Andrea H. Reyes: “Ahora sí podemos entender a Rosario Castellanos”

Entrevista

A propósito de la reedición de más de 500 de sus ensayos bajo el título 'Mujer de palabras. Artículos rescatados', la investigadora explica por qué una obra tan prolífica ha sido, en su mayor parte, ignorada.

La escritora mexicana Rosario Castellanos. (Archivo)
Ciudad de México /

La investigadora estadounidense Andrea H. Reyes reivindica a Rosario Castellanos como “pensadora profunda”, no sólo narradora y poeta, cuya obra ensayística fue ignorada pese a ser su más prolífica.

“Ahora sí podemos entender a esta escritora y pensadora mexicana”, afirma Reyes en entrevista durante su visita a México para participar en actividades en torno al 50 aniversario luctuoso de Castellanos, el 7 de agosto, y lanzar una nueva edición de ensayos de la autora de Oficio de tinieblas.

En la charla, compara con Simone de Beauvoir y Virginia Woolf a Rosario Castellanos (DF, 25 de mayo de 1925-Tel Aviv, 7 de agosto de 1974), a partir de sus coincidencias en la vanguardia feminista.

Después de dos décadas, se reeditan en dos volúmenes poco más de 500 ensayos de la mexicana, agrupados en Mujer de palabras. Artículos rescatados (FCE, 2024), que habían ido apareciendo en tres partes con un tiraje único de Conaculta, limitado a 2 mil ejemplares, en los años 2004, 2006 y 2007.

Reyes se doctoró en Lenguas y Literaturas Hispanas por la Universidad de California en Los Ángeles justo con una tesis sobre los ensayos de Rosario Castellanos que compiló en esos tres volúmenes, que reunieron 335 artículos no recopilados hasta entonces, más 64 de El uso de la palabra ya no reeditados.

La reedición en dos volúmenes de Mujer de palabras abarca de 1947 a 1968, el primer tomo; y el segundo, de 1969 a 1974, año en que Castellanos falleció en Israel donde era embajadora, por un percance doméstico en el que sufrió una descarga eléctrica con una lámpara.

A poco menos de un año del centenario de Castellanos, Reyes refiere que la autora de Balún Canán no quería seguir en Israel y revela que, por sugerencia del ex canciller Emilio Óscar Rabasa, buscó en el Archivo General de la Nación (AGN) los informes que la escritora envío a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) sobre su estancia de tres años en Israel, pero estos fueron desaparecidos de su carpeta.

“Rabasa decía que los informes y reportes que Castellanos desde Israel fueron los mejores escritos que había visto en todo su tiempo en Relaciones Exteriores y por eso fui a hablar con él”, refiere Reyes.

Recuerda que en la investigación de su tesis doctoral en 2003 encontró 335 ensayos de Castellanos que nunca habían sido recopilados antes, la mayoría de su columna semanal en Excélsior entre 1963 y 1974, más otros recuperados de revistas literarias, a los que se sumaron para Mujer de palabras artículos de la antología El uso de la palabra (FCE, 1974), en edición de José Emilio Pacheco, que fueron excluidos en el volumen Obras II. Poesía, teatro y ensayo que publicó el FCE en 1998.

“Excluyeron los ensayos de El uso de la palabra porque era la única de cuatro antologías (de ensayos) publicadas que se basaba en su columna semanal en Excélsior. Había una actitud de que sus artículos periodísticos no eran de la categoría o no eran lo suficientemente cultos para la colección. Pero, al salir cada semana en Excélsior, el periódico más leído entre 1963 y 1974 (periodo en que escribió en ese diario), probablemente fueron los ensayos de Castellanos más leídos por el público”, sostiene Reyes.

Subraya que el análisis más fuerte del feminismo que hizo Castellanos apareció dos veces en Excélsior: el sábado, en su columna, y el domingo, en el suplemento Diorama de la Cultura (21 de febrero de 1971). Se trata de La abnegación: una virtud loca, que fue el discurso que la escritora pronunció el 15 de febrero de aquel año en la ceremonia conmemorativa del Día Internacional de la Mujer en el Museo Nacional de Antropología, frente al entonces presidente Luis Echeverría Álvarez.

