El cineasta mexicano Amat Escalante (Barcelona, 1979) gusta de romper clichés. Su última película, Perdidos en la noche (2023), continúa esa tendencia que se inició desde su primer filme cuya inspiración fueron Los Polivoces, serie cómica protagonizada por Eduardo Manzano y Enrique Cuenca en los setenta.
Su sexto largometraje, ambientado como sus anteriores en Guanajuato, donde vive, no solo se concibió para estrenarse en salas comerciales en todo el país, sino también incorporó a un par de actrices que han estado alejadas del cine de autor y que poco tenían que ver con el de Escalante hasta hoy: la estrella de telenovelas coetánea del realizador, Bárbara Mori, y la actriz e influencer española Ester Expósito.
En la película, estrenada en mayo pasado en la 76 edición del Festival de Cine de Cannes, también pone del otro lado del cliché social al que fue sometido en sus anteriores filmes su protagonista, Juan Daniel García Treviño (Ya no estoy aquí, 2019; La civil, 2021; y Manto de Gemas, 2022), ahora una víctima.
“Lucho porque los elementos en mis películas no sean los mismos, a veces terminan siendo similares, como es el caso del personaje de Emiliano, que es un personaje que me interesa y siempre ha estado en mis películas en diferentes encarnaciones, y aquí también está en este pueblo que está siendo afectado, no solo el pueblo, sino más que nada las personas; me interesan los microrretratos, meterme a la intimidad para reflejar cosas más grandes”, comenta Escalante sobre el personaje de García Treviño.
Director también de Sangre (2005), Los bastardos (2008), Heli (2013) y La región salvaje (2016), Escalante habla en entrevista sobre su más reciente largometraje, en el que aborda temas tan dispares —aunque para él no tanto—, como la minería, las desapariciones forzadas, las redes sociales, la depresión, las sectas religiosas, la corrupción policial, el activismo, pero igual el amor y la búsqueda de justicia.
Sobre su vena cómica y su interés por la comedia como cinéfilo, cuenta que cuando su primer filme, Sangre, se exhibió en el festival de Sarajevo, en Bosnia, a la gente, que venía por pasar por la Guerra de los Balcanes, le pareció comedia, pero cuando la llevó a Japón, el público quedó “traumatizado”.
“Me da mucho gusto que (Perdidos en la noche) se vea en partes cómica, para mí es muy importante, porque amo la comedia. La vida es así, es muy chistosa. Cualquier víctima sabe que la vida no es simple; la gente que busca a sus desaparecidos, las mujeres que buscan los cuerpos de sus desaparecidos, tienen mucha esperanza, si no, no saldrían a buscar, no es fácil salir, no es fácil estar buscando, si estuvieran tristes o deprimidas no lo podrían hacer; hay mucha luz y mucha vida a pesar de lo que están pasando. Si no, nadie podría vivir la realidad que está pasando México.
“A mí me choca a veces el cine cuando vemos a los personajes siempre tristes, miserables, deprimidos. La naturaleza humana es muy variada, cuando vemos un personaje así, me molesta, me parece que el director que está retratando y tratando de reflejar eso tiene miedo de entender a las personas, las deshumaniza cuando las refleja tan miserables y tan tristes. Por eso para mí era importante que existieran esos chispazos de contradicciones de la vida normal, hacen más terrorífico el contraste”.
Escalante tomó en cuenta que Guanajuato es estado minero, la actividad industrial que detona la trama de Perdidos en la noche; igual que las noticias que leía sobre activistas y desaparecidos en la región.
“El cine que hasta ahora he hecho, para mí surge de las historias donde vivo, Guanajuato, sobre los cambios que van sucediendo ahí, ya sean cambios sociales, que también tienen que ver mucho con el lugar”, expone el cineasta, con sendos premios como Mejor Director en Cannes por Heli, en 2013, y en Venecia, por La región salvaje, en 2016; además del Fipresci también en Cannes, 2003, por Sangre.
Perdidos en la noche, producido por Nicolás Celis, Fernanda de la Peza y el mismo cineasta, parte de la desaparición de la maestra Paloma (Vicky Araico), activista opositora a una mina, cuyo hijo Emiliano (García Treviño) entra en contacto con una familia foránea y rica (Mori, Fernando Bonilla, Expósito), que pasa vacaciones en una propiedad en ese pueblo, donde el joven cree que fue enterrada su madre.
Y como el filme, en el que también participan María Fernanda Osío, Jero Medina y Mayra Hermosillo, se concibió durante el encierro al que la pandemia por covid-19 sometió al mundo desde marzo de 2020 hasta prácticamente el año antepasado, las redes sociales le inspiraron al personaje de Expósito.
“Durante la pandemia me interesaron mucho las redes sociales, estar en casa viendo la vida de otros por internet, que fue un fenómeno que se disparó entonces con cierta intensidad”, comenta el realizador.
¿Por qué el título del filme habla de “perdidos” cuando trata sobre “desaparecidos”?
Porque el concepto de “perdidos” abarcaba otros ángulos, habla de alguien que pierde el control. Y en Perdidos en la noche hay dos personas que pierden el control y que a la vez se lo pierden a alguien más. La gente no desaparece, eso suena más a magia. “Perdidos” me parecía más cercano a lo que yo quería: perderse en la noche, perder el control de algo en la noche, que es lo que sucede en la película desde el inicio (cuando policías persiguen a Paloma y a su chofer, asesinan a éste y se la llevan a ella).
Al abordar tantos temas, da la impresión de que quiso meterlos en una cazuela a ver qué salía.
