Los martes son de intenso trabajo para Adriana Malvido. Es el día en que entrega su artículo semanal y se encierra en casa, con múltiples documentos a la mano, acumulados a lo largo de los años a sabiendas de que en algún momento habrán de servirle para sus textos periodísticos.
Todo comenzó en junio de 1979, cuando por vez primera pisó la redacción del periódico unomásuno. Cuatro décadas después no ha parado en su empeño por elevar el nivel de la conversación social.
“Necesitamos aportar con nuestros puntos de vista. Los reporteros culturales tenemos que dar la perspectiva histórica; tenemos la responsabilidad de ser muy atentos y críticos, superando la coyuntura y la reacción de rebote sobre lo que está pasando”.
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Malvido recibirá el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, que se celebrará del 30 de noviembre al 8 de diciembre de 2019. Aunque no oculta su felicidad, el reconocimiento la obliga a una serie de reflexiones sobre el estado del periodismo cultural en nuestros días.
“El desafío de todo el periodismo es superar la precariedad laboral para vivir dignamente de lo que hacemos. El entorno no ayuda mucho, el mismo presidente (Andrés Manuel López Obrador) está colaborando a que haya esta actitud agresiva hacia los medios. Necesitamos elevar el nivel de la conversación social y abordar los temas que tenemos enfrente y que, tal vez, se nos están escapando: la inteligencia artificial o la realidad virtual…, los desarrollos tecnológicos que impactan la cultura de todos los días y que tenemos muy cerca”.
Como resultado de su tarea en el periodismo cultural, Adriana Malvido ha publicado libros como Nahui Olin, la mujer del sol, La Reina Roja, el secreto de los mayas en Palenque o Los náufragos de San Blas, por los cuales ha recibido premios como el Jesús Galindo y Villa, otorgado por el INAH; el Nacional de Periodismo y el PEN México a la Excelencia Periodística.
“Desde hace muchos años estamos como en resistencia, algunas veces ganando las batallas y otras perdiendo. Para lo que ofrece el periodismo cultural en este país hay que inventarnos esos espacios, ya sea en el entorno digital o en los impresos, seguir luchando por la investigación de largo aliento, por un periodismo que no solo informe, sino proporcione elementos para ver la realidad desde otra perspectiva; no solo para enterar a la gente, sino para entender lo que está sucediendo”.
El periodismo en general, el cultural en particular, enfrentan retos: llamar la atención de un mayor número de lectores, de escuchas o de televidentes, y lograr que los medios se interesen más por él. “No sé si me veo demasiado romántica, pero creo que hay que defender el derecho a la contemplación, al sosiego, a la lectura sin los exabruptos y las agresiones que ahora encontramos por todos lados, porque la violencia no sólo está en las calles, sino en el lenguaje. El periodismo cultural tiene la posibilidad de defender al lenguaje, de defender la buena imagen, de defender lo que humaniza a la información de todos los días”.
Malvido está convencida de que el periodismo cultural se encuentra en una etapa de reacomodo y de lucha por espacios; de ahí la importancia de los suplementos culturales: “son como un milagro en un mar de información que siempre ha privilegiado a la política. Cuando empecé, las secciones culturales ganaron espacios, luchábamos por más páginas, por convencer —sobre todo a las áreas de publicidad— que el periodismo cultural ofrece cosas importantes a un medio, tan importante como la política o la economía”.
La mayor parte de los libros publicados por Malvido comenzaron como una nota periodística: un hallazgo arqueológico o una entrevista se transformaron en un reportaje, en un texto de largo aliento, y más tarde en un libro. Ya raras veces ocurre eso, reconoce la periodista, en gran parte porque no hay muchos lugares con espacio suficiente para esas apuestas. “No quiero culpar a las nuevas tecnologías o a las redes sociales, porque esos son instrumentos, soportes. Es importante recuperar el espíritu, en el medio impreso o en el digital, del periodismo de largo aliento que nos está haciendo mucha falta. Las redes sociales son muy adictivas, nos están acelerando”.
La periodista dice contundente:
“Debemos defender la personalidad de un periodismo cultural serio. Es un momento muy importante para hacerlo, sin dejar de reconocer que las redes, los nuevos formatos, tienen su sentido. Hay quien hace arte a través de un tuit, pero nosotros somos periodistas”.
Sobre el Homenaje en la FIL de Guadalajara, Malvido dice: “Me parece muy importante que la FIL siga dando un reconocimiento al periodismo cultural, porque lo necesita. Me da gusto que también se premie el trabajo de los reporteros, una labor muy apasionante, pero al mismo tiempo muy dura y muy poco reconocida, y en los últimos años castigadísima en cuanto al espacio y los foros”.
ÁSS