2020: el saldo de un año insólito y desalmado

En portada

Un grupo de escritores, artistas y académicos comparte sus experiencias en el año de la peste y sus expectativas ante el nuevo ciclo que llegará con el 2021.

Los héroes de 2020. (Cortesía: Santiago Arau)
Héctor González
Ciudad de México /

Duro y desalmado

José Manuel Aguilera | Músico

Cierro el año bien y pude trabajar en Entre la niebla, el nuevo disco de La Barranca. No obstante, también me encuentro consternado por la forma en que se desarrolló la pandemia. Creo que nadie imaginó una situación como ésta. Me preocupan mis seres cercanos e intento cuidarme. Perdí grandes amigos y eso me pegó durísimo. El 2020 ha sido un año duro y desalmado. Por lo mismo, es un tiempo poco propicio para hacer planes. Ya están algunas vacunas, pero es difícil tener expectativas. Todos queremos que esto pase, pero la realidad es que no sabemos cuándo será, ni cuántas víctimas más cobrará el virus.

Una lección importante del año que termina es el valor de la convivencia física entre los seres humanos. Ojalá revaloremos que nunca será lo mismo estar en una conferencia por Zoom que juntarnos en una sala.

(Facebook: JMAguileraOficial)

Un antes y después

Santiago Arau | Fotógrafo

Fue un año atípico. Marcará un antes y un después. El 2020 es el acento de la época porque exageró lo positivo y lo negativo. Es la culminación de décadas de no hacer bien las cosas en términos de desigualdad, consumo, educación y salud. Tuvimos que hacer una pausa y ojalá nos motive a la reflexión. Soy una persona solitaria. Mi familia vive lejos. No tengo hijos ni pareja; eso facilitó que pudiera salir a documentar sin temor de contagiarme o contagiar a alguien más. Registré las aglomeraciones del Metro y lo que sucedía en los hospitales. Asumí la libertad de elegir. Estuve en los pabellones covid-19 y afortunadamente jamás me enfermé. Me cuidé, hice ejercicio e intenté dormir bien. Me he realizado muchas pruebas y en ninguna salí positivo. Tengo esperanza en que mucha gente sienta lo mismo que yo. El año nos enseñó a saber parar para escuchar al tiempo y al cuerpo. Vivimos con lo necesario. Nunca faltaron los insumos básicos. Faltó cerveza y en algunos casos papel de baño, pero hasta ahí. Pertenezco a una generación acostumbrada a trabajar sin parar, de lunes a domingo, porque nuestros padres o abuelos tuvieron otro tipo de carencias. Asumo que hablo desde un lugar privilegiado, pero necesitamos aprender a decir: no.

Este año monté mi primera exposición individual en San Ildefonso, pero no he podido disfrutarla. Ahora estoy en la selva yucateca porque decidí frenar y poner en orden mis ideas para lo que venga.

En 2021 espero sacar una publicación y hacer una exposición de mi registro del coronavirus. No sabemos cómo terminará todo, pero confío en que la maquinaria capitalista pueda desacelerarse sin descuidar la salud. De lo contrario, estaremos condenados a chocar con un iceberg.

(Cortesía: Gaceta UNAM)


El año del virus

Sabina Berman | Narradora y dramaturga

Este 2020 será para siempre el año del virus. La pandemia nos cambió la vida. Me obligó a asumir mi mortalidad y que la única presencia real es la material. Hoy sé lo pequeña que soy en contraste al planeta. Escribí una novela sobre la política, la economía, el virus, la existencia material y la naturaleza; es una despedida a toda filosofía excepto a la fisiología. Saldrá en 2021… si todo va bien. También fue el año de volverse radicalmente feminista y ecologista. Ya no hace falta esperar nada de nadie para asumir nuestras raíces. A través de la pantalla tuve dos meses intensos de problemas con John Ackerman. La realidad resolvió las cosas de una manera elocuente y no me arrepiento.

Me volví híperconsciente de la separación y la artificialidad del lenguaje. Mi novela es muy autobiográfica y trata de alguien que de pronto tiene dificultades para respirar y que por primera vez se da cuenta de que sin aire no somos nada. Viví con gran intensidad la preocupación por la muerte y la compasión por amigos que murieron o perdieron familiares. Caí en conciencia de la materialidad de la vida.

Entre mis expectativas para 2021 está la vacunación, creo que será lo único que nos salvará de esto. Hay un gran signo de interrogación en mi futuro porque la actividad teatral quedó suspendida. Iba a empezar a ensayar una obra en Inglaterra pero se paró; teníamos dos montajes en Ciudad de México y un par más en Brasil. Todo quedó en el aire. No sé si volveremos a hacer teatro en los próximos tres años. No podemos trabajar con aforos de 30 por ciento, no salen las cuentas.

