La soprano Angel Blue (Los Ángeles, 1984) ha tenido una intensa temporada con la Metropolitan Opera House de Nueva York (MetOpera), que coronará con la función de este sábado 27 de enero en el rol de Micaëla de la ópera de George Bizet Carmen (1875), que se transmitirá en vivo al mundo.
Concibe su personaje como una mujer fuerte, que no se siente intimidada por Carmen, y con ella se identifica por completo en esta producción con la que la directora de escena británica Carrie Cracknel debuta en la MetOpera, donde Angel Blue cantó ya esta temporada también en Turandot y La Rondine en los papeles de Liù y Magda, mujeres que igual se sacrifican por los otros, en especial por hombres.
“Una de las grandes cosas que tenemos como mujeres es que somos capaces de sacrificarnos”, dice Angel Blue en entrevista exclusiva desde Nueva York sobre su papel en Carmen, en la que comparte escenario con la mezzosoprano rusa Aigul Akhmetshina (Carmen), el tenor polaco Piotr Beczała (Don José) y el bajo-barítono estadunidense Kyle Ketelsen (Escamillo), con Daniele Rustioni en la batuta, y que podrá verse en transmisión en vivo vía satélite en el Auditorio Nacional y ciudades de provincia.
Además, en los últimos años la artista angelina, que en sus inicios cantaba gospel en las iglesias con su padre y competía en concursos de belleza, ha participado en dos icónicas puestas en escena que también pudieron verse en más de 70 países, entre ellos México, un país que ha visitado con frecuencia.
Angel Blue hizo historia en la reposición en 2020 de Porgy and Bess en la MetOpera después de 30 años de ausencia del título de George Gershwin en ese escenario, pero sobre todo al formar parte del elenco en 2021 de la primera ópera compuesta por un afroamericano en presentarse ahí, Fire Shut Up in My Bones, de Terence Blanchard, ambas pudieron verse igual en la pantalla del Auditorio Nacional.
Ha visitado Ciudad de México en varias ocasiones y dice admirar la apertura hacia los otros y la libertad para expresar emociones que hay en los países iberoamericanos, que ve también en la zarzuela, un género que ha cultivado en España y que le ha enseñado a comprender mejor la ópera Carmen.
Ha sido una gran temporada para usted en la MetOpera. Hizo Liú en Turandot, Magda en La Rondine y ahora Micaëla en Carmen. ¿Qué ha dado Angel Blue a estos personajes?
No lo sé. Creo que lo que he dado a estos personajes es mi corazón, a mí, porque amo la música. Lo más importante en cantar es ser honesto con este amor por la música, así que espero que lo que aporto sea ese amor por la música.
¿Hay alguna cantante que le haya inspirado para interpretar a este personaje?
Mirella Freni. Un poco también Reneé Fleming, pero, sobre todo Mirella Freni.
¿Quién es esta Micaëla en su acercamiento personal a Carmen?
En mi acercamiento personal ella es una muy hermosa, fuerte y cariñosa mujer; aun cuando está sola en el mundo en esta ópera, ella no teme ni tiene miedo de buscar a Don José y eso, por supuesto, la hace poderosa en personalidad y de corazón, porque no tiene miedo de esta gente que no conoce. Personalmente, lo que amo del rol es el aria “Je dis que rien ne m'épouvante”, porque amo su letra cuando dice “Protégez-moi! Ô Seigneur! (¡Protégeme, oh Señor¡)”, canta ella, y dice sobre Carmen: “Elle est dangereuse… elle est belle! / Mais je ne veux pas avoir peur! (Ella es peligrosa… ella es bella /Pero yo no quiero tener miedo)”. Para mí, para Angel, que siempre estoy temerosa de algo, me da miedo cantar aun cuando lo amo y soy una profesional, siempre siento nervios, para mí eso es parte de esta ópera. No obstante, yo y Micaëla somos lo mismo, la misma persona, porque ambas vamos por algo que queremos y amamos sin miedo.
Muchos de los roles de su repertorio, como Micaëla, Magda, Liù , Margueritte, Tosca e incluso Mimì y Violetta son de mujeres que se sacrifican por algo o alguien, en especial por un hombre. ¿Cómo una mujer, una artista del siglo XXI lidia ahora con esa idea del sacrificio?