Así no lo planteé. Más bien se fue dando. No lo veía como un tema, sino como una situación que estaba pasando, que iba ligando a otra, influenciada con otra. Sí hay bastantes temas que pasan: la religión, las comunidades en las que tiene lugar la película, de alguna forma todo estaba en un lugar; a veces es difícil, porque la vida sí tiene muchos temas, así que cuando quería aproximarme a la verdad, a contar algo cercano a la realidad, a veces era difícil eliminar cosas, pero no era el propósito echar muchas cosas para hacer como una sopa. No se planteó como idea en específico que hubiera muchos temas, sino que hay muchas cosas que influyen en la vida de los personajes. Aunque entiendo tu punto.
Los dos ejes que mueven la historia son Emiliano y Carmen (Bárbara Mori). Sin embargo, en la película ellos no interactúan realmente, casi no aparecen en las escenas juntos ¿por qué?
Sí, hay una distancia ahí, no me había dado cuenta, tienes razón. El lazo entre ellos viene a través de Mónica (Ester Expósito), la hija de Carmen; es la juventud la que identifica a estos dos. Y sí, exacto, Carmen es la persona que incitó la tragedia y luego Emiliano es atraído al lugar y se vuelve la víctima.
¿Quiso romper con los clichés sociales a partir de los personajes de Emiliano y Carmen?
Sí, fue algo intencional; es la idea de tener cuidado en no hacer personajes sobre los que hay una expectativa; en la interacción entre los personajes, la creencia de que gente como Emiliano o de su comunidad no serían invitados a eventos de la casa de personas como la familia de la actriz Carmen Aldama (Mori), su hija Mónica Aldama (Expósito), su esposo Rigoberto Duplas (Fernando Bonilla) y la niña de ambos. En la realidad no es así. Siempre hay mucha complejidad e intereses diferentes. Y es muy común ver situaciones fuera de lo que uno pensaría. Las expectativas son muy peligrosas y de ahí surgen el cliché o la superficialidad al contar una historia, que todo sea como uno ya lo conoce.
Para mí es importante que los personajes tengan complejidad, que el bien y el mal, la tristeza y la felicidad, estén en cada personaje, como es para mí la vida. Hacer constantemente miserables o deprimidos a personajes que son víctimas o que han sufrido no tiene verdad para mí, así no es, en general. Si fuera así México estaría lleno de deprimidos y no es así; hay gente con mucha vida, que ha sufrido mucho también. Eso me parece lo más honesto y humano y natural. Y por eso quise romper con ciertos clichés, expectativas de una película así. Por eso Perdidos en la noche tiene también humor, no es exactamente una comedia, pero tiene el humor de la vida normal. La vida es bastante cómica, nos reímos mucho, no importa que hayamos sufrido, es muy difícil que nos quiten el humor a los humanos. Y eso es muy presente en México también. Entonces, quise mantener eso en el filme.
Bárbara Mori aparece en un papel insólito en su carrera. Su maldad llega a ser muy profunda hacia la gente que la rodea. ¿Quiso desacralizar a la actriz con el personaje? Me recordó la historia de Orson Welles con Rita Hayworth para La dama de Shanghái.
Hacia Bárbara Mori en específico, no; porque cuando escribí el guion no tenía en mente quién haría el papel de Carmen exactamente, sabía el tipo de persona que me interesaba. Y hubo cierta apertura a ver muchas actrices, algunas que se alejaban de lo que había vivido el personaje, en fin. Escogí a Bárbara Mori porque también había vivido muchas de las experiencias que el personaje —creía yo— había vivido, como es el haber actuado en telenovelas y haber sido parte del mundo del espectáculo desde muy joven, desde su adolescencia, básicamente. Y por eso, inicialmente fue así.
Luego, me pareció algo interesante y divertido jugar un poco con la imagen y las expectativas de la gente hacia ella como actriz, eso es algo adicional, pero interesante. Me entusiasma la idea de que también la descubran en un papel nuevo, medio extremo. Creo que en Rubí era medio mala, ya había sido villana, pero en Perdidos en la noche juega con su personaje un poco ella misma también. Bárbara sabía, estaba consciente. Por ejemplo, ella tiene varios tatuajes, y los tatuajes iban muy bien con el personaje; tiene una víbora tatuada en el pie, y en la película hay una toma de ese tatuaje. Hay cosas de ella y del personaje que a mí me concordaban muy bien.
Supongo que fue también el caso de incorporar al elenco a Ester Expósito.
Sí, algo similar fue con Ester Expósito: jugar. Dada la oportunidad de que ella es una muy buena actriz, una profesional que se entrega mucho, pero también es una influencer, una personalidad de internet, como su personaje, Mónica Aldama, jugar con esas imágenes y expectativas. Sí me entusiasma eso mucho. Y tengo también curiosidad por cómo el público mexicano va a reaccionar a ello, si lo va a aceptar a través de un thriller como Perdidos en la noche.
Hay mucho humor en sus filmes, más sofisticado en los anteriores que en Perdidos en la noche, donde es más abierto y los personajes hacen ese humor. ¿Qué hace reír a Amat Escalante?
¿De México en específico? A mí me inspiraron mucho para mi primera película Los Polivoces, la serie de los setenta; tenían una forma de retratar lo popular mexicano muy acertada y muy chistosa. Otra cosa que no sé si me hace reír, me causa cierta gracia, es que en el lugar en donde vivo, en particular, Guanajuato, hay ciertos negocios a los que se les nota que no les gusta tener clientes o les dan flojera, eso he notado. Me da risa que a un negocio no le interese tener que trabajar o rara vez, eso me hace reír mucho. Hay muchas cosas que me hacen reír, me gusta mucho el género de la comedia, el stand up, me gusta mucho Ricardo O’Farrill, es alguien que me hace reír mucho.
Ya que le gusta romper con los géneros ¿cuándo hará una comedia como tal?
Pues eso me gustaría mucho. Amo la comedia.
AQ