“La novela no está muerta, pero prefiero la no-ficción”

Reivindica el valor del periodismo como género literario; admite que no sirve para criminal: “he cometido solo pequeñas mezquindades”.

El autor de "El adversario", "Una novela rusa" o "Limónov" platicó con el diario español.
Madrid /

Hay algo de extravagante en el salón de Casa de América donde el escritor francés Emmanuel Carrère (París, 1957) espera la hora de la entrevista. Habla despacio, tira suavemente sonrisas a la atmósfera, pega frenazos en la conversación hasta que encuentra las palabras exactas. No rehúye ninguna pregunta.

Su obra tiene detractores y entusiastas. De la no ficción ha hecho su patrimonio y su reino. El adversario, Una novela rusa o Limónov lo sitúan en un lugar extraño de la literatura europea. Aquí se muestra de cuerpo entero, con toda su contundencia.

¿Ha cambiado en algo su mala relación con la ficción?

¿Por qué una mala relación?

Porque prefiere la no ficción.

Prefiero escribir no ficción, pero como lector me gusta igualmente la ficción. No es una elección motivada por una preferencia estética o ideológica. No creo que la novela haya muerto, pero me siento más cómodo de esta forma un poco rara en la que trabajo desde hace casi 20 años.

¿Volverá a la ficción?

Quién sabe.

¿Emmanuel Macron es un espejismo político o un milagro?

La gente que esperaba que fuera más de izquierdas se ha encontrado con que es más de derechas. Voté por Macron y lo haría de nuevo. No me parece fantástico todo lo que hace, pero de la oferta política que hay en Francia me parece un presidente que intenta hacer algo. No es poco.

¿No hay decepción?

Eso depende de lo que esperáramos. Lo que me parece positivo es la presencia de Francia en el escenario internacional, que ha mejorado (...) Macron es un poco el presidente de los ricos.

"The New York Times" califica su prosa de “compulsiva”

¿Qué quiere decir compulsivo?

Impetuosa.

Si me dan a elegir entre impetuosa y apática, prefiero impetuosa.

Pero usted es un escritor de frase limpia, trabajada...

Lo intento, sí.

¿No extraña una figura femenina en su abanico de personajes?

Tiene gracia. Estoy haciendo una película y solo hay mujeres. Hay un pequeñísimo papel para un hombre, pero ni siquiera he empezado a buscar un actor.

¿Cómo ve el resurgir del movimiento feminista?

Mi mujer me reprocha a menudo que soy machista. De una forma muy amable y bien intencionada, sí, pero machista, aunque yo no me considere así en absoluto.

¿De qué le ha salvado la literatura?

Me cuesta imaginar una vida en la que hubiera hecho otra cosa que no lo sé.

Dice que “la autobiografía se mueve entre dos polos: glorificarse o degradarse a uno mismo”. Usted es más de degradarse...

Cuando uno escribe sobre sí mismo controla lo que escribe. No hay que ser muy valiente para hacer una autobiografía. Es mucho más complicado escribir sobre otros. Ahí entran en juego ciertos problemas morales. Cuando se escribe sobre uno mismo, se escribe cuanto se quiere y se para cuando se quiere. Y se esconde lo que se quiere, también.

Usted no esconde mucho...

No, yo no escondo mucho porque creo que, en realidad, somos todos bastante parecidos: bastante sórdidos, bastante miserables. Y no está mal decirlo. Tampoco es que haya hecho cosas atroces, solo pequeñas mezquindades. No valgo como criminal.

¿Cuánto pesa en su escritura el periodismo?

No soy periodista profesional, pero me entusiasma. Para alguien que escribe no ficción hacer periodismo es exactamente el mismo trabajo que para un escritor de ficción escribir una novela.

¿Lo entiende como un género literario?

Absolutamente.



Antonio Lucas y Sara Polo

  • Milenio Digital
  • digital@milenio.com
  • Noticias, análisis, opinión, cultura, deportes y entretenimiento en México y el mundo.

LAS MÁS VISTAS