(Foto: Héctor Téllez | MILENIO)

Espacios de soledad

Óscar de la Borbolla | Filósofo y escritor

El 2020 es el peor año que me ha tocado vivir. Nunca había pasado por un momento universalmente tan grave. Viví el 68 y el 71, tiempo de movimientos políticos muy intensos. Aprehendieron y mataron a muchos amigos, pero fue algo local. Ahora la economía mundial quedará semidestruida y dejará a muchos países desmantelados. Nos espera una recuperación muy lenta. Ha sido un año funesto; sin embargo, hay un aspecto interesante. Hemos podido revalorar las cosas que antes nos resultaban invisibles. Creo y espero que aprendamos algo de esto. Uno no aprecia la salud cuando la tiene sino cuando la pierde, igual que la juventud o la tranquilidad económica. Perdimos, además, bienes fundamentales como los de la convivencia. Descubrimos también la hipocresía de nuestros deseos. Hubo quienes no han soportado la convivencia familiar durante las 24 horas del día. Se puso en duda que seamos seres familiares o sociales. Realmente, nos la podemos pasar bien sin los demás. Si no somos solitarios, al menos necesitamos espacios de soledad. Quizá esta sea otra lección.

Creo que la maldición de este año se prolongará al menos hasta junio o julio de 2021. Después vendrá la recuperación y tendremos mejor ánimo cuando recuperemos las calles sin miedo. Vendrá un momento de tránsito, pero creo que retoñará el entusiasmo. Me imagino que para mi próximo cumpleaños, en septiembre, haré lo que nunca: un parrandón con todos mis cuates. Vendrán más ganas de vivir y más rebeldía.

(Foto: Luis Jorge Gallegos | MILENIO).jpg

Abrazar a la gente

Concepción Company | Lingüista

En lo profesional, ha sido un año muy productivo. Cerré un par de libros. Al principio pensé que esto duraría un par de meses, como la epidemia de 2009, pero se extendió a un tiempo indefinido. El trabajo fue una tabla de salvación en un año de impotencia e incertidumbre. Aprendí de tecnología y fui de las afortunadas que trabajó desde casa por Zoom aunque a la larga tantas reuniones fueron desgastantes.

Afectivamente no fue nada satisfactorio en lo personal y colectivo. Los seres humanos vivimos en el contacto, es nuestro estado natural y eso fue suspendido por la pandemia.

Aprendí a ser paciente y más flexible. La pandemia me enseñó que hay que tomar el día como viene. No hace falta hacer grandes agendas.

La única expectativa que tengo para el próximo año es volver a abrazar a la gente. Extraño enormemente a mis hijas y a mi nieta, primero porque no viven en México y segundo porque entiendo que es un riesgo. Me preocupa el país y la desigualdad que dejará todo esto. No creo en las medidas gubernamentales. Sólo deseo que 2021 sea un año menos malo. Desde luego, a la primera oportunidad me pondré la vacuna. No puede haber nada peor que estar permanentemente encerrado. No podemos perder el contacto humano porque a partir de ahí se generan las dinámicas sociales y lingüísticas.

(Foto: Jorge González | MILENIO)

Un futuro incierto

Horacio Franco | Músico

Para mí, como para todos los artistas, fue un año muy duro. La agenda laboral bajó muchísimo. Me dio covid-19 en marzo, lo traje de Nueva York. Padecí neumonía y di positivo en la prueba. Pasé un día en terapia intensiva pero los doctores vieron que mis pulmones funcionaban bien y me mandaron a casa. Me recuperé al cien por cien. Tuve miedo pero no vi de cerca la muerte. Soy una persona sana, tengo bien mi sistema inmunológico. Soy extremadamente cuidadoso con mi vida física. Apenas me recuperé, seguí con mis clases. Empecé a grabar y en mi sitio de YouTube subí contenidos. Inicié el proyecto Fantasías de Telemann. Grabé obras de Bach, hice conciertos en línea o presentaciones de Facebook Live. Intenté ser resiliente, disciplinado y valiente.

El 2021 no pinta bien por los estragos del virus. Si algo aprendí del covid-19 es que somos una especie muy vulnerable. Nos enseñó a no confiar tanto en la supuesta prosperidad que creímos tener y con eso me refiero a una forma de vida con la que puedes tener un buen trabajo, contacto social y un modus vivendi cómodo. Tanto banqueros como artistas nos hemos visto afectados. Pero hay que aguantar y entender que la vida no la tenemos comprada. Necesitaremos estar alertas, ahorrar en la medida de nuestras posibilidades y ser impecables con nuestra alimentación. Veo un futuro incierto. Nuestro bienestar depende de una vacuna que bien a bien no sabemos si funcionará. En lo profesional, me parece que todavía tardaremos en llegar a la normalidad. He dado conciertos con poca gente o yo solo. Acabo de hacer una grabación con la Sinfónica de Acapulco, dirigí a la Sinfónica del Estado de México, siempre sin público. No he tirado la toalla, pero estamos en circunstancias muy desafortunadas. Desgraciadamente, mucha gente no lo entiende, y, como dice el colectivo, no vivimos del aplauso, tenemos que comer y vivir.

