El tenor Arturo Chacón–Cruz (Sonora, 1977) es una de las voces más destacadas en el mundo y su carrera una de las más versátiles en la actualidad. Sus interpretaciones operísticas han sido aclamadas en más de 20 países, en teatros tan importantes como La Scala de Milan, el Carnegie Hall en Nueva York o el Bolshoi en Moscú, pero eso no lo ha limitado para presentarse con éxito en escenarios tan diversos como el palenque de Hermosillo. Su camaleónica trayectoria incluye lo mismo duetos con el cantante pop Noel Schajris, que colaboraciones en proyectos como el del cineasta Woody Allen, quien dirigió Gianni Schicchi en la Ópera de Los Ángeles.
Chacón–Cruz ha sido elogiado por revistas especializadas en bel canto y también por publicaciones como GQ, que lo nombró “Hombre del año 2018” en el rubro de música clásica.
A pesar de residir en el extranjero desde hace más de una década, ha asumido la misión de proyectar la música mexicana a escala internacional. Son numerosos los conciertos que ha ofrecido con repertorio mexicano, como el que realizó en el Royal Festival, acompañado de la Filarmónica de Londres. Recientemente, en el Festival Cultural Revueltas, en Durango, interpretó, como lo ha hecho en muchas ocasiones, al lado de