
Aunque miles de niños fueron rescatados de los nazis, muchos de ellos quedaron traumatizados por la experiencia y nunca volvieron a ver a sus familiares. Varios hijos de supervivientes del Kindertransport dijeron que sus padres siempre sintieron una profunda lealtad hacia el Reino Unido por el papel que desempeñó en su supervivencia.
Miley sabía desde hace mucho que otros miles de niños alemanes también habían estado en el Kindertransport, pero dijo que ver su nombre en blanco y negro en una lista oficial le dio un sentimiento de pertenencia. “De repente, no estaba sola”, señaló.
Gracias a la investigación de Williams, Miley se ha puesto en contacto con los descendientes de otros niños del Kindertransport. Entre ellos está Richard Aronowitz, de 55 años. Su madre —Doris Aronowitz, fallecida en 1992— viajó en el mismo tren que Miley en julio de 1939.
Esclarecedor
Para Aronowitz y otros descendientes de los niños del Kindertransport, las listas de nombres, fechas y números han provocado emociones complicadas. “Me dio un contexto mucho más profundo —afirmó Aronowitz en una entrevista el mes pasado—, “pero no creo que haya nunca un cierre emocional”.
Algunos encontraron por primera vez información sobre sus padres o abuelos a través de las listas. Para otros, la documentación es una evidencia desgarradora de las atrocidades a las que sobrevivieron sus padres, y una explicación de por qué tantos de ellos crecieron sin abuelos ni familia extendida.
“Es el último documento de despedida, realmente selló el destino de la gente”, sostiene, por su parte, Amy Williams.
Para los investigadores, el descubrimiento de las listas aporta nuevos conocimientos sobre cómo se organizó el Kindertransport y cómo los padres desesperados tomaron su decisión.
“Nunca se había investigado tanto el Kindertransport desde el punto de vista continental”, dijo Andrea Hammel, profesora de la Universidad de Aberystwyth, en Gales, y autora de un libro sobre este proyecto para salvar vidas.
Para Bobby Lax, cuyo padre llegó al Reino Unido en el Kindertransport, la documentación le ayudó a llenar lagunas en la historia de su familia. Así descubrió que su padre fue primero de Berlín hacia los Países Bajos antes de ser enviado al Reino Unido, dejando a su hermano y a sus padres en Ámsterdam, y nunca volvió a verlos, dijo Lax.
“Aunque había descubierto la mayor parte de esta historia sobre mi padre, es absolutamente sobrecogedor ver ahora estas listas originales —confesó Lax, quien hoy es cineasta y vive en Tel Aviv—. Hay algo increíblemente empoderador en ello. Para mí es la última pieza del rompecabezas”, sostiene.
Más de ocho décadas después, las listas dieron a Miley un sentimiento renovado de duelo: “Una de las grandes pérdidas cuando te separan de tu familia tan repentinamente es que no conoces la personalidad de tus padres”.
Por otra parte, dijo, siente gratitud. El descubrimiento le ha brindado “un agradecimiento más profundo por el don de la vida. Mi nombre y los detalles en esa lista fueron los instrumentos de mi escape”, concluyó Hanna Zack Miley.
c.2024 The New York Times Company