Al pie del volcán Popocatépetl, una colonia de hibernación de mariposas Monarca se establece cada año en el paraje Joya Redonda, en el municipio de Atlautla, Estado de México, pero un conflicto de bienes comunales mantiene el sitio amenazado por la tala legal, la ganadería y, principalmente, el turismo sin control.
“Este año contamos 42 árboles con perchas —grupos de la Monarca agrupados en racimos—, pero ahorita ha bajado a 33, porque la mariposa se está moviendo abajo, al lado norte de Joya Redonda, allá hay una percha y más abajo hay otra”, señaló Eduardo Carrillo, brigadista ambiental de la comunidad.
Hasta hace un año este lugar no figuraba en el mapa de los santuarios de la mariposas Monarca, pero a partir de esta temporada la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su sigla en inglés) ya la consideran una colonia periférica de la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, pues son parte del mismo grupo que migró desde Canadá y EU, pero éstas se establecieron en los bosques de oyamel del municipio de Atlautla, colindante con el Parque Nacional Izta-Popo, a 250 kilómetros del sitio donde hibernan la mayoría de su especie.
“Esa colonia había estado fuera de todos los esfuerzos de conservación para el fenómeno migratorio. Hace dos años empezamos a trabajar en ese santuario de los límites del Parque Nacional Izta-Popo, fuera de la zona de influencia. Es reciente la intervención de nosotros, como Conanp, en el territorio y es parte de un proceso que no se hace de la noche a la mañana, sobre todo cuando hay una presión social como en este caso”, señaló Gloria Tavera, directora de la Región Centro y Eje Neovolcánico de la Conanp, quien destacó que esta temporada el tamaño de la población Monarca en la colonia de Joya Redonda se equipara al tamaño del Santuario de Sierra Chincua.
Por su parte, Eduardo Rendón, subdirector del eje Neovolcánico Mariposa Monarca, dijo que el hecho de que se registren más de 30 árboles es un récord de ocupación, pues el promedio de años anteriores era de una colonia pequeña de entre cuatro y ocho.
“El problema que tiene esa colonia es que no está en un área natural protegida; sin embargo, la Monarca, como especie sujeta a protección especial, sí tiene que ser atendida por el gobierno, por lo menos el estatal, para protegerla. Por lo pronto, el WWF junto con la Conanp estamos preparando con las personas de Atlautla una estrategia de vigilancia para que la gente esté de tiempo completo ahí, cuidando esta colonia que es muy importante”, indicó.
Por su parte, Tomás Bautista, fundador de la asociación EcoMonarca, aclaró que no se trata de una colonia nueva: “Joya Redonda tiene una connotación muy importante; pareciera que es un sitio nuevo de hibernación, porque en los últimos años ha tomado relevancia; sin embargo, solíamos escuchar a los abuelos que decían que veían salir muchas ‘palomitas’; queremos pensar que se referían a la mariposa Monarca”.
José Manuel Rivapalacio, presidente de la Brigada Ambiental de la comunidad autorizada por la Conanp, denunció que un viejo conflicto de bienes comunales no ha permitido proteger a esta colonia, que se encuentra severamente amenazada, debido a las diferencias entre autoridades.
“Durante dos años se ha dado una autorización de levantar madera cerca de los sitios de la mariposa, cuando hay una legislación que dice que de fines de octubre a marzo no se puede hacer por la presencia de la Monarca”, abundó.
También el turismo sin control es otra de las mayores amenazas de este sitio, ya que la brigada autorizada para realizar los recorridos se integra solo por 10 individuos, así que decenas de personas entran al santuario, que no se encuentra abierto al público en general.
En un recorrido, MILENIO constató que paseantes que se dirigen al volcán ingresan hasta el paraje Joya Redonda en Jeeps y beben alcohol.
Además, el sitio se ocupa para pasar un día de campo y se encienden fogatas en el paraje donde miles de mariposas revolotean. También acumulan a las que han muerto para jugar a aventarlas como “pétalos de flores” y, por si fuera poco, sin el mayor resguardo, el ganado de la población local pastorea tan cerca de los racimos de monarca que vacas y becerros las pisotean y defecan sobre ellas.
Rivapalacio ha registrado la entrada de 3 mil visitantes que la brigada ha controlado esta temporada, pero asegura que la cifra es mayor: “No hay un control; de repente sabes que vienen personas, hasta extranjeros, y hay gente que lucra y cobran las entradas y ni si quiera te enteras”, alertó.