La generación de cristal se ha ramificado en distintas franquicias y una de ellas está en el arte. Adictos a las clasificaciones, la nueva generación de artistas VIP tiene un nicho para refugiarse: son los artistas de cristal. Comparten varias características con la generación de cristal de la masa, pero ellos llevan este término a sus últimas consecuencias.
Son los “hijos artísticos” de los veteranos artistas VIP, como Gabriel Orozco, Abraham Cruzvillegas, en otras fronteras es Martin Creed, Douglas Gordon. Sus abuelas son Yoko Ono, Yayoi Kusama o Marina Abramovic. El árbol genealógico de las luminarias del infra arte.
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Sus características son:
- Copian las obras de sus padres y abuelos, son refritos de vanguardia y creen que están innovando.
- Se identifican con todos los movimientos sociales instantáneos de las redes.
- Su compromiso social se manifiesta posteando y firmando convocatorias virtuales.
- Utilizan estos movimientos sociales instantáneos como tema de sus obras.
- Las supuestas habilidades tecnológicas de su generación se reducen a postear en sus redes.
- Han sido sobreprotegidos por sus maestros universitarios y curadores que les han convencido de que son unos genios del arte.
- Tienen nula tolerancia a la crítica de sus obras, para ellos todo lo que hacen es genial y artístico.
- Llevan la “transparencia” del cristal como una forma de arte y postean fotos de su intimidad y sus desnudos.
- Su tendencia al sufrimiento y a la “transparencia” los hace adictos al performance, en el que se exhiben sin pudor.
- La verdad está en las redes, “el medio es el mensaje” para ellos es absoluto.
- Cambiaron la cultura y el conocimiento por la basura que consumen en las redes sociales.
- Tienen altos niveles de inseguridad personal y son enemigos de la disciplina artística y el talento.
- Se victimizan, creen que el mundo persigue y odia a los artistas VIP.
- Se frustran fácilmente si les dicen que no son artistas y no hacen arte.
El camino que pavimentaron sus padres y abuelos VIP les ha dejado una extrema facilidad en su desarrollo como artistas VIP, ya no tienen que convencer a nadie de que sus habitaciones sucias son arte, porque la abuela Tracey Emin ya vendió en cientos de miles de euros su cama sucia. Con la vida hecha en el arte, basta que se inscriban en una escuela exprés y tomen un curso de 3 horas y son artistas VIP, y aún así sufren y lloran porque el mundo no los comprende.
Los artistas de cristal son insaciables, porque nunca se han encontrado con un obstáculo en su brevísima carrera, y eso les ha provocado una crisis porque lo único que aspiran es inalcanzable: la fama.
Los ídolos de estos artistas no son otros artistas VIP, son los youtubers y los reyes de las redes sociales. Sus índices de talento se miden por el número de seguidores, y como son artistas VIP siempre quedan en los mínimos. El mejor museo que los puede exhibir es TikTok y ahí nada puede contra una adolescente arrítmica bailando en sus quince años.
Joyce James escribió el Retrato del artista adolescente, ahora tenemos el retrato del artista de cristal, eso se llama decadencia.
ÁSS