Amanda de la Garza parece la menos sorprendida; su serenidad es confianza. Una sólida trayectoria en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM está detrás de ella y ahora piensa llevar los valores de la institución al nuevo cargo que ostentará a partir de abril en España.
Admite que gritó de alegría cuando se enteró de su nombramiento como subdirectora artística del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, para acompañar durante los próximos seis años la nueva época que encabeza desde junio de 2023 el historiador coruñés Manuel Segade, quien relevó a Manuel Borja-Villel en una dirección que mantuvo durante quince años.
Para la primera mexicana en el cargo, tomar riesgos es importante en los museos.
A la pregunta de si se sacó la rifa del tigre, contesta a botepronto: “No creo, más bien es un reto”. A la broma de si durante su gestión no teme que pueda desaparecer una escultura de 38 toneladas de uno de los museos de mayor prestigio del mundo (como ocurrió en 2006 con la obra de Richard Serra Equall-Parallel/ Guernica-Bengasi), suelta la carcajada y comenta que esa es una historia de novela.
“El subdirector o la subdirectora artística del MNCARS será la persona encargada de llevar a término el programa de exposiciones, los programas públicos, las presentaciones y líneas de crecimiento de la colección, los proyectos de restauración, la supervisión del registro y el trabajo de la biblioteca y archivos, así como los aparatos de investigación necesarios para su desarrollo. En este sentido, se trata de un puesto de confianza que estará en estrecho contacto con la dirección”, informó la institución en Madrid que tiene entre sus joyas más preciadas el Guernica de Pablo Picasso, a la que apenas el año pasado Segade levantó la prohibición para que el público pueda tomarle fotografías.
Amanda de la Garza (Monclova, 1981), socióloga, antropóloga, historiadora del arte y, desde 2020, directora general del MUAC, donde antes fue curadora del museo inaugurado en 2008, se postuló al cargo tras la convocatoria pública que el Reina Sofía emitió el año pasado y se quedó con la subdirección, de entre 52 candidatos.
Su nombramiento en febrero coincide con otras buenas noticias sobre la presencia de la cultura mexicana a escala global, en específico de artistas mexicanas: Alondra de la Parra fue designada nueva directora artística y titular de la Fundación Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid; Gabriela Ortiz fue nombrada Carnegie Hall Debs Composer’s Chair para una residencia en la sala neoyorquina; Betsabeé Romero fue seleccionada para la Bienal de Venecia y, a finales de enero, la arquitecta Frida Escobedo recibió el premio Charlotte Perriand 2024 de Créateurs Design Association & Awards.
“Han sido buenas semanas para el arte de México”, comenta Amanda de la Garza durante la charla.
Me parece que a nadie sorprendió en México la noticia de su nombramiento. Su carrera la avala. Pero ¿hubo algún proyecto que presentó al Reina Sofía?
No presenté proyecto porque quien construye en términos discursivos es el director del Museo Reina Sofía, Manuel Segade. La función de la subdirección es acompañar el proyecto del director, además de, junto con el resto del equipo, desarrollar las áreas que comprenden las exposiciones temporales, la curaduría, la colección, las adquisiciones, la programación pública, las actividades académicas y pedagógicas, el centro de documentación, la consulta al acervo bibliográfico y documental, y el programa editorial. Es decir, un conjunto muy amplio de funciones en el sentido de que esta subdirección busca ejercer un papel de coordinación general entre las diferentes líneas de acción del museo.
¿Cuál fue su reacción al recibir la noticia?
Estaba en mi casa. La recibí unos días antes de que se hiciera pública, tal como marcaban las fechas del concurso. Me sorprendí porque tiene muchas implicaciones: mudarse de país, dejar el MUAC, que es el lugar donde he trabajado tanto tiempo. Poco a poco he asimilado la noticia en la medida de que todo sucedió muy rápido. Después he estado contenta y muy entusiasmada y enfocada en cerrar de manera correcta mi gestión en el MUAC, porque estaré terminando una serie de proyectos.
