32 tertulias literarias con Alejandro García Abreu

Entrevista

El periodista cultural recientemente publicó El origen eléctrico de todas las lluvias, que reúne conversaciones con escritores, artistas y pensadores.

El ensayista, editor, periodista cultural y traductor Alejandro García Abreu. (Foto: Lucas Augradi)
Ciudad de México /

Alejandro García Abreu (1984) es ensayista, editor, periodista cultural y traductor. Escribió, diseñó y editó —con Enrique Vila-Matas y Dominique Gonzalez-Foerster— The Roger Smith Hotel, libro que forma parte del proyecto Los hoteles de la imaginación. Es coautor de Línea de sombra. Ensayos sobre Sergio Pitol, Géographies du vertige dans l’œuvre d’Enrique Vila-Matas e Inventar lo posible. Manifiestos mexicanos contemporáneos, entre otros volúmenes. Ha sido becario de la Fundación para las Letras Mexicanas (2007-2009) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2012-2013).

Recientemente publicó El origen eléctrico de todas las lluvias. Entrevistas con escritores, artistas y pensadores (Taurus), prologado por Claudio Magris. En la siguiente entrevista nos ofrece las claves que siguió para hacer de sus conversaciones literarias una de las “formas más perfectas del humanismo”.

—Si concibes la entrevista como una especie de seducción entre el entrevistador y el entrevistado, tiene que existir el juego de empatía-confrontación. ¿Cómo logras “hacer la pregunta correcta” para sacar de su zona de confort al entrevistado y conseguir que se explaye en aquello que sabes que le apasiona?

Para “hacer la pregunta correcta” se necesita el profundo conocimiento de las obras de los autores. Por eso logré que se explayaran en aquello que les apasiona. Partí de mi admiración por el trabajo de los creadores para realizar las entrevistas en los 32 casos. La empatía surgió desde las primeras preguntas. Instantáneamente, se mostraron interesados en las conversaciones. Cultivé buenas relaciones con los autores. Depositaron su confianza en mis entrevistas. La confrontación se originó cuando los conversadores se enfrentaron a preguntas ante las cuales tuvieron que guardar silencio para reflexionar. De esa manera salieron de su zona de confort. Múltiples entrevistados ya leyeron El origen eléctrico de todas las lluvias y están satisfechos con el resultado.

—¿Cómo logras mantener la tensión narrativa durante una entrevista para que fluya ese “vaivén de ideas eléctrico”?

Mantengo la tensión narrativa porque preparo cada entrevista como un estratega y posteriormente, durante la conversación, me dejo llevar por el intercambio natural de ideas. El origen eléctrico de todas las lluvias resulta un homenaje a los 32 autores incluidos, cuyas obras y personalidades han dejado marcas en mi vida de distintas maneras. Soy muy afortunado por haber mantenido las conversaciones incluidas en el libro.

—Hay entrevistados muy elocuentes, que tienen muy estructurado un discurso, como Roberto Calasso, por ejemplo, pero hay otros herméticos, para quienes una pregunta mal formulada sería una catástrofe de laconismo. ¿Cuál de todas las grandes figuras que integran este libro de entrevistas constituyó un reto mayor para ti?

Todas implicaron un reto, por el nivel de preparación necesario para realizar una gran entrevista. Con las preguntas adecuadas logré descifrar fragmentos de las identidades, obras y personalidades de los conversadores. Los autores herméticos fueron muy elocuentes. Todos los entrevistados se expresaron de manera magistral sobre partes esenciales de sus universos y se convirtieron en narradores y ensayistas orales.

—¿En qué preciso momento, durante una entrevista, el arte de la palabra escrita se vuelve oral?

Desde el comienzo. Por eso se debe “hacer la pregunta correcta”, tema sobre el que muy atinadamente preguntaste al inicio de esta entrevista. Al hacer las preguntas acertadas —por más difíciles que resulten para el entrevistado, como las que tratan el suicidio, inherente a las obras de algunos autores y perenne en el libro— la conversación fluye de manera natural.

—¿Una entrevista es una manera coloquial de comprender la obra de un autor o es una forma de ejercer el arte de la conversación?

Para mí siempre se trata de ejercer el arte de la conversación. Concibo la entrevista como un género literario. Primero estudio las obras de los autores, un proceso que he disfrutado durante muchos años, que ha implicado un sinfín de lecturas, múltiples viajes, la contemplación incesante de piezas de artes plásticas y de fotografías. Después realizo las entrevistas. El libro es fruto de mi fascinación por el trabajo de los 32 autores, gestada tiempo atrás. La entrevista como género literario es una de las formas más perfectas del humanismo.

—¿A quiénes de todos estos grandes autores te gustaría volver a entrevistar?

Algunos de los entrevistados se han vuelto mis amigos, con los que mantengo una relación epistolar. Resulta invaluable. He sido afortunado al entrevistar a otros incluidos en el libro después de que entregué el manuscrito a mis editores en Penguin Random House. Y espero que algún día pueda entrevistar de nuevo a los demás. Pero lo irremediable de la muerte me obliga a responder algo imposible: quisiera charlar con Michel Butor y con Ricardo Piglia.

Los entrevistados:

Michel Butor, Roberto Calasso, Emmanuel Carrère, Mircea Cărtărescu, Javier Cercas, Lydia Davis, Jorge Edwards, James Ellroy, Joan Fontcuberta, Nan Goldin, Etgar Keret, Paul Krugman, Eduardo Lago, Gilles Lipovetsky, António Lobo Antunes, Claudio Magris, Norman Manea, Alberto Manguel, Mercedes Monmany, Daniel Mordzinski, Cees Nooteboom, Fania Oz-Salzberger, Orhan Pamuk, Goran Petrović, Ricardo Piglia, Rob Riemen, Vicente Rojo, Charles Simic, Peter Stamm, Gonçalo M. Tavares, Enrique Vila-Matas y Monika Zgustova.

ÁSS

  • Juan Manuel Gómez

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