“Sus editores no incluyeron este ensayo en la antología Mujer que sabe latín (SEPSetentas, 1973), que salió dos años después. Y creo que no lo incluyeron porque, precisamente, fue el más fuerte que hizo sobre el feminismo. En Mujer de palabras sí lo recuperamos igual que otros ensayos más chistosos sobre el feminismo y otros más sobre la vida social y política de México, el segundo tema en importancia en sus ensayos, ella escribió 115 ensayos sobre la vida social y política en México, aunque en Obras II. Poesía, teatro y ensayo el FCE sólo incluyó dos textos sobre esta temática”, dice Reyes.

Andrea H. Reyes, autora de 'Mujer de palabras. Artículos rescatados'. (Cortesía)

Reyes agrega que Castellanos abordó la situación de los indígenas en Chiapas y el movimiento estudiantil de 1968, sobre el cual apuntó que el gobierno estaba respondiendo con demasiada violencia; e insistía con mucho énfasis en que la administración de Gustavo Díaz Ordaz debía dialogar con los estudiantes.

“Muchos de sus artículos fuertes con críticas a la situación política en México (como ‘Carta a los Reyes Magos: el rumor vence a la verdad’, Excélsior, 4 de enero de 1969, en el que exigía saber qué pasó en México en el 68), sus editores nunca quisieron incluirlos en las antologías, hasta que lo hicimos en Mujer de palabras; artículos rescatados incluso cuando salió de México a Israel como embajadora, en 1971, y ocurrió la nueva masacre, el Jueves de Corpus, ella exigió en su columna saber la verdad sobre lo que había pasado ese 10 de junio y el papel de los halcones; aun siendo embajadora, representante del gobierno, exigió saber qué había pasado. Así que Rosario Castellanos fue otra digna conciencia de México, rehusó quedarse callada e insistió en esos temas en su columna semanal”, agrega la académica.

¿A qué atribuye que la obra ensayística de Rosario Castellanos haya sido, no obstante la más prolífica, la más ignorada y la más desconocida?

La explicación que me dieron, en particular, por no incluir la antología de El uso de la palabra en la colección Obras II. del FCE fue algo sobre el límite de una fecha de entregar sus trabajos o que no fue algo bien pulido o suficientemente culto para una colección. Yo no creo que hubieran dicho eso si fueran los ensayos de Octavio Paz, Carlos Fuentes u otro escritor distinguido. Pero, así fue con los ensayos de Rosario Castellanos. Ella era mujer. Y no es común que quieran reconocer a una pensadora mexicana, porque eso es ella, una pensadora, una intelectual, sobre toda clase de temas. Para mí, es obvio que los editores prefirieron presentarla como una profesora de literatura y enfatizar todo lo de literatura, y no como una pensadora profunda sobre todas estas cosas que estaban pasando en México. La vida social y política en México fue el segundo tema de importancia en sus ensayos. Del total de poco más de 511 ensayos que incluimos en esta segunda edición de Mujer de palabras, algo así como 200 son sobre literatura y 115 sobre la vida social y política en México, pero fueron los más ignorados.

En los 20 años que han pasado desde la publicación del primer volumen de la primera edición de Mujer de palabras ¿ve mayor interés de investigadores por la obra ensayística de Castellanos?

Hay bastantes personas. Claudia Domínguez Miranda, que encontró el ensayo publicado en Excélsior en noviembre de 1968 que incluimos en esta segunda edición, escribió su tesis sobre los artículos periodísticos y el libro Rosario Castellanos, intelectual mexicana; Sara Uribe publicó un libro magnífico, Materia que arde (Lumen, 2023. Coautoría con Verónica Gerber Bicecci), que es una buena combinación de información biográfica con su poesía y sus artículos periodísticos. Y hay más gente. Me dicen que hay muchas tesis de doctorado sobre Castellanos aquí en México. El interés ha crecido. Ahora para el aniversario luctuoso hay bastante gente participando en los homenajes y conferencias en la UNAM, donde en mayo también hicieron un programa muy interesante para celebrar lo que habría sido su cumpleaños número 99. Parece que para el año que viene se prepara algo para su centenario. Es fascinante cómo ha crecido el interés en su obra en general y, en particular, en su trabajo periodístico.