¿Cómo veía al Reina Sofía antes y cómo lo ve ahora?
Es uno de los museos más importantes a nivel global, una referencia en términos de exposiciones, de desarrollo, de propuesta de museo. Siempre seguí el trabajo que se hace en el Reina Sofía. Tuvimos una exposición organizada recientemente por el museo en el MUAC (Giro gráfico, 2022). Sí, definitivamente es un museo que seguí desde hace mucho tiempo, y me parecía interesante lo que proponía. Ahora pienso en función de llegar a conocer por dentro la vida del museo, conocer al equipo, ver de qué manera poderme integrar lo más rápidamente posible para empezar a trabajar. Ahora lo veo de una manera diferente, con esa misma admiración, pero al mismo tiempo de una manera más práctica, pensando cómo va a ser este tránsito y el proceso de adaptación a una nueva institución.
¿Qué se lleva del MUAC al Reina Sofía?
Del MUAC me llevó los valores que siempre han regido al MUAC, que son los valores de la UNAM, en donde la cultura juega un papel central para pensar el mundo en que vivimos, y que el arte es capaz de ofrecer muchas posibilidades en ese sentido. Me llevo un proyecto joven, con mucha energía, que logró transformar el ámbito de los museos en México. Y me llevo la riqueza de un equipo con mucho compromiso, creatividad y dedicación. Hemos podido levantar y consolidar un proyecto a lo largo de todos estos años.
El Reina Sofía también inicia una nueva etapa. Su nuevo director asumió en junio, después de una larga temporada, un tanto conflictiva, del director anterior. Usted formará parte de esa renovación. ¿Qué vislumbra para su gestión? Ya conoce el museo y sabe las líneas que maneja.
Es una tarea importante aportar coherencia. La subdirección tiene el reto de que conversen las diferentes áreas del museo con sus diferentes proyectos y darle unidad al actuar general del museo. Ese es uno de los retos más importantes, al ser un museo muy grande con muchísima actividad, con público y una historia muy importantes, con una colección extraordinaria y relevante. Y, en ese sentido, que sea un trabajo de orden transversal. Eso es parte del trabajo que hay que hacer en el Reina Sofía y que esta posición ha tenido históricamente.
El Reina Sofía es un museo que nace con polémica y siguen las polémicas. Es un museo que se politiza mucho. El arte es política en España. ¿Cómo ve esa nueva atmósfera a la que va a llegar, que me parece que será muy diferente a la del MUAC?
Tendré que aprender muy rápidamente sobre el funcionamiento del museo, sus relaciones con la sociedad, con los medios, con un ámbito mucho más amplio. Es fundamental aprender rápidamente, de manera que uno pueda llevar a cabo una mejor gestión de su trabajo. Pero, pues sí, es un aprendizaje que tengo que llevar a cabo cuando llegue al museo.
Una polémica en la gestión de Borja-Villel fue la exposición de arte latinoamericano de 2012 (Perder la forma humana), que se politizó. Como mexicana ¿cómo piensa abordar el arte latinoamericano actual en el Reina Sofía y su continuidad y permanencia en él?
La relación que ha sostenido el Reina Sofía con el arte latinoamericano es de largo plazo, a través del programa de colecciones, pero también de las exposiciones temporales y los programas públicos. Entonces, en ese sentido es una relación constante e intensa. Por supuesto, puedo aportar mi visión viniendo de América Latina, que es continuar con esta relación de largo plazo que expresa abiertamente el Reina Sofía y propiciar vínculos con instituciones en Latinoamérica; es decir, buscar conexiones con redes de intelectuales. Creo que es muy importante continuar con ese trabajo, desde la perspectiva que pueda aportar.
Creo que fue muy sabia la decisión del Reina Sofía de contratarla a usted. Hasta parece que los dados estaban cargados, en el buen sentido, por los vínculos que tiene usted con el arte y los artistas contemporáneos de México y de todo el continente, y por su trabajo en el MUAC.
