A la luz de las antorchas brillan machetes, palos, y aparecen piedras: la multitud enardecida cae sobre un presunto criminal, pero lo mismo puede ser una maestra de escuela o esa “bruja” que era una curandera.
Son los linchamientos, un fenómeno que crece en nuestro país y que es analizado por la historiadora y socióloga Gema Kloppe-Santamaría en su libro En la vorágine de la violencia, coeditado por Grano de Sal y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
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“La idea surge después de haber seguido varios casos de linchamientos en el México actual. Uno de los que más me impactó fue el de Tláhuac en 2004, donde lincharon a tres policías de la Policía Federal Preventiva, y es cuando me intereso en el fenómeno y lo traje a mi agenda de investigación”, dijo en entrevista la historiadora y socióloga, especializada en violencia, religión, delincuencia y género en América Latina durante los siglos XX y XXI, con especial atención en México y Centroamérica,
En la vorágine de la violencia se entrega un panorama histórico y comparativo del linchamiento, capturado por la nota roja, la gráfica popular, el cine y otros documentos.
“Leyendo lo que se había publicado al respecto, me doy cuenta de que no había ningún estudio que hablara de la historia de este fenómeno. Se hablaba como algo nuevo, que había resultado del proceso de democratización en México o de que el PRI había perdido el poder y eso explicaba el fenómeno. Cuando me vuelco a la historia me encuentro que no lo es. El libro ofrece una mirada histórica pero escrita muy en conversación con los retos que enfrenta el país hoy día en términos de inseguridad, violencia y percepciones de justicia”, cuenta la investigadora a MILENIO.
Desconfianza en la autoridad
El libro cubre de 1930 a 1960 y la historiadora analizó un total de 366 casos de linchamiento, incluso platicó con algunos de los involucrados.
“En el periodo que yo estudio, las autoridades participan en la organización de estos actos directamente, policías, alcaldes, jueces. Hoy no es así, ahora son los ciudadanos, pero los policías siguen abusando de la fuerza, pero es un cambio importante. La religión está al centro también, como en el caso de San Miguel Canoa, y hay linchamientos o amenazas contra protestas en Chiapas o Oaxaca”, comenta.
En su investigación, reveló que ha cambiado el tipo de personas que suscitan estos actos, antes eran “las brujas”, los protestantes, los comunistas, pero ahora son personas señaladas como criminales.
“Lo que sigue sin cambiar es que hay una desconfianza profunda en las instituciones del Estado, en la capacidad para dar respuesta frente a los delitos o las conductas que se consideran una amenaza. Hay un convencimiento por parte de los que participan en estos actos y piensan ‘Yo no estoy matando, estoy haciendo justicia’, es una constante a lo largo del siglo XX y hasta hoy”, asegura.
Según las estadísticas, existe un repunte importante de los linchamientos en los últimos 10 años, Puebla es el que registra más a escala nacional.
“Los linchamientos siguen ocurriendo, pero ahora hay otra dimensión en términos mediáticos con acusaciones que se hacen sin fundamento, y claro que pueden traducirse después en actos de acoso o de violencia que ponen en una situación de vulnerabilidad a aquellos o aquellas que están siendo señalados. El rumor está en el centro de los linchamientos”, comenta.
Entender el fenómeno
Para Gema Kloppe-Santamaría, uno de los objetivos del libro es dar luz para entender las razones históricas que están detrás de este fenómeno. “Es la desconfianza en las autoridades, el hartazgo de la gente, la sensación de abandono, de vulnerabilidad, y una cultura del castigo que se ha asentado en barrios y muchas comunidades, donde se piensa que no basta la cárcel o que se juzgue a los criminales, (piensan) que merecen un castigo particularmente cruel”.
La historiadora y socióloga considera que los linchamientos no se dan en un contexto de ausencia del Estado o en lugares donde no hay ley. Los casos actuales suceden en contextos en los que la gente desconfía de la autoridad porque no creen en ella.
“El libro es clave también en términos de diseño de políticas públicas, de cómo pensamos en las respuestas frente a este problema; no basta con mandar más policías o a la Guardia Nacional, lo que está de fondo es que la gente no cree en estas policías, las cree corruptas, abusivas y violadoras de derechos humanos por eso, obviamente, esa no la respuesta”.
Gema Kloppe-Santamaría señala que otro problema es que la opinión pública en México ha tolerado estos actos, los justifica y es responsable de que continúen sucediendo.
“El libro es un llamado de atención a la sociedad, tenemos que despertar y darnos cuenta de que los problemas de impunidad y de altas tasas de delito pueden tener una solución, pero no es linchar ni tomar justicia por mano propia porque al final no resuelve los problemas de fondo y produce más violencia”.
PCL