El rostro y las palabras de la cineasta Ángeles Cruz reflejan la angustia, la frustración, el miedo, pero, sobre todo, el enojo y la valentía con que exige justicia para su comunidad de Villa Guadalupe Victoria, en el municipio oaxaqueño de San Miguel El Grande, escenario de sus cortos y largometrajes, pero también de una espiral de violencia que cobró las vidas de su hermano Román y varios colaboradores.
“Me siento despojada del territorio que me vio nacer”; “ya no puedo filmar en mi comunidad debido a la violencia”; “tengo que migrar por seguridad”; “ya no creo en las instituciones gubernamentales”, comenta en entrevista la directora de los cortos La tiricia o de cómo curar la tristeza (2012) y Árcángel (2018), y del largometraje Nudo mixteco (2021), filmados en su comunidad serrana con pobladores locales en el reparto y sobre temas como la homosexualidad, la discriminación o la emigración.
La ganadora de tres Arieles es la única representante mexicana en la edición 75 de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, con su segundo largometraje, Valentina o la serenidad (2023), a partir del duelo que tuvo de niña por la muerte de padre. Y hoy vive el asesinato de hermano.
El 22 de noviembre de 2023, en San Miguel El Grande, fueron emboscados y asesinados los agentes municipales de las comunidades de Lázaro Cárdenas, José Pérez Mendoza, y de Guadalupe Victoria, Gabriel Cruz Ortiz; los agentes de la Agencia Estatal de Investigaciones, José Luis Daniel Calvo Tapia y Minyak Omar Moreno Plascencia, y el hermano de la cineasta y actriz Román Cruz Murillo. Para el 29 de noviembre, la Fiscalía de Oaxaca anunció la detención del representante de Bienes Comunales de Tlaxiaco, Jesús Cariño, como presunto autor material. Antes, el 5 mayo de ese año, fueron asesinados en el vecino Lázaro Cárdenas Juan Mendoza López, Odilón Cruz Ortiz y Abdón Cruz López.
Con 14 producciones que involucran a 20 países, la 75 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, en su edición de primavera, se llevará a cabo del 21 de marzo al 7 de abril en las instalaciones de Xoco y Cenart, y Valentina o la serenidad será el segundo título con el que se abre.
Protagonizada por la niña Danae Ahua Aparicio y Myriam Bravo, la quinta película de Cruz estuvo en la selección oficial de los festivales de Toronto, de Morelia y de Huelva, donde ganó el Colón de Oro.
Valentina o la serenidad aborda el duelo por su padre de niña. ¿Qué es el duelo hoy para usted tras toda esta violencia en su comunidad, escenario de sus filmes, y del asesinato de su hermano?
Ahorita me siento en la parte todavía en que estoy muy enojada por la impunidad, por la falta de justicia y de acción de las autoridades. Siento que somos una estadística más de este país que se cae a pedazos. Y también me siento despojada de nuestro territorio, del territorio que me vio nacer, para poder hacer nuestro trabajo. Siempre he dicho que mi trabajo fundamentalmente tendría que partir del lugar que me vio nacer, pero en este momento ya no puedo filmar en mi comunidad debido a la violencia, a la falta de acción del gobierno para darnos garantías de seguridad.
El año pasado hubo varios eventos: el 5 de mayo atacaron la comunidad vecina de Lazáro Cárdenas, quemaron más de 10 casas, mataron a 3 personas y hubo muchos heridos. Esto lo venimos denunciando a través de Valentina o la serenidad. Cuando la película llegó al Festival Internacional de Cine de Morelia, todavía mi hermano Román me acompañó a presentarla, él siempre ha sido parte de mis filmes, como actor o gerente de locaciones, porque conocía todos los rincones del pueblo. Pero la violencia lo alcanzó el 22 de noviembre, en una emboscada donde lo mataron con otras 4 personas”.
¿Y cómo está llevando este proceso con una película que habla sobre la serenidad también?