José Emilio Pacheco editó y prologó El uso de la palabra; recupera usted su texto en Mujer de palabras como apéndice. Sin afán sexista, me cita a investigadoras mujeres. ¿Considera que también ha crecido el interés de investigadores hombres en la obra ensayística de Castellanos?

La pregunta es si ha aumentado el interés de los hombres también. Bueno, en la jornada en la UNAM por el 50 aniversario luctuoso de Castellanos había bastantes hombres participando, preguntando, sabiendo de sus ensayos y de su historia. Así que no era un evento solamente de mujeres. Me pareció fascinante. En el primer volumen de Mujer de palabras incorporamos el prólogo que escribió Pacheco para El uso de la palabra. Yo era estudiante en la UCLA y uno de mis profesores me dio el número telefónico de Pacheco cuando él enseñaba en Estados Unidos. Lo llamé sabiendo que él había sido el compilador de El uso de la palabra y colega de Rosario en Excélsior. Le pedí entrevistarlo; respondió que no tenía tiempo, pero me dio muchas pistas y números de otras personas, como Raúl Ortiz, su gran amigo y albacea, para ayudarme en mi investigación. Y me dijo algo, que no voy a citar exactamente:

Me impresionó tanto cuando dijo que Rosario era la primera cuya obra estaba basada en su interpretación de vivir con esta doble condición de mujer y mexicana, y que por eso no supimos leerla. Él insistió en que mucha gente —yo digo: especialmente los hombres— no tenían idea de cómo leerla. Pero, ahora que la participación de mujeres en la literatura y en todos los niveles de la sociedad y en la cultura ha aumentado tanto, específicamente aquí en México, sabemos leer obras de mujeres, sabemos interpretar y pensar en eso. Ahora sí podemos entender a esta escritora y pensadora mexicana.

La frase de Pacheco que cita es: “Cuando se relean sus libros se verá que nadie en este país tuvo en su momento una conciencia tan clara de lo que significa la doble condición de mujer y de mexicana, ni hizo de esa conciencia la materia misma de su obra, la línea central de su trabajo. Naturalmente no supimos leerla”.

Sí, es tan fuerte este comentario. Ahora podemos decir que sí, podemos entenderla.

El segundo volumen de la nueva edición de Mujer de palabras abarca de 1969 a 1974 cuando murió en Israel. ¿Hay ensayos donde Rosario Castellanos explique por qué aceptó una embajada de un gobierno responsable de las matanzas de 1968 y 1971? Echeverría estuvo detrás de ambas.

Aceptó la embajada antes de la masacre del 10 de junio de 1971, aunque después de todo lo del 68. No sé exactamente cómo describir eso, pero, sí que ella sí quería, le gustó asumir otro trabajo, otra posición, otro nivel de responsabilidades y, en cierta manera, tener independencia allá en otra parte del mundo. Le gustó el puesto de embajadora general, aunque también puedo decir que yo entrevisté a Emilio Rabasa, secretario de Relaciones Exteriores (de 1970-1975), otro chiapaneco, quien creo fue el que la sugirió para este puesto. Y él me dijo que aunque a Rosario le gustaba ser embajadora, ella quería que la mandara a otro país, no quería quedarse en Israel, que es una cosa muy interesante.

También me impresionó que en sus ensayos que mandó desde Israel nunca mencionó la palabra ‘palestino’, así que no hablaba de conflictos internos en Israel, de cosas del gobierno, más que una vez después de la guerra de Yom Kipur (1973), hizo una crítica en particular al gobierno de Israel, fue que en la situación que tenían con sus vecinos —no dijo palestinos, ni árabes; dijo vecinos—, por alguna razón no están usando el diálogo para resolver los problemas. Y esto también había sido su crítica del gobierno mexicano: que no se basaba en el diálogo para resolver los problemas con los estudiantes.

