Alicia Torres Garza: “Maria Callas era electrizante, ella sí era una diva”

Entrevista

La soprano mexicana, quien el próximo 21 de octubre cumplirá 90 años, habla de su carrera y de su profunda admiración por la diva de origen griego, de la que el próximo 2 de diciembre se celebrará su centenario y a quien conoció en México en 1952.

Alicia Torres Garza, soprano mexicana. (Foto: JJA)
Ciudad de México /

La soprano Alicia Torres Garza (La Paz, BC, 1933) perdió la cuenta de todos los personajes que interpretó en su carrera, pero conserva muchos recuerdos de las dos veces que se encontró con Maria Callas, de su amigo Luciano Pavarotti, que le cocinó espaguetis en su casa de Módena mientras cantaban Rigoletto, del debut de Ramón Vargas o su histórica Los pescadores de perlas en Bellas Artes.

“Maria Callas era electrizante, ella sí era una diva, ahora a cualquiera le dicen diva, pero ella sí era diva, por divina”, cuenta con humildad la gran Torres Garza, Medalla Bellas Artes 2022, en charla con Laberinto a propósito del centenario de la cantante de origen griego, que nació el 2 de diciembre de 1923 en Nueva York.

La mexicana es quizás una de las pocas personas que aún pueden contar que tuvieron el privilegio de ver y escuchar cantar en vivo a la Callas. Fue en la segunda visita de la diva a México, el 6 de junio de 1952, con La traviata que compartió en Palacio de Bellas Artes con el también Giuseppe Di Stefano.

Su departamento, sobre la avenida Insurgentes, muestra en sus paredes cuadros de sus personajes, pero también varias fotos de Maria Callas, entre ellas una que le dedicó la diva cuando la conoció aquel año.

En vísperas de festejar su cumpleaños 90 este próximo sábado 21 de octubre, la soprano internacional mexicana y maestra de generaciones de cantantes sigue dando clases en el Conservatorio Nacional y asiste a cuanta ópera puede. Su voz se registró en el volumen VII de la colección Grandes Voces de la Ópera en México, que produjo Héctor Sosa, con arias de Los pescadores de perlas, La bohème, Manon, La traviata, Louise, Turandot, La flauta mágica, Los cuentos de Hoffmann y Madama Butterfly.

“Al público le toca juzgar, la vida me pondrá en el lugar que quiera, así es en esta carrera. A mí, todos los lugares en donde canté, todos, me parecieron maravillosos. Estar en un escenario te da una responsabilidad enorme, siempre hay nervios, pero en cuanto pones el pie en él, los nervios se esfuman; siempre tienes que hacerlo bien, pero tu mente deja de pensar, el chip te cambia y dices: ‘Voy a cantar, ya estoy en mi personaje’. Automáticamente los nervios desaparecen porque ya no entra Alicia Torres Garza como persona, sino la cantante: tienes que ser Mimí, Musetta, Violetta o Butterfly”, dice la soprano sobre su carrera de medio siglo.

Torres Garza debutó en el Palacio de Bellas Artes en 1960 y tuvo su última presentación en 1987.

Aunque cursó una carrera comercial en la Escuela Bancaria, en sus genes ya traía la música y el canto: su padre, Rafael M. Torres, hombre de negocios, antes fue cantante; su madre, Elsa Garza, estudió piano con Manuel M. Ponce y enseñó a la hija a tocar el instrumento. La ópera fue una pasión familiar.

¿Por qué hoy le gusta la ópera?

