Alejandro Magallanes lo cuestiona todo con letras y dibujos

Entrevista

A propósito de la publicación de su nuevo libro, el diseñador mexicano habla sobre los procesos creativos y la necesidad de abandonar la zona de confort.

Alejandro Magallanes, diseñador gráfico mexicano. (Foto: Héctor Téllez | MILENIO)
Ángel Soto
Ciudad de México /

Alejandro Magallanes concibe proyectos inclasificables. En 2018, convirtió una centena de libros vírgenes condenados al aniquilamiento en piezas de exhibición: los sumergió en pintura blanca y dibujó sobre ellos; les insufló nueva vida. La prueba de su existencia quedó posteriormente registrada en el volumen Libros fósiles (Almadía).

Con idéntico ánimo, publica ahora Las letras son dibujos (Reservoir Books, 2022), donde reúne ilustraciones, viñetas, ensayos breves, minificciones, juegos y provocaciones alrededor de los libros y de los elementos que los constituyen. Se trata, en sus propias palabras, de “una carta de amor a los libros y a sus creadores”.

A Bertolt Brecht se le atribuye la siguiente frase: “El arte, cuando es bueno, es siempre entretenimiento”. De modo similar, Magallanes (Ciudad de México, 1971) entiende la creación como una forma del divertimento. “Este libro es un parque de diversiones”, se lee en la contratapa.

Aunque ha ejercido como diseñador, ilustrador, cartelista, ensayista y poeta, a Magallanes lo define mejor otro adjetivo: curioso. Y ha encontrado en el libro impreso la zona más fecunda para satisfacer su propensión a los experimentos visuales. Sus creaciones funcionan como antídotos contra la apatía. “Cuando estás creando alguna cosa, siempre hay una voz en la cabeza que dice ‘no’. Entonces, hay que preguntarse: ¿por qué no? Ahí es donde surgen las respuestas más valiosas”, explica en entrevista con Laberinto.

Las letras son dibujos. (Reservoir Books)

Las letras son dibujos es, ante todo, un libro que pregunta. Interpela al lector con astucia socrática. “Es un libro —explica— de preguntas compartidas. Algunas con respuestas que voy sugiriendo y algunas con respuestas abiertas”. Magallanes se cuestiona, por ejemplo: si la electricidad tiene peso, y el internet funciona con electricidad, ¿cuánto pesa entonces el internet? Y las indagaciones no se detienen ahí. El diseñador goza desarticulando las preconcepciones más sólidas de quien recorre las páginas, pero además se permite poner en disputa el propio proceso de creación. “Me parece que es un buen momento para cuestionar la institucionalidad de los géneros. Es como si estuvieras en lugares donde no deberías estar, como quien se viste de shorts en una boda elegante. Yo me cuestiono, por ejemplo, por qué un ensayo no puede ser un dibujo”.

Convencido de que el humor no admite imposturas, Alejandro Magallanes profesa la risa como forma de habitar en el mundo. Admira el ingenio de Mark Twain y anda siempre a la caza de chispazos de agudeza. Concibe la creación como una búsqueda constante y desconfía de la zona de confort. “El estilo es como un sillón muy cómodo. Si estás mucho tiempo ahí, te entumes. Tienes que salir y caminar o sentarte en otros lugares”.

Las novedades son el arpón de la fugacidad. Mientras planeas sumarte a la corriente, el instante ya se ha disipado. Por eso, Magallanes es cauteloso ante las modas. “En el diseño siempre tienes que adaptarte, porque todo va cambiando de forma acelerada. Hay que estar consciente de las tendencias para no repetirlas, porque cuando algo es tendencia significa que llegaste tarde”.

ÁSS

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