(Foto: Omar Meneses | MILENIO)

Revalorar los afectos

Ángeles González Gamio | Cronista e investigadora

El encierro forzado impactó en mi vida profesional. Suspendí conferencias y actividades presenciales. No dejé de escribir mis crónicas y prólogos. Más adelante, el Zoom hizo las cosas más llevaderas y pude retomar mis pláticas. La tecnología se convirtió en una herramienta muy útil y seguramente cambiará la vida en el futuro porque tiene un alcance mayor. Este es un balance positivo. Por otro lado, tenemos la tristeza de la gente que ha enfermado o perdido familiares y amigos sin poder despedirse de ellos. Ha sido una experiencia tremenda y al nivel de las grandes plagas.

Jamás pensé que en pleno siglo XXI viviríamos algo tan devastador. Si hemos podido llegar a la Luna quién nos iba a decir que un virus nos tumbaría. La gran lección de 2020 es no dar las cosas por hecho. La vida puede cambiar en cualquier momento y necesitamos estar preparados. No podemos descuidar los sistemas de salud y necesitamos revalorar las manifestaciones físicas de afecto.

Espero que la vacuna funcione y nos permita volver a la “normalidad”. Las epidemias anteriores pasaron y sin vacunas; de igual modo, confío en que esto pase. Tal vez 2021 sea distinto, pero al menos veremos una mejoría. Tiendo a ser optimista y creo que será un año mejor.

(Foto: Jesús Quintanar | MILENIO)

Lecciones de la pandemia

Élmer Mendoza | Escritor

En lo personal, fue un buen año. Llevo tiempo haciendo agendas brutales y en diciembre termino hecho polvo. Mi último viaje fue el 10 de marzo y desde entonces no volví a salir. Me quedé en casa. Soy una persona que sabe adaptarse a las circunstancias, así que he seguido los lineamientos, no del gobierno de México, sino los de las instituciones internacionales como la OMS. A lo largo del año terminé una novela que espero salga en 2021. Desde siempre había tenido ganas de escribir una obra de anticipación y ahora lo estoy consiguiendo. Una historia que transcurre en 2052, cuyos personajes son hijos de quienes sobrevivieron a la pandemia. Otro tema que estoy trabajando es el regreso: un hombre que vuelve a su pueblo.

No he dejado de tener citas con mis médicos. Las medicinas y el supermercado nos los traen a casa. Creo que esto nos ha dejado varias lecciones. Somos una sociedad cuyo 80 por ciento de actividades son suntuarias, es decir, no esenciales; el resto lo dedicamos a cosas imprescindibles. Me ha sorprendido el tipo de virus, es incontrolable. Llegó para quedarse. La actitud de los jóvenes me llama la atención: son la principal fuente de contagio porque no resisten quedarse en casa. No saben cambiar el estilo de vida a pesar de que son quienes mejor ejercen los adelantos tecnológicos. No soy abstemio, pero me sorprende el aumento en el consumo de alcohol como sucedáneo de las salidas o para producir alegría. Me ha sorprendido la forma en que los artistas han resistido con actividades en streaming o cursos.

Mi principal expectativa para el próximo año es sobrevivir hasta que me vacunen. Después me atreveré a salir a desayunar con mis hijos y nietos. Tengo algunos viajes pendientes, pero, supongo, se irán hasta 2022.

(Foto: Omar Franco | MILENIO)

Espera y reflexión

Celia del Palacio | Historiadora y escritora

Este año ha sido de espera y reflexión. Pude publicar mi novela El camino del fuego y estoy a la espera de sacar otro libro sobre las víctimas de desaparición forzada en Veracruz. Aun así pude detenerme y disfrutar aunque fuera un poco, dado que todo 2019 estuve en tratamiento por un cáncer de mama. Dentro de todo, 2020 ha representado la alegría de sobrevivir.

Para el próximo año, confío en que una vez que tengamos la vacuna podamos salir adelante aunque la vida no será igual. Viene un periodo de incertidumbre, pero necesitamos cambios profundos en nuestra manera de ver la vida. Quizá tengamos que regresar a la visión de los pueblos prehispánicos, cuando se entendía que todos somos uno y si uno se descuida descuidamos al resto. Urge repensarnos en lo colectivo.