Porque he vivido siempre en la ópera. Empecé a amarla por todo lo que escuché en mi casa, en donde, desde mis abuelos, todos fueron grandes aficionados. La favorita de mi abuelo materno era La traviata, esta historia me atrajo demasiado y, cuando la escuché con esa soprano maravillosa (Callas), me impactó mucho más. Recuerdo perfectamente la función. Yo tenía 19 años, ni siquiera me imaginaba que fuera a ser cantante. Mi padre me llevaba siempre a la ópera y esa vez fui solo con él, que tenía un amigo —amigo a su vez de Giovanni Battista Meneghini, el esposo de Callas—. Gracias a eso, después de la función pasamos al camerino con ella, que no permitía ninguna visita. Verla y escucharla en esa función de La traviata fue una impresión para mí extraordinaria, tenía un imán maravilloso hacia el público, era una verdadera diva (ahora a cualquier cosa le llaman “diva”). Era una diva, por la divina. La recuerdo con su vestido blanco precioso. Callas, desde luego, es una cantante que se cocina aparte. Hay un antes y un después de Callas. Ella y Di Stefano fueron una pareja extraordinaria, que se posesionaban de sus papeles; atraían como un imán.

¿Qué se dijo con Maria Callas en esa ocasión?

Fue muy grande el impacto, yo tenía 19 años y seguro ni supe hablar. Quizás le dije: “Felicidades”. Solo verla ahí, sentada, con su pelo largo, era impactante. Me queda en la memoria el haberla visto y saludado personalmente, pero el que más habló fue mi papá. Me queda esa función: la estoy viendo en la memoria, el público de pie, aplaudiéndola. Qué impacto ver y escuchar a aquella mujer con aquella voz tan extraordinaria. Era electrizante. Entonces empezaba yo a estudiar canto, pero no me había definido si iba a hacer carrera en él; eso sí, me gustaba mucho. Tiempo después de que escuché a la Callas, cuando estaba terminando mis estudios (bancarios) me dije que ya no quería terminarlos. Quería estudiar canto.

¿A qué se refiere cuando dice que vive en la ópera? ¿Se refiere a que se siente un personaje?

Tanto como sentirme un personaje… ja, ja. Los cantantes tenemos una cierta locura porque siempre estamos en la ópera. Es algo que te corre por las venas, lo tenemos en la mente, en el corazón, los que hemos cantado ópera, que es un espectáculo que te da la oportunidad no solo de cantar sino también de impregnarte de la historia que rodea la época, de los personajes, del libreto, en fin. Esa oportunidad es maravillosa, porque es la forma que tienes de estudiar y aprender e impregnarte de un personaje, para poderlo desarrollar y cantar. Todo esto que le platico lo aprendí gracias al maestro Seki Sano, con quien estudié teatro; en el teatro uno tiene que estudiar, formar el personaje y tratar de ser ese personaje, crear su historia, una vida, para poderla desarrollar y desenvolver, para poder actuarla y, sobre todo, cantarla, que es hablar, hablamos cantando. María Callas no era Maria Callas en la escena, era Violetta Valéry, Norma, Lucia, Aída, Elvira. Te hacía sentir al personaje, definitivamente, como otros grandes cantantes.

(El primer “papelito” de Torres Garza fue El Hada del Rocío, de Hansel y Gretel; luego hizo la Barbarina, de Las bodas de Fígaro, pero el que considera su debut fue en La bohème, como Musetta, en 1960, y el que más recuerda es su Leïla en Los pescadores de perlas, un rol que le abrió puertas: “La ópera de Bizet fue un exitazo, hicimos muchísimas funciones; se repitió en 62 y 63. La primera la hice con Paulino (Saharrea), Franco Iglesias y Humberto Pazos; después con Jorge Lagunes”, recuerda.)


Ramón Vargas me dijo que la ópera sobrevive porque sus temas siempre están vigentes.

Yo canté con Ramón, hicimos precisamente Falstaff (en el debut del tenor en Bellas Artes en 1983 como Fenton). Hice la Nanetta con él. Claro, todos los temas de la ópera son actuales, son argumentos que pueden ponerse en la vida moderna y que pueden suceder; los amores y los odios suceden toda la vida. Claro, hay óperas como la que alguna vez vi casi actuada con narcos que, a la hora de estar hablando de espadas como en el libreto original, sacaban pistolas. Hay tiempos para modernizar la escenografía, los vestuarios, la forma en que mueven o disfrazan al coro, le quieren dar más movimiento, la quieren poner más en época moderna. Pero, la música, el canto y el argumento en sí existen, están allí. Verdi, Mozart están en esta época, la música no muere, son músicos que van a pasar siempre y están pasando, tienen siglos. La música es música y representa por sí un estilo y una época.