Canto y actúo estos personajes honestamente, son muy parecidos a mí. Me casé, tengo un hijastro, cualquiera que es sincero acerca de estar casado diría que el matrimonio no es para nada fácil y que implica mucho trabajo tener un buen matrimonio. Yo, Angel, soy de las que se sacrifican por otras personas, pienso en otras personas antes de pensar en mí, a veces no siempre es lo correcto, ja, ja, ja, y debo ser sabia sobre cómo lo hago. Pero encuentro mucha felicidad en ayudar a otras personas, hay mucha satisfacción en ayudar a los demás y sacrificarse por otros.
Sé que hoy no es muy popular que una mujer diga que se sacrifica por un hombre, pero en mi perspectiva y opinión como mujer es una de las grandes causas, de las grandes cosas que tenemos como mujeres: que somos capaces de sacrificarnos y dar tanto de nosotras mismas a otra gente, pero esperando mantener nuestro propio ser y quiénes somos. Hay un proverbio en Estados Unidos: ‘No puedes servir de una taza vacía’, y eso es muy cierto. Todos estos personajes, todas estas damas que mencionaste, son mujeres que dan algo de sí mismas, por eso me resulta fácil interpretarlas. La única diferencia entre ellas y yo es que yo sé cuándo parar y cuando dejar tomar algo de mí.
Respecto al aria y el dueto de Micaëla, sin duda de las piezas más bellas escritas en la historia de la ópera ¿cuál es el reto para usted técnica y dramáticamente al interpretarla?
¿Sinceramente? Que hay una pausa muy larga. El principio de Carmen es un poco alto para Micaëla en el registro de voz, para la tesitura, pero después de que ella canta el dueto (“Parle-moi de ma mère!”) pasan dos horas, las conté, las cronometré, así que son dos horas entre el momento en que entro al escenario por primera vez hasta que regreso (con “Je dis que rien ne m'épouvante”), ja, ja, ja. Así que esas dos horas estoy en el vestuario, canto, no las dos horas, pero canto, caliento mi voy y trato de mantener mi cuerpo despierto, porque es muy fácil para mi cuerpo y para mí y para mi voz sentir sueño antes de cantar el aria. Eso es el mayor desafío del rol para mí.
¿Y cuál es el reto de encarnar a Micaëla delante de un personaje tan poderoso como Carmen?
El reto es que Carmen es justo como yo (Micaëla); no somos muy diferentes, solo tomamos ambas diferentes decisiones en la vida. Carmen es exactamente como Micaëla porque está tratando de encontrar algo que la haga feliz; Micaëla también está buscando algo que la haga feliz, que es Don José. Para Carmen, la diferencia, es que la felicidad que busca está en diferentes amantes y diferente gente. Creo que ambas son similares, pero escogen caminos diferentes. Nunca he creído que Micaëla pudiera sentirse intimidada por Carmen, o que le tenga miedo. Más bien creo que siente pena por Carmen en algún sentido, porque Carmen no toma decisiones que la beneficien y Micaëla sí.
La nueva producción de Carrie Cracknell se ambienta en Estados Unidos en la época actual. ¿Cómo se siente en la producción? ¿Cuál es para usted el mensaje de Cracknell en ese presente?
No lo sé, honestamente. Ojalá supiera cuál es el mensaje. En este momento en el mundo hay esta batalla entre quién está en lo correcto y quién equivocado, probablemente eso siempre ha existido en la humanidad. Pero espero que la gente disfrute la ópera y que se lleven las decisiones que todos estamos mostrando, eso es lo que veo en Carmen, que todos podemos tomar diferentes decisiones, que podemos tomarlas basadas en celos, en enojo, en amor, en odio o incluso de no saber la verdad o nada sobre la situación, saltándose a las conclusiones. Espero que la gente vea que hay mucha sabiduría involucrada cuando se toman decisiones. Y encuentro eso en todos los personajes: en Don José, en Micaëla, en Escamillo, en Carmen, incluso en Morales o en los soldados, en todos los casos ves que las decisiones que toman afectan su vida. Ojalá que el público se lleve esa idea de cómo debemos estar conscientes de que las decisiones cambian nuestras vidas.
En la actualidad me parece que hay una percepción distinta sobre la ópera Carmen, a partir del feminismo, más conciencia sobre la violencia hacia la mujer, los feminicidios, los celos. ¿Cuál es su postura respecto a esta nueva visión sobre una obra tan polémica en estos aspectos?