Creo que el comité consideró que yo reunía las características para ese perfil. Por supuesto, creo que tiene que ver con mi conexión con América Latina, pero también con la combinación de una labor de gestión, porque los puestos de instituciones de esa naturaleza requieren de muchísima gestión, administrativa y de diferente índole, de coordinación, de procesos de trabajo, y una parte intelectual, es decir, de generación de ideas. Yo me he formado desde un ámbito curatorial, en un ámbito de orden mucho más artístico, y después tuve que asumir la dirección. Y además me perfilé en una carrera de gestión después de mi trayectoria como curadora. Es justamente esta combinación, por un lado, de habilidades en el ámbito artístico y curatorial y, por el otro, habilidades de gestión, algo importante para desempeñar un rol de esta naturaleza.
El MUAC nació como un museo de curadores, más que de artistas, aunque creo que ha cambiado ese perfil porque cuenta el peso de los artistas que ha exhibido. ¿Cómo se inserta esa línea en un museo como el Reina Sofía?
El Reina Sofía tiene una serie de funciones específicas. Por un lado, está la colección. Uno de sus brazos más importantes es que tiene obras referenciales, que abarcan más de un siglo, y esas lecturas de la colección son importantes. Por otro lado, hay exposiciones de artistas de diferentes momentos en el arco histórico que cubre. En ese sentido, son otras las tareas, diferentes a las del MUAC, un museo mucho más enfocado al arte contemporáneo. Por supuesto, hemos hecho algunas exposiciones históricas a lo largo de los años, pero como una manera de entender la contemporaneidad, no porque la vocación del MUAC sea hacer exposiciones históricas. Estamos definidos por la década de 1950, por la construcción de Ciudad Universitaria, a diferencia del Reina Sofía, que tiene otro radio de acción, otro arco temporal.
¿Cuál es su definición del arte contemporáneo?
El arte contemporáneo es un conjunto de prácticas que tienen una genealogía relacionada con el momento en que se originaron las prácticas artísticas contemporáneas, que son sumamente diversas, pero que hablan de la actualidad del arte. No hay una sola línea para el arte contemporáneo, que abarca un ámbito muy amplio de prácticas, de intereses, de temáticas, de formas de concebir las prácticas artísticas y que tienen su origen en ciertos momentos históricos. No es posible definir de una sola manera el arte contemporáneo.
El MUAC incursionó en muchas facetas del arte contemporáneo, no solo pintura o escultura, también el performance, la instalación… ¿Cómo va a llevar esas experiencias al Reina Sofía?
El director del Reina Sofía, Manuel Segade, ha planteado una serie de modificaciones respecto de la programación, que se van a ver en un tiempo. En los museos no pueden verse los cambios de inmediato, porque son estructuras organizacionales muy amplias, donde es necesario planificar con mucho tiempo. Segade ha planteado una renovación en términos de relación con los públicos, con la programación, incorporar aspectos que no estaban inscritos dentro de la visión y programación del Reina Sofía. Los retos tienen que ver con lo que vivimos todos los museos: la relación con los públicos, la vigencia de nuestra programación. Es decir, en términos más generales, ya estando ahí, podré hacerme una idea mucho más clara de cuáles serán mis aportaciones, porque no es lo mismo verlo desde fuera que estando dentro de la estructura.
¿Qué le gusta en este momento del Reina Sofía?
Me gusta que logra plantear un proyecto integral de museo. Hoy en día eso se refiere a un museo que tiene incidencia discursiva en construir una relación con diferentes escenas artísticas, la española, la internacional, la latinoamericana, y que al mismo tiempo tiene una fuerte vinculación, por ejemplo, con comunidades locales; esto se ha hecho a lo largo de varios años. Por otro lado, es un centro de investigación por sus vínculos con posgrados, el propio centro de documentación. Eso es lo que más me gusta del Reina Sofía, que, en otra escala, se parece a la estructura del MUAC en términos de pensarse como un núcleo de pensamiento y artístico que es muy influyente, porque da cabida a un conjunto de elementos que son muy relevantes para dinamizar las escenas artísticas. El Reina Sofía tiene un alcance internacional en estas líneas de acción.
