46:46.46

Toscanadas

Solemos tener gusto por los números redondos o simétricos o consecutivos cuando los tenemos delante. Pero no nos gusta tentar la suerte con ellos

Los números andan por el mundo sin que les importen las supersticiones y, tratándose del azar, respetan estrictamente las leyes de la probabilidad
David Toscana
Madrid, España /

Una vez salí a correr con Cristina Rivera Garza en Calgary. Partimos del hotel Westin en la Cuarta Avenida y de ahí pasamos a recorrer una larga vereda conocida como el Riverwalk al costado del río Bow. Nos habíamos propuesto como final del recorrido una cruz en el suelo del parque Sien Lok. Luego del sprint final, en el instante en que ambos pisamos simultáneamente la mentada cruz, detuve el cronómetro. El tiempo del recorrido fue de 46:46.46. Nos pareció un bonito número y hasta augurio de algo. Una centésima de segundo antes o después habría desbaratado la armonía. Un cronómetro parado en 46:23.18 no habría dicho nada, pero detenido en 46:46.47 habría hecho sentir que algo se escapó de las manos por un imperceptible retraso.

Solemos tener gusto por los números redondos o simétricos o consecutivos cuando los tenemos delante. Pero no nos gusta tentar la suerte con ellos. Por eso hace siete años nos deleitamos con la fecha 11/11/11; ¿pero quién se anima a comprar el billete de lotería 11111? Por más que las matemáticas digan que ese número tiene la misma probabilidad de salir premiado que el 16702, lo normal es que prefiramos este último.

Alguna vez leí sobre un hombre lleno de cincos. Había nacido el 5 del mes 5 de un año terminado en 5; era el quinto de cinco hermanos y varios cincos más. Un buen día fue al hipódromo. En la quinta carrera un caballo llamado Cinco Estrellas salía del arrancadero cinco. Le apostó cinco mil dólares, y el caballo llegó en quinto lugar.

Los números andan por el mundo sin que les importen las supersticiones y, tratándose del azar, respetan estrictamente las leyes de la probabilidad. De nada sirve soplarle a los dados para aumentar la viabilidad de un resultado. Pero si el resultado es el deseado, el protagonista pensará que el soplido fue determinante.

Cuando algunos se suben a un avión saben que hay una probabilidad mínima de que se estrelle; pero la probabilidad existe. Para no atemorizarlos muchas aerolíneas brincan en su numeración la fila número trece, pero, aunque le cambien el nombre, la decimotercera fila sigue siendo la trece.

Volviendo a los números de lotería, me pregunto si algún vendedor alguna vez salió a vender el 22222 o el 44444, o si la misma Lotería Nacional sabe que esos billetes se quedan en casa por ser invendibles. ¿Qué ha ocurrido con las varias miles de series del 33333 desde que la lotería es como la conocemos? ¿Existe el 00000? ¿Alguien se atreve a comprar el 66666? ¿Qué pasa con el 00001? ¿O con el 20000? ¿Cuál es la lista de números que se consideran invendibles? ¿Comoquiera los imprimen?

Preguntas en verdad profundas.



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