El regreso a la selva veracruzana había comenzado desde Los rojos de ultramar, luego vino La última hora del último día. Ahora está Los usos rudimentarios de la selva (Alfaguara, 2018). Un permanente retorno de Jordi Soler al territorio de su infancia, pero en especial de su memoria y de reflexiones que no solo lo han acompañado en la literatura, sino en la vida.
“Los rojos de ultramar está más amarrado a la Historia con mayúscula, a la del exilio de la guerra civil española, que a la historia de esta familia que llega a tratar de inventarse una nueva vida en México, en la selva de Veracruz: una familia de burgueses de Barcelona que, de pronto, se encuentra en esta selva veracruzana y que, cuando vivía en Barcelona, practicaba los usos civilizados de Occidente, pero aquí se dan cuenta que si no echan mano de Los usos rudimentarios de la selva, van a durar 15 minutos ahí”.
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Son palabras del colaborador de MILENIO durante la presentación de la novela, en el Foro Huberto Batis —como parte del programa de actividades de la Feria Internacional del Libro en el Zócalo—, en un diálogo que sostuvo con Maruan Soto Antaki. Se trata de una historia concebida en 12 cuadros, que define como parte de la saga de una dinastía de dueños de la plantación La Portuguesa, quienes se enfrentan a la dinastía de los caporales de la misma: dos sagas inamovibles, una de los dueños y otra de los que trabajan para esos dueños, “que ha funcionado así desde el principio de los tiempos”.
“En este libro, como en los otros dos que suceden en La Portuguesa, me preocupa mucho un tema crucial que me parece que nos define: la tremenda discriminación que vivimos en México. Cuando una persona nace con aspecto indígena tiene menos oportunidades de triunfar que alguien que nace con rasgos europeos, aunque el europeo sea menos capaz que el indígena.
“Sin embargo, el discurso general va en sentido contrario: hay un discurso que dice que amamos a nuestros pueblos indígenas y al pasado prehispánico, pero un alemán que se sienta quince minutos a ver la televisión mexicana diría ‘¡cómo quieren los mexicanos a sus indígenas!’. La realidad nos demuestra que muy poca gente tiene contacto con el mundo indígena”, dijo Soler.
La naturaleza
Otro de los temas que acompañan a Los usos rudimentarios de la selva se refiere a la relación de las personas con la naturaleza. Está de moda la naturaleza, asegura el narrador, al grado que meterse a un bosque supuestamente permite “salir con un reset tremendo al final”, pero también está de moda la empatía con los animales, pero “en esta novela, como sucede en los pueblos de Veracruz, si ves un bicho que viene a atacarte, lo machacas. No haces política con él”.
“En algún momento, el libro puede colaborar con esta ilusión contemporánea: está bien relacionarnos con la naturaleza, pero es un poco iluso pensar que va a resolvernos ciertos temas, que va a lograr que nos relajemos, reducir nuestros niveles de estrés: la naturaleza nos ama cuando nos ama; cuando no, te quiere aniquilar”.
Por ello, se muestra convencido de que uno de los protagonistas del libro es la selva, esa madre naturaleza que nos ama, pero también nos puede aniquilar: donde todo se descompone y condiciona la vida de quienes vive ahí, porque, por ejemplo, los niños lo son por muy poco tiempo. “Todos crecen de una forma mucho más rápida, pues la selva lo exige, pero al final todos mueren muy jóvenes”.
Desde la perspectiva de Maruan Soto Antaki, Los usos rudimentarios de la selva es una novela que nos pone en relación con la memoria y con esas postales que nos permiten construir un entorno, sobre todo con La Portuguesa, el escenario en el que se mueve la historia y que contiene una serie de buenas trampas, “porque en la literatura se trata de hacer trampas”.
“Toda la literatura se trata de hacer que el lector caiga en una trampa gigantesca: transportarlo a eso que no pidió. Cómo se construye eso: hay muchos escritores que insisten en decir que eso es la construcción a partir de las mentiras. La memoria también podría ser una mentira y lo que sucede en la novela no es una construcción a partir de una mentira, sino de una realidad análoga”, en palabras del autor de Casa Damasco.