Hao jile o, en español, Que tenga un buen día, es una elegante animación que representa al cine chino en el 38 Foro Internacional de la Cineteca que comenzó el pasado 20 de julio y que en su Circuito CDMX se extenderá fuera de su sede hasta el 28 de agosto. Aún vale la pena el atracón fílmico que proponen los curadores de esta emisión cuyo objetivo consiste desde 1980 en ser escaparate del cine vanguardista del mundo. Porque si bien es cierto que tras el adjetivo “vanguardista” se escudan los tipos más pretenciosos, también hay dos o tres vanguardias muy atractivas. La de Liu Jian, por ejemplo. Es atractiva pues Que tenga un buen día crece gracias a su relación con la literatura. De Malraux, el director ha tomado la sordidez de los personajes, una guerra en el trasfondo y el brillo de la compasión que en esta ciudad apenas se adivina. Pero también está Tolstoi. La animación comienza con una cita de Resurrección en torno a la primavera que se abre paso en la ciudad a pesar de los hombres que, necios, se aglutinan y llenan el piso de piedras, cortan la vegetación y largan de sus nidos a los pájaros y a las bestias que se transforman, entonces, en las bestias de una ciudad superpoblada que tanto se parece a la Ciudad de México que padecemos los que somos personajes como los de Liu Jian. Shanghái ha sido retratada por Won Kar Wai en In the Mood for Love y Happy Together. Es la urbe asiática que unifica la miseria de Oriente y Occidente; el símbolo del fetichismo que produce el dinero. Justamente por ello funciona que en el viejo estilo del cine negro, el autor haga confluir la historia de sus personajes en torno a un Macguffin, descubrimiento narrativo de Hitchcock que llevó a su clímax Quentin Tarantino en Pulp Fiction. ¿Qué ofrece el dinero? Un futuro imaginado: el esperpento que mezcla el imaginario de la China comunista con el de los súperhéroes gringos de los años de 1950 y que puede liberar a una pareja de la ciudad de perros flacos, hombres que no saben si adorar a Jesús o a Buda y niños mal nutridos que duermen frente a un puesto de sandías.
Estas imágenes no solo justifican la recepción de crítica que tuvo esta segunda película de Liu Jian en el 67 Festival Internacional de Cine de Berlín, también el adjetivo de “elegante” del que hablaba antes. Y es que como sucede con las animaciones verdaderamente artísticas, la forma y el fondo se complementan: la historia solo podría ser contada así, como un collage de cuadros que con movimiento muy sencillo (primitivo en comparación con las animaciones hollywoodenses) presenta el mundo salvaje del capitalismo de Estado que tanto atrae a los amantes de Xi Jinping. El salvajismo está, pues, en el contraste colorido al interior del cuadro mismo y que refiere al fauvismo de la pintura francesa de principios del siglo pasado. Es la locura de la modernidad que ofrece sin duda muchas alternativas pero todas igualmente idiotas. Hay tres tipos de libertad, dice un filósofo chino en esta película: la de quien puede comprar lo que quiera en el mercado, la de quien puede comprar lo que quiera en un centro comercial y la de quien puede comprar lo que quiera en el Internet. ¿Para qué sirve el dinero por el que todos estos personajes se están matando? Para imaginar que, como dijo Rimbaud, la vida está en otra parte.
@fernandovzamora
Que tenga un buen día (Hao jile). Dirección, Liu Jian. China, 2017.