Esto a mí me deja en un lugar muy vulnerable; ora sí que me deja en el lugar de Valentina, tratando de encontrar serenidad que no he encontrado y tratando de agarrarme de las cosas fundamentales que son las que me mantienen de pie: la fuerza de la comunidad, del sentido comunitario y de familia, de mi tradición y mi cultura, donde la naturaleza nos ayuda a superar estos dolores que nos atraviesan. Pero, uno no puede encontrar la tranquilidad o la serenidad hasta que puedas encontrar algo de justicia. La muerte tiene muchas miradas, pero hay unas más absurdas que otras. Quiero citar a mi madre: “Puedo entender la muerte por enfermedad, por un accidente, pero no cuando una persona decide quitarle la vida a otra”. Eso yo tampoco lo puedo entender. La humanidad está fallando en ese sentido.
¿Qué va a pasar con su cine después de esta violencia? Usted trabaja el cine con su comunidad.
Tengo que emigrar de mi sitio paradisíaco, que ya no es paradisíaco ni seguro. Efectivamente, mucha de la comunidad ha participado en mis películas. En el caso de las personas asesinadas, nomás por citar algo, Juan Mendoza, asesinado el 5 de mayo, participó como actor en La tiricia o de cómo curar la tristeza; también en ese corto participó mi hermano Román, y como gerente de locaciones en todas las otras películas que he hecho en la comunidad. José Pérez Mendoza, también asesinado el 22 de noviembre, tenía una refaccionaria donde adquiríamos muchas cosas para poder filmar. Hemos sido eso: violentados desde todos los sentidos en la comunidad. Entonces, visualizo que, por seguridad de todas las personas que formamos parte de la comunidad y de estas películas, no podemos hacer más filmes ahí (Villa Guadalupe Victoria); tenemos que hablar desde otro lado, utilizar nuestra capacidad de mantenernos vivas y vivos. No me creo única ni mucho menos, sino más bien parte de esta estadística de violencia e impunidad que existe en México y de estas personas que estamos exigiendo justicia.
Después de estos ataques y asesinatos ¿las autoridades se han acercado a ustedes?
Mira, hemos estado dialogando con las autoridades estatales desde el año pasado, hemos instalado algunas mesas para el diálogo. Sin embargo, muchos de quienes formaban parte de esas mesas ya no están vivos; entonces, no sé de que sirva; en mi corta experiencia pues no sirve de nada, no sirve de nada sentarse a dialogar con el gobierno y decirle que te sientes vulnerable, en peligro, que tu vida corre peligro, y ver que no hace nada, que siguen los asesinatos, la violencia. Eso me hace sentir terriblemente sola. En ese sentido, no hay un diálogo concreto con el gobierno estatal.
Y, con el gobierno federal, ni siquiera se nos han acercado, a pesar de que hemos hecho llamamientos públicos. No hay ningún acercamiento ni con el Presidente de la República (Andrés Manuel López Obrador) ni con nadie de su gobierno. Y siempre el gobierno se ha expresado como que lo que pasa en nuestras comunidades son enfrentamientos, cuando siempre han sido ataques, no enfrentamientos. Desde el lenguaje hay una postura muy clara por su parte, de no aceptación a su incapacidad. Estoy en un momento en que no creo en las instituciones gubernamentales para hacer justicia. El cine sigue siendo ese espacio de libertad y de creación, y esperamos seguirlo haciendo en muchos sentidos; cada quien tiene su herramienta en el mundo para poder decir las cosas; para mí ha sido el cine.
Es irónico que diga que no cree en las instituciones cuando hace algunos años el actual presidente López Obrador mandó “al diablo las instituciones”; y ahora él representa una de ellas en las que usted no cree.
Es muy complicado, complejo, pero no están haciendo su trabajo, así, de manera clara. Nosotros estamos pidiendo garantías de seguridad. Desde el año pasado, y después de ocho muertos, seguimos esperando que haya justicia, una investigación, que no haya impunidad. Hemos acusado directamente, por ejemplo, la incursión del presidente de Tlaxiaco, Miguel (de Jesús Pérez Vásquez), que estuvo presente el 5 de mayo en la comunidad que nos estaba atacando; y, sin embargo, lo nombran vocero de la 4T de Morena para que se vuelva a reelegir como presidente municipal. Así como este ejemplo, pues hay muchos, de la incursión de políticos, de intereses monetarios. Hay una cuestión de linderos, es un cerro que tiene madera, agua, hay muchos intereses políticos y económicos, pero en México, según yo, todavía no está permitido matar, sin embargo, esto ha preponderado el gobierno estatal, que nos dice: Siéntense a negociar con sus asesinos.
