A Amado Nervo
Ah, ¿lo queríais, musas, para vosotras solas?...
ya lo tenéis… buscadle las pobres manos muertas,
y los ojos sin vida, y los labios exangües;
ya lo tenéis, volubles; convertíos en siervas.
¿Qué? Le habéis puesto al flanco, como las golondrinas,
dos alas inmortales ¿qué decís de riberas?
Sonreís esta noche alocadas y dulces…
Tenéis las manos finas; me parecéis de fiesta.
Repetid… ¿Conocéis a los hombres, oh musas;
Conocéis a los hombres? ¿Los conocéis de veras?
¿Os apenaba verlo con el alma —suspiro
Por los bosques oscuros entre espinas y flechas?
¿Os apenaba verlo caminar descuidado
Con el alma a los vientos bajo la noche negra?
¿Quién os ha dicho, musas, que los hombres son malos?
¿Quién os ha dicho, musas, cómo asaltan las fieras?
¿Le habéis dado una cama toda en oro, muchachas?
¿Su sueño estáis velando?¿Qué sus labios desean?
Escuchad, por favor, escuchad lo que dice…
¿Ha nombrado a los hombres? ¿Ha nombrado la tierra?
Dadle, musas, en copas de licores selectos
El licor del olvido; arropadlo con sedas;
Cantadle dulcemente como cuando era niño,
Y besadle los ojos… era un pobre poeta…
Oh musas, bien os consta, ya que lo habéis robado,
Cómo tenía el alma de inefable y de tierna.
¿Hay palomas azules en vuestros mundos, musas?
Acurrucadas, tibias, a sus plantas ponedlas.
Y hablad con el aliento, musas, que está cansado.
Después de un viaje largo todo ruido molesta;
Tendeos como perros junto a su cama, musas,
Y dejadlo tranquilo, y dejadlo que duerma.
A continuación, fotos de la edición original de las páginas de la revista:
ÁSS