En México la polémica desapareció de los museos. La última pasó con la exposición sobre Zapata en Bellas Artes. En cambio, en el Reina Sofía sus muestras generan polémica, debate. ¿Cómo vislumbra su gestión para que la polémica genere eso, ideas, debate intelectual sobre el arte que llegue a la sociedad, después de vivir la experiencia con el MUAC?
Por supuesto, el riesgo es algo importante en los museos. Con riesgo me refiero a que los curadores, los artistas, asuman riesgos al hacer propuestas, que a lo mejor pueden transformar cómo vemos algo o que movilizan ciertas discusiones. Hay museos que toman riesgos y que le proponen cosas al público, en lugar de asumir un rol pasivo; no sólo normalizar lo que ya existe, sino proponer visiones nuevas que a veces reflejan sociedades que tienen opiniones muy distintas, sectores sociales que están en conflicto. Esto no es ajeno a los museos, porque también son entidades sociales.
Hablando de riesgos, ¿no tiene miedo de que se le vaya a desaparecer una escultura de 38 toneladas?
Bueno, más que miedo. Uno tiene que hacer el trabajo bajo los parámetros profesionales de un museo, de cualquier museo de nivel internacional. Y con ese cuidado y dedicación sabemos que hay un equipo profesional, aunque a veces suceden cosas que escapan a nuestro control. Todo parte de hacer un trabajo profesional y el Reina Sofía tiene un equipo profesional que desarrolla sus tareas.
¿Cuáles son sus obras favoritas en el Reina Sofía como para hablar de su identidad, más allá del Guernica?
Es una pregunta difícil, porque lo que hace potente al museo es el conjunto, más que obras emblemáticas, como el Guernica de Picasso, que no solo transforma la historia del arte sino que habla de un momento histórico muy específico, que tiene que ver no solo con la historia de España sino con la historia del mundo. Y, en ese sentido, lo que hace fuerte a la colección del Reina Sofía es el conjunto y su evolución. Por ejemplo, tiene un conjunto muy importante del exilio español en México, y otro que tiene que ver con el arte latinoamericano. Creo que esa es la fuerza de la colección del Reina Sofía: el conjunto, esa diversificación y cómo ha ido evolucionando en el tiempo.
¿Habrá un impulso a artistas mexicanos?
No dependerá solo de mí. Ha habido una presencia importante de artistas mexicanos en el Reina Sofía: Toledo, Goeritz (que es casi mexicano, llegó a México muy joven). Es algo que debemos conversar con el equipo del Reina Sofía y con el director del museo, a fin de poder arribar con una propuesta. La programación requiere de un equilibrio que tiene que ver con la historia previa de las exposiciones del museo y con cómo se quiere desarrollar a futuro. Es una decisión que debe tomarse en equipo.
¿Ya tiene una propuesta inicial?
Tendré que conversar con el director y no anunciar nada antes de tiempo.
¿Se sacó la rifa del tigre?
No creo que sea la rifa del tigre. Los museos, como toda organización, tienen sus complejidades, se desarrollan en condiciones históricas; es decir, no es lo mismo una institución ahora que hace diez años. La forma en que el público recibe las exposiciones, el papel del museo, han ido cambiando. Es un reto importante adaptarse a una nueva institución, pero lo veo más bien como eso: un reto, algo que me emociona hacer. Y creo que tengo buenas herramientas para hacerlo.
¿Cómo deja al MUAC? ¿El Reina Sofía salió ganando y la UNAM y México perdimos?
Me siento tranquila de que el MUAC está en muy buen momento, de plenitud respecto de su programa de exposiciones, de su programación pública. Es una estructura estable, profesional, va a seguir adelante. Estoy segura de que la persona que quede en mi lugar hará un gran trabajo.
AQ