¿Eso fue lo único que escribió de esos tres años en Israel?

Fue la única crítica y comentario sobre cosas más o menos internas en la política de Israel. Ahorita, con todo lo que está pasando en Gaza, yo sí soy estadounidense y no sé ni qué diablos decir sobre el genocidio que está pasando allí y la participación de Estados Unidos en esta situación horrorosa que está ocurriendo allí. Pero, puedo decir que Rosario Castellanos, y es lo que yo imaginé, y esa fue la razón por la que fui a ver a Emilio Rabasa. Raúl Ortiz me comentó que Rabasa decía que los informes y reportes que Rosario Castellanos mandaba desde Israel fueron los mejor escritos que había visto en todo su tiempo en Relaciones Exteriores. Y por eso fui a hablar con Rabasa. Cuando hablé con él, me dijo que fuera al Archivo General de la Nación, que pidiera permiso para mirar el archivo de los informes (de Rosario Castellanos). Con ayuda de un profesor de la UCLA pedí el acceso y vine.

Me dieron el archivo, la carpeta que supuestamente tenía sus informes (de Castellanos). Y no tenía nada más que unos telegramas sobre su llegada a Israel o sobre qué hacer con sus pertenencias cuando se murió. Así que no hubo ningún reporte de ella allí, alguien simplemente los había quitado. Y yo sugerí en el acto en la UNAM por el aniversario luctuoso, y lo voy a seguir sugiriendo, que alguien siga en la búsqueda de esos archivos en el AGN. Yo no creo que ella pudiera haber ignorado las relaciones entre los israelíes y los palestinos. Y me imagino que informaba al gobierno mexicano de eso. No sé dónde los llevaron (los informes y reportes), pero alguien debe encontrarlos. Serían fascinantes.

A 50 años de la muerte y un siglo de su nacimiento, ¿quien es Rosario Castellanos para usted?

Como escritora, como pensadora. No sé qué dicen en otros países y quizás no sé suficiente de lo que se está diciendo en México. Hay que preguntar a otras investigadoras. Escribí un libro basado en mi tesis, Recuerdo, recordemos. Ética y política en Rosario Castellanos (Universidad Autónoma de Chiapas, 2013), en el que comparo a Rosario Castellanos con Simone de Beauvoir y con Virginia Woolf. Las feministas, a nivel internacional, deben incluir a Rosario Castellanos en entender que ella también fue parte de la vanguardia del feminismo.

¿A partir de los ensayos?

Aquí no estoy hablando de sus ensayos como de su tesis de maestría, escrita en 1950, Sobre cultura femenina (UNAM), publicada ya por el FCE, que casi coincide con El segundo sexo (1949), pero Castellanos no había leído la obra de Simone de Beauvoir hasta que fue traducida al español, creo que en 1955, así que no conocía El segundo sexo, pero había mucho parecido en el tema y la preocupación que motivó ambos libros. El de Simone de Beauvoir es más contundente, más directo; Rosario usaba más la ironía, en cierta manera porque estaba sacando una maestría en Filosofía y tenía que mostrar que sabía y tenía que citar a unos filósofos alemanes muy chauvinistas y muy supremacistas, hombres y desacreditando a mujeres en general, así que para que ella fuera aceptada o para que su tesis fuera aprobada, en lugar de denunciar a los filósofos, echaba comentarios irónicos y todo eso.

Decía Dolores Castro, su gran amiga y poeta, que en la presentación de su tesis, el comité se reía mucho por el uso de la ironía y el humor sobre estas ideas sobre las mujeres. Los escritos de Rosario y su pensamiento coinciden con personas reconocidas internacionalmente por la vanguardia del movimiento feminista internacional. Yo traduje mi libro al inglés, pero no lo he publicado, ando buscando quién lo quiera publicar en Estados Unidos, para tratar de hacer que Rosario Castellanos sea conocida más por la población en EU, por mis estudiantes, muchas latinas que quieren saber de mujeres audaces mexicanas, pero que necesitan leer en inglés, no leen lo suficientemente bien en español.

AQ

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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