(Foto: René Soto | MILENIO)

Amargo y oscuro

Rafael Pérez Gay | Escritor

Ha sido un año trágico en México y el mundo. En el país sumamos más de 120 mil muertos y más de un millón de infectados. No podemos sino guardar luto por las familias destruidas. Sigo pensando que el gobierno federal manejó muy mal la pandemia y que Claudia Sheinbaum hizo mejores esfuerzos aun cuando la ciudad está en semáforo rojo. Sigo sin entender la necedad y bravuconería de no usar cubrebocas por parte del Presidente. A estas alturas ya no puede usarlo porque eso implicaría reconocer que se pudieron salvar vidas. En lo personal, no haré elogio del encierro. Mentiría si dijera que leí mucho. Empecé muchos libros pero varios los abandoné. Vi series de televisión.

El año me deja un sabor amargo y oscuro. Antes de la pandemia la economía venía a la baja, pero esto terminó de hundirnos. Ha sido un año que no olvidaremos nunca.

La editorial Cal y arena pasó momentos muy difíciles, como supongo sucedió con los sellos medianos y pequeños. Perdí un amigo muy querido, Luis Franco, editor. Murió de covid-19.

¿Qué espero para 2021? Primero que la vacuna llegue, pero tampoco la ofrezcamos si todavía no está. Deseo que al gobierno le salga bien el plan. Una vez que superemos la emergencia, espero que Cal y arena vuelva a publicar al ritmo de antes. La editorial y Nexos fuimos castigados de una manera desmedida por la Auditoría de la Federación; esto agudizó nuestra crisis. Por fortuna, el Tribunal consideró que se podía levantar la sanción para estudiarla más a fondo. Sin embargo, el mundo ha cambiado. Aun con vacuna tendremos que usar cubrebocas. Tenemos que volver a la idea de que el conocimiento es fundamental y de que los especialistas saben. Sin conocimiento, las sociedades se hunden en el oscurantismo que es la negación del mundo democrático, de la igualdad y la lucha contra la pobreza.

(Foto: Javier Ríos | MILENIO)

Rescatar la luz

Alberto Ruy Sánchez | Escritor y editor

Bajo el manto sonoro de las ambulancias, que no cesan, se extiende y picotea el reto de seguir escribiendo. Lo inédito se metamorfosea, escucha. También crece el reto de que subsistan los proyectos editoriales golpeados desde un año antes y para los que hemos convocado la solidaridad de todos los horizontes. Y tratamos de que subsista a pesar de todo algo de nuestros proyectos de apoyo y preservación de la memoria y el patrimonio.

El año se acaba sin acabarse. Un poderoso marcador del tiempo, esta vez más fuerte que el calendario: el ciclo de la fragilidad humana amenazada nos impone su propia medida. El tiempo común es el de esa amenaza mundial, más larga que un año.

Nuestra larga porción de peste, nuestra amenaza, se ve agravada y alargada por varias desgracias omnímodas. Reina entre ellas la crueldad de los poderes, multiplicada por hordas que la riman desenfadadas. Estamos en los años de la crueldad, hermana mayor de la peste. Y, a pesar de todo, bajo las sirenas, urge buscar las islas de luz que son afirmaciones de vida, en todos los horizontes y campos rescatar esa luz, compartirla, multiplicarla.

(Archivo MILENIO)

Las cosas buenas

Susana Zabaleta | Actriz y cantante

En lo personal, y pese a todo, fue un buen año porque me vi obligada a conocerme más a mí misma. El principio fue muy duro. La sacudida del virus nos movió el piso, pero ahora que empezamos a ver el final creo que puede traer algo positivo. Me da mucha pena la gente que perdió familiares y amigos. Aun así prefiero retomar las cosas buenas, como el arte que se generó durante la pandemia y la forma en que temblaron los políticos por sus errores. Seguramente sin el covid-19 Trump seguiría en el poder.

En lo profesional, tengo esperanza en que la gente entenderá que las cosas en vivo no pueden ser sustituidas por una pantalla o una televisión. Confío en que pronto saldremos e iremos al teatro y a los conciertos. Volveremos a estar juntos y aprenderemos a ser selectivos del arte que escogemos. Vimos que la cultura es esencial para que siga funcionando el mundo.

Tengo muchas expectativas para el próximo año. En enero empezaré un programa de cabaret político con Regina Orozco. Hay muchos planes, pero en este momento mi proyecto principal es la publicación de El otro libro de los abrazos o por el otro hueco de la armadura.

(Foto: Leonel Rocha | MILENIO)

AQ | ÁSS

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