¿Cuál es la mayor satisfacción que ha tenido en tantas décadas de carrera?

Todas han sido satisfacciones, porque el haber cantado tantos personajes fue una bella oportunidad que la vida me dio para poder realizar un sueño, una meta, algo que inconscientemente te fijas en la vida, porque uno quiere ser, llegar a ser y permanecer mientras puedas. Siempre cambiar de personajes fue muy hermoso. ¿Cuál sería mi ópera favorita? Todas. En el momento en que estás cantando o estudiando un personaje ese es el personaje hermoso que has logrado y que estás haciendo.

Alicia Torres Garza: "Amo apasionadamente la ópera y el canto". (Foto: JJA)

Umberto Eco decía que quien es lector podía tener más vida que alguien que no lee. ¿Pasa lo mismo con los personajes?

Yo creo que sí, porque siempre puedes cambiar de personaje y todos son hermosos y los vas entendiendo, pero cada vez que los repites, siempre vas a encontrar algo diferente que donar a ese personaje, porque uno va teniendo otras experiencias también; la vida está llena de experiencias y te vas enriqueciendo en todos sentidos y ese enriquecimiento se pone al servicio de lo que voy a hacer, cantar, enseñar, lo que sea. Siempre estás dando algo.

¿Cuál personaje le gustó más representar?

Antonia, de Los cuentos de Hoffmann. Es un personaje dramático, puesto que es una persona que vive psicológicamente bajo el influjo de la madre; es un personaje difícil, porque en cierta forma tiene una cierta locura, y está bajo el dominio del hombre malo.

¿Con cuál dio más funciones?

Hice muchísimo a Mimí y Musetta, los dos, de La bohème. También Los pescadores de perlas, Leïla fue un personaje maravilloso que me dio muchísimo. A todos los que la hicimos, esa ópera nos dio fama en México y mucho que aprender. Cada personaje te deja siempre algo que pones al servicio de otras óperas. Uno va aprendiendo cómo desarrollar los personajes y cómo irlos trabajando.

¿Y usted qué les dejó a esos personajes?

Toda la experiencia que la vida te va dando, eso es innegable, la donas inconscientemente. Por eso Maria Callas me impresionó muchísimo. Años después, creo por 1973, la volví a ver en Italia, en Milán, en el estudio de Di Stefano. Pipo, como le decían, organizó una reunión en su estudio con grandes cantantes, incluso estaba Plácido Domingo. Y ahí volví a ver a María Callas. Di Stefano me presentó con ella como una soprano mexicana que él apreciaba mucho y que era una gran cantante. Pero era otra Callas, ya no aquella mujer un poco gordita que vi sentada en su camerino en el 52; ahora la vi en un chestlong muy elegante; la saludé, platiqué con ella cuatro o cinco palabras, y fue todo. Nada más me saludó, me preguntó por México, me dijo que le había gustado mucho. Ni siquiera hablamos de ópera ni de canto, obviamente con ella no ibas a platicar de ópera ni de canto. Platicamos del tiempo, de qué bonito era el lugar donde estábamos.

¿De qué le habría gustado platicar con Callas?

Nunca había pensado eso. Lo que platicamos fue normal de cuando dos personas se saludan, como si se conociera uno de mucho tiempo. Éramos dos cantantes; claro, ella es Callas y yo soy Torres Garza. Pero no era el momento ni siquiera para decir cuánto la admiraba, estoy segura de que eso no le habría agradado, porque Callas ya tenía mucho de estar retirada, ya había sufrido muchísimo en su vida privada, todos lo sabíamos; entonces, decir una cosa así a veces no es tan conveniente. Supuestamente ya se sabe que uno tiene admiración por esa persona. Hubiera sido molesto quizás que yo le hubiera dicho cuánto la admiraba, hay veces que no es correcto decirlo, porque sería molesto para la persona. Obviamente, se sabe que uno la admira. De ninguna manera a mí me ha molestado que me diga alguien que me admira, pero no es igual: Callas es Callas.

