La renuncia a la vigilancia al presupuesto cultural (parte 5)

Nos tomamos un respiro en el análisis de “lo que el sexenio se llevó” y en colaboraciones anteriores abordamos otros temas.

Casa de la Cultura Ernestina Gamboa. | Rolando Riestra
Jaime Chabaud Magnus
Ciudad de México /

Nos tomamos un respiro en el análisis de “lo que el sexenio se llevó” y en colaboraciones anteriores abordamos otros temas. Sin embargo, la lista de malas decisiones que se tomaron desde la cabeza de la Secretaría de Cultura federal que impactaron brutalmente al ecosistema cultural del país está apenas por enunciarse. Por ejemplo, la cantidad de festivales culturales (de teatro, danza, música, letras, etcétera) que desaparecieron bajo el influjo de la ya famosa frase de la titular de que “es que era una robadera”, es alucinante.

En el ramo teatro desaparecieron prácticamente todas las muestras estatales y regionales salvo en las entidades donde sus titulares de Cultura lograron negociar presupuestos con la Cámara local o con sus gobernadores. No tengo memoria, en estos seis torturantes años, de que los pocos festivales no hubiesen visto adelgazados sus días de ejecución así como sus programaciones amén de que redujeron los pagos a artistas y demás. Todos se redujeron, con lo cual se hicieron menos funciones y el impacto hacia sus públicos fueron menores o francamente minúsculos.

Ciertamente, esto no comenzó en este sexenio y es consecuencia de la reducción que en los últimos años del peñanietismo se hizo del comúnmente llamado, entre funcionarios y gestores culturales, “subsidio piso” para Cultura que se daba a cada entidad federativa, y que consistía en 34 millones de pesos anuales. No era mucho pero permitía a las instancias culturales no sólo la creación de festivales sino de fondos editoriales, concursos estatales de diversa índole, atención a municipios, mantenimiento a sus recintos culturales, pago de maestros de sus escuelas de arte o bien de maestros foráneos para programas de formación permanente y un largo etcétera.  Dentro de ese “subsidio base” entraban los programas transversales como las muestras estatales de teatro, el Programa Nacional de Teatro Escolar y la Semana de Cine en tu Ciudad. 

Traspunte

Comprobación y papeleo

El “subsidio base” a los estados pasó de 34 millones a 10 millones de pesos, a 8 millones y a 10 millones nuevamente en los últimos tres años del peñanietismo. El daño fue muy grande, sin embargo, Frausto decidió bajarlo a un millón 600 mil pesos con unas exigencias de comprobación y papeleo que lograron que varias entidades desistieran de intentarlo. “Es que era una robadera”, repetirá hasta la tumba.


LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.