Era poseedora de una envidiable habilidad mental que conjugaba con una gramática de la leperada barrial, para sorprender a su interlocutor, con un florido juego de palabras con doble sentido
A la llamada Reina del albur, nadie se la llevaba al baile, con su picardía heredada del mero corazón del barrio de Tepito.
Ella aprendió a alburrear a utilizar el vocabulario para recrear el lado erótico del verbo, de manera recreativa.
Aun cuando el albur es una manera jocosa en que los hombres mexicanos liberan la agresividad y hablan o presumen de la virilidad, esta práctica machista, fue muy bien utilizada por la Reina del albur.
Una mujer, la campeona del albur
Las amas de casa, los antropólogos, periodistas e investigadores sociales se han mostrado interesados por esta forma de lenguaje que pervive en muchos espacios; pero son las mujeres, por lo general, las víctimas de los comentarios en doble sentido, aunque paradójicamente era una mujer, Lourdes Ruiz, vendedora ambulante, la campeona del albur en el barrio bravo de Tepito.
A partir de su experiencia hablaba de la forma en que había logrado dominar el albur y cómo se enfrentaba con los varones, sobre todo en ese campo que es un coto de poder masculino.
"Para quienes le preguntan, por qué los hombres nunca dan explicaciones a las mujeres sobre los albures que se dicen entre machines que por lo general, nunca lo hacen porque traicionarían su inconsciente", dijo a MILENIO, antes de impartir el Diplomado en el Palacio de Bellas Artes, en el mes de febrero de 2013
Diplomado del albur
Luego de impartir varios talleres del albur en la Galería José María Velasco, ubicada en el Barrio de Peralvillo, el INBA impulsó Diplomado de albures finos y Lourdes Ruiz participó.
En 2013, Alfredo Matus, director de la Galería José María Velasco dijo que la pretensión del diplomado no es darle al albur una acreditación académica, sino que las personas entienden el manejo de este metalenguaje.
En este encuentro académico y cultural se hacieron a un lado los prejuicios y los enigmas que se generan alrededor del albur, como un fenómeno cultural acotado a una clase social.
Lo extraordinario fue que una mujer impartió este diplomado, junto con Alfonso Hernández, hojalatero social, en el Observatorio barrial del Centro de Estudios Tepiteños.
LACP