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Alexandre O'Neill: poesía y fado

Literatura

El poeta portugués nació el 19 de diciembre de 1924, entre sus obras se encuentra la letra del fado ‘Gaivota’, que se hizo famoso en la voz de Amalia Rodrigues.

Eduardo Zambrano
Ciudad de México /

Bajo el largo agobio de la dictadura portuguesa conocida como “Salazarismo” (1933-1974), se manifestó la singular trayectoria de un escritor que encontró en la poesía una forma de mantenerse vivo, creando un mundo y recreándolo desde distintos frentes.

Alexandre Manuel Vahia de Castro O'Neill nació en Lisboa el 19 de diciembre de 1924. En el centenario de su nacimiento, debe reconocérsele en su trato “informal” con las palabras y en el ciudadano que se despersonaliza para personalizar, valga la paradoja, a un lisboeta ocupado (como todos) del amor, pero también de los avatares propios de sus años.

Y si entrecomillo la palabra informal, es porque el mismo poeta rechaza la idea de un escritor de tiempo completo, que así intitula un poema para sonreír (no sin una mueca burlona) sobre propuestas tan presuntuosas como esa.

Alexandre O'Neill no tiene intención de darle toda su vida a los registros (oficiales) para profesionalizar un trabajo; el poeta con el que convive igual se gana el sustento escribiendo columnas periodísticas o consintiendo al publicista, o mejor aún, derrochando su lirismo escribiendo versos para que el fado, esa tradición musical tan entrañable, se eternice en la voz de Amalia Rodrigues. Precisamente, con el reconocimiento de esta cantante y con arreglos de Alam Oulman, los versos de “Gaivota” entrarían al mundo de los discos en los años setenta; aquí sus primeras estrofas:

Si una gaviota viniera
a darme el cielo de Lisboa
en el dibujo que hiciera

de ese cielo la mirada
se volvería un ala sin vuelo
que cae a la mar desvanecida

Debo confesar que la afición al fado me viene de un querido y recordado amigo, Guillermo Meléndez; él me presentó la voz y las canciones que Amalia Rodrigues interpretara; sin embargo, de Alexandre O'Neill (el poeta) no tuve noticia hasta que muchos años después me saltó a la vista en una mesa del FCE. Al leer la nota preliminar me llamó la atención eso de ser una referencia ineludible en su país (enraizado en sus costumbres) un “lusófilo” cabal, pero a la vez poco difundido fuera de sus fronteras, de su cultura.

Compré el libro por curioso, pero ahora que regreso a estas páginas, me detengo a entresacar desde la visión de su entorno y de su tiempo, el sentido del humor, no exento de amargura:

“Garantízanos, Dios mío, un pequeño absurdo cada día.

En 1962 el “Salazarismo” estaba por cumplir 30 años, tiempo suficiente para que el miedo y la desesperanza fueran parte de la vida misma en Portugal; Alexandre O'Neill lo manifiesta así en su libro Poemas con dirección:

Perfilados de miedo, agradecemos
el miedo que salva de la locura.
Decisión y coraje valen menos
y la vida sin vivirse es más segura.

Aventureros ya sin aventura,
perfilados de miedo combatimos
irónicos fantasmas en procura
de lo que no seremos ni ya fuimos.

Es importante subrayar que no son pocos los versos en estas páginas en los que el poeta arremete con su coraje, con su ironía, pero no solo lo hace contra los agentes y políticos del gobierno, sino también apuntando a los artífices del ridículo ciudadano, contra las noticias de la prensa donde se ventila una idiosincrasia portuguesa ladina y convenenciera, relativa.

Esa visión lírica y crítica de su país, de su gente, de su Portugal, se manifiesta en versos como los siguientes:

Portugal es un asunto conmigo mismo
con mi remordimiento
con mi remordimiento de todos nosotros
a contrapelo
                             desquiciado
y como un adolescente
me tropiezo de ternura
por ti

Oh Portugal, si fueras solo tres sílabas

En el prólogo del libro hay una cita que enfatiza una curiosa contradicción en el destino poético de Alexandre O'Neill, tan visiblemente celebrado en su patria, en esa Portugal tan suya, como un desconocido fuera de ella:

“Es lamentable que la condición canónica de Alexandre O'Neill en su país natal no haya sido acompañada hasta el momento de difusión internacional… En sus obras convergen las tradiciones trovadorescas y el compromiso con las vanguardias, en un cruce de lenguajes que se traduce en tensiones no ajenas a la sorpresa ni a la discreta epifanía. La tendencia satírico-burlesca, que se remonta a la ‘cantiga del escarnio y maldecir’ medieval y al neoclasicismo de Nicolau Talentino, puede perfectamente pactar con el neosurrealismo de los años cincuenta y sesenta o los estímulos entonces vigorosos del concretismo”.

La cita es del escritor venezolano Miguel Gomes, y en efecto, la poca difusión en el plano internacional, se hace evidente, por la ausencia de O'Neill en las antologías y traducciones al castellano.

La casualidad me llevó a este libro y a una figura que destaca por ser un poeta comprometido con su tiempo, su ciudad, sus días. Sin embargo, en el prefacio se destacan otras referencias que fueron muy notorias en la vida de O'Neill; la ya mencionada canción del fado, pero también su trayectoria creativa como publicista… o sus columnas en los periódicos. Es probable que estos distingos en lo temporal hayan ocultado su faceta más trascendente, su poesía.

De cualquier forma, este apunte se detiene en su fecha de nacimiento (19 de diciembre de 1924) para celebrar y también unirse a los homenajes propios que se le ofrecen en Portugal.

Para finalizar transcribo unas líneas, donde el poeta se visualiza a sí mismo en un logrado “Autorretrato”:

O’Neill (Alexandre), moreno portugués,
cabello ala de cuervo, de angustiosa cara,
narigudo que sobrelleva de través
la herida desdeñosa y no cicatrizada.
Si la mueca de tal sujeto es lo que ves
(omítase el ojo triste y la frente iluminada)
el retrato moral también tiene sus porques
(aquí, una pequeña frase censurada…)
¿En el amor? En el amor cree (¡o no sería O'Neill!)
y con veleidades de que lo sabe hacer
(pues el amor no está hecho) de formas mil
que son la semoviente estatua del placer.
     Pero sufre de ternura y ríe, ya embriagado,
     de lo que en este soneto sobre él ha contado…

AQ

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