Mi postura es a partir de una solución que es muy simple, en realidad, quizás hasta suene a cliché, es la regla de oro: hay que tratar a los otros como queremos ser tratados. No importa si uno es mujer u hombre, si te maltrato estoy maltratando a una persona, y recibiré ese maltrato de regreso. Por otro lado, si soy amable y linda contigo, recibiré eso mismo en reciprocidad. Eso es importante. Por supuesto el mensaje es muy fuerte (en esta producción), la idea feminista, pero yo personalmente trato de mantenerme al margen de la palabra feminista, porque ahora tengo una idea muy diferente de lo que entendía por feminismo cuando era más joven, porque no creo que la amabilidad solo vaya en un sentido, sino en ambas vías: el hombre debe ser amable con la mujer y la mujer con el hombre, somos personas, debemos ser amables unos con otros.
Y otra vez esto tiene que ver con las decisiones y elecciones que tomamos, porque en la ópera Aigul Akhmetshina es una Carmen brillante, ella está mucho más consciente de lo que Carrie Craknell le está pidiendo hacer como Carmen. Y lo puedes ver: la cara de Aigul es muy visceral, puedes ver lo que está pensando y las decisiones que toma que molestan a Don José, que hieren sus sentimientos, puedes verlas en su rostro y también en el de él, y cómo le afectan a él, y luego las decisiones que toman que hacen que se lastimen entre ellos. Ojalá la gente vea eso, tiene mucho que ver en lo que hay en nuestro corazón y cómo tratar a los otros. Es una historia muy fuerte y una muy, muy fuerte producción.
Usted ha trabajado mucho también con la zarzuela. ¿En qué medida el género le ayudó en su caracterización de Micaëla y de Carmen?
Me ayudó en términos de comprender el ser libre, zarzuela es tan libre, tan abierta como género musical, como la cultura de los españoles. He estado muchas veces en Ciudad de México también, y la cultura de los latinoamericanos es muy abierta, la idea de ser libre.
Aunque los mexicanos no nos parecemos en nada a los españoles, al menos eso creemos.
Ja, ja, ja. Sí, estoy de acuerdo ciento por ciento contigo, ja, ja, ja. Pero lo que quiero decir es en términos culturales, aunque también ustedes son culturalmente muy distintos. Pasé un año en España y es muy diferente a México, seguro. Pero en ambas culturas hay una similitud respecto a que son muy abiertos hacia otras personas. Otra vez vuelvo al tema de la amabilidad, cuando estaba en España aprendiendo zarzuela, lo que aprendí de esa suerte de opereta es que en ella la mujer siempre es libre, no importa qué esté expresando en el escenario, alegría o dolor o tristeza, felicidad; sin importar qué está provocando esas emociones, ella es libre en expresar esas emociones. Eso no pasa con el repertorio más estándar que canto. Por ejemplo, La Traviata es un buen ejemplo, porque en el acto segundo, cuando Violeta habla con Germont. La zarzuela es muy libre, podemos cambiar notas, ritmos, incluso el texto, todo eso es muy agradable, hay mucha más libertad. Espero no ofender a nadie, pero Zarzuela para mí es como el gospel, porque es la misma canción, pero cantada con el espíritu de la persona.
Participó en el estreno de Fire Shut Up in My Bones, la primera ópera de un compositor afroamericano en presentarse en la MetOpera. ¿Qué significó para usted?
El estreno de Fire Shut Up in My Bones fue muy importante para mí, porque me ocurrió como con la zarzuela, me hizo capaz de traer parte de mi juventud cantando gospel en las iglesias y música clásica, tocando el bajo, y viendo a mi padre cantando gospel. Ser capaz de llevar eso a una casa de ópera fue muy especial. Y para la MetOpera llevar la ópera de Terence Blanchard, el primer afroamericano en presentar ahí una ópera, fue muy especial porque él no es un compositor de ópera, sino un músico de jazz. No sé. Honestamente, me han preguntado mucho eso y aún no sé cómo responder. Solo puedo decir que fue un gran honor ser parte del elenco y fue un momento muy especial para todos, pero no sé, qué tan importante es, no soy capaz de expresar qué tanto todavía.
AQ