¿Quién les ha dicho eso del gobierno estatal?
El gobierno (de Salomón Jara Cruz) ha pretendido que nos sentemos a negociar el cerro antes de hacer justicia, de llevar a los asesinos a la cárcel.
¿A quién se atribuyen estos crímenes, al narcotráfico, a la delincuencia organizada?
No lo sé. Mi cabeza no lo alcanza a entender. No sé quiénes son. Sé que hay intereses políticos, de gente que trafica armas, de gente que está muy metida con la madera; sé que el gobierno quiere negociar quién sabe qué, quiere negociar el cerro, pero nuestras personas, nuestros caídos, nuestras muertes... Creo que no podría negociarse si no hay gente en la cárcel.
Valentina o la serenidad ha tenido un recorrido por festivales. Con este contexto de violencia en su comunidad ¿cómo ha sido la recepción del público a escala nacional e internacional?
Fíjate que el gremio y el público tienen una sensibilidad muy grande y han conectado no sólo con la película sino con todo el contexto que desafortunadamente estamos pasando. Hay un apoyo gremial, eso lo quiero agradecer muchísimo porque me siento arropada por la gente que hace cine, no nada más en el país sino también fuera. Y hay una conciencia de qué es lo que pasa con nuestros territorios invadidos de violencia. Hay una conciencia y un interés más allá de la película. Hablo de duelo y lo tengo que atravesar en este momento de manera forzada, violenta; la película me ha dado la posibilidad de aprender de ella, de caminar con ella y de poder exponer lo que está pasando en mi comunidad.
El filme es la única película mexicana en la 75 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional; la misma Secretaría de Cultura federal ha presumido cómo las salas de la Cineteca reciben la mayor cantidad de público de todo el país, por encima de salas comerciales, incluso. ¿Qué opina de llegar con el mensaje de Valentina o la serenidad a un foro tan relevante?
La importancia es que la Muestra de la Cineteca siempre ha sido un referente de lo que está pasando en el cine, en el mundo. Para mí es un gran abrazo que nuestra película Valentina o la serenidad sea la única película mexicana que esté en la Muestra y que vaya acompañada de otras grandes películas. Yo quiero que todo mundo vea todas las películas, se vuelve un impulso para nuestras películas. Nosotros queremos salir a mediados o finales de este año a escala nacional con su estreno comercial; la Muestra nos da esa oportunidad, nos abre ese camino, esa puertecita, para empezar a moverla dentro del país. Se vuelve muy importante porque va arropada de muchas otras películas, porque la propia Muestra ya tiene su público cautivo, como yo, que desde el 90 estoy viendo películas de la Muestra cada año. Ese acompañamiento hace que nos sintamos menos vulnerables para presentar nuestra película en México.
Después del asesinato de su hermano ¿cambiaría algo a Valentina o la serenidad sobre el duelo?
No, no. La película tiene su propia esencia. Tengo mucho que aprender de ella en este momento.
Dice que tiene que emigrar. ¿Qué implica eso y qué sigue para usted como artista y persona?
Tengo que salir por seguridad porque ya no tengo las garantías para poder hacer cine desde ahí. Nunca he incursionado en el documental, pero hice un esbozo en torno a lo que significa el bosque. Con Valentina o la serenidad tuve un primer acercamiento. El bosque como esa parte que te arropa, te abraza, te contiene… Pero, al pasar estos eventos dentro de mi comunidad, dentro del bosque, las autoridades de mi pueblo me pidieron hacer el levantamiento de la imagen de lo que ocurre; entonces, ese primer esbozo se volvió complejo. Estoy retomándolo, aunque no tengo ni la capacidad, ni la madurez, ni la inteligencia emocional en este momento para llevarlo a cabo. Pero, lo estoy trabajando.
AQ