Es muy humilde, maestra, su carrera nacional e internacional también está para presumirse.

Sí, pero Callas es Callas. Y Plácido es Plácido. Yo lo trato de tú y nunca le he dicho: “Cuánto te admiro”. Creo que él lo sabe. Nos tratamos de tú, fuimos compañeros, cantamos juntos. A mi amigo Pavarotti tampoco le habría dicho cuánto lo admiraba, de antemano se sabe que hay una admiración.

¿Compartió escenario con ambos Pavarotti y Plácido Domingo?

Con Plácido sí, hicimos muchas cosas. De Pavarotti fui muy amiga, pero nunca canté con él. Lo conocí aquí en México cuando cantó una Bohème, creo que con Montserrat Caballé, y nos hicimos muy buenos amigos. En Italia estuve en su casa de Módena, me invitó con su primera esposa, Adua Veronesi, con sus niñas, que eran muy chicas. Hasta cocinó para mí, hizo sus espaguetis y todo. Ahí sí cantamos, él cocinando y yo de visita, el dueto de Rigoletto, jajaja. Como amigos, son cosas que se prestan y se dan en el momento y pasan, pero es un momento que para mí fue muy importante. Y cuando él venía a México siempre me hablaba o yo le hablaba para saludarlo.

Después de más de medio siglo de carrera, apenas en 2022 le dieron la Medalla Bellas Artes.

El homenaje lo agradezco muchísimo, siempre un reconocimiento, no importa cuándo te lo den, es importante. Y fue muy conmovedor, pero es una cosa que también me obliga a seguir dando y trabajando, devolviéndole a la vida lo que la vida me dio. Tuve muy buenos maestros, aprendí, me hicieron una buena cantante, eso hay que devolvérselo a la vida. Hay que viajar ligero cuando se debe de viajar, uno tiene que desprenderse de lo que uno aprendió, devolverle a la vida, que me dio muchas cosas bellas y qué bueno que tengo esa oportunidad.

Sigue dando clases. ¿Cómo ve a las nuevas generaciones que se están formando en México?

Soy coordinadora de la carrera de Canto del Conservatorio, además de trabajar en la Coordinación Nacional de Música y Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes. Y, aunque ya no canto, tengo la oportunidad de presentar a mis alumnos, en los conciertos que me ofrecen, para que vayan practicando. En México hay voces maravillosas, extraordinarias, es un país que tiene muy buenas voces. A los estudiantes de canto, a mi modo de ver, hoy en día les falta un poco de disciplina, que tengan realmente la pasión que se requiere para esta carrera, no nada más digan que les gusta y van a hacer carrera. No, aquí hay que tener pasión, en cualquier carrera artística. El Conservatorio no forma artistas, te da las armas, te prepara para que tú, saliendo, puedas hacer tu carrera y luchar por lo que anhelas.

¿Cómo definiría su carrera después de más de 60 años de ejercerla?

Que ya no canto, ja, ja, ja. Me pone una pregunta muy difícil. ¿Cómo definiría mi carrera? Yo me siento muy contenta con lo que hice. Hice una carrera limpia, honesta, considero que es una buena carrera, que canté muy bien, eso sí, voy a presumir: Canté Muy Bien. Mi técnica vocal siempre fue admirada por mucha gente, inclusive en Europa, donde no me creían que hubiera estudiado en México. Eso fue lo que me hizo a mí cantar por muchos años. Me siento contenta de tener un lugar, una posición dentro del ambiente mexicano, soy mexicana y pertenezco a este país, de eso me siento muy orgullosa, que pude representar muy bien a mi país. Me siento, la verdad, muy contenta por lo que hice y por lo que hago. Ya la historia me juzgará más adelante, porque así siempre pasa, ¿o no?

¿Quién es Alicia Torres Garza?

Pues Alicia Torres Garza, una soprano que nació en México, vivió para México y es de México. Es una persona que amó apasionadamente la ópera y el canto.

Y que la sigue amando.

Ah, sí. Eso hasta la muerte.

AQ

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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