El razonamiento de la escritora española Rosa Montero parte de una metáfora: “la lengua es como piel, es una criatura orgánica: si engordamos se estira, si adelgazamos se encoge; entonces esa lengua sigue hasta el más pequeño detalle al cambio social. Vivimos en un mundo sexista y las lenguas son sexistas, pero también están cambiando: a medida que se transforma la realidad social, se mueve la lengua”.
La reflexión nace a propósito de la lucha sobre la necesidad de volver incluyente a una herramienta de comunicación como el habla.
“En España desaparecerá en nada la palabra señorita, como se perdió señorito en su momento, porque no tiene sentido que se defina a una mujer por el hecho de que esté casada o que no lo esté.
“También es cierto que, como es un ser vivo, no puedes cambiar la lengua con una prótesis. Todos esos intentos ortopédicos de decir: ‘chicos y chicas, amigos y amigas, es muy incómodo para una lengua que busca lo más breve”.
Un mundo más cercano
De paso por México a propósito del lanzamiento de la novela Los tiempos del odio. Sin amor no merece la pena vivir (Seix Barral), la tercera que tiene como protagonista a la detective replicante Bruna Hasky, Montero recuerda que si bien una de las maravillas de la literatura es que cada uno de los escritores termina por ser un poco como dios, “si encima te construyes un mundo es porque ya eres un dios muy poderoso”.
La escritora asegura que de todos los personajes que ha desarrollado, éste es el que siente más cercano, porque su manera de estar en la vida es muy similar a la suya: Bruna forma parte de un grupo de clones madurados aceleradamente para llegar a los 25 años de edad, pero a los 35 se les dispara una especie de tumor total, que los mata en una semana.
“Me siento muy identificada con Bruna y la rabia que le tiene a la muerte, es como si la muerte fuera una estafa: venimos a esta vida tan maravillosa, con un yo enorme que lo ocupa todo, y en un abrir y cerrar de ojos nos hacemos mayores; en otro abrir y cerrar de ojos, si tenemos suerte, nos hacemos viejos, si no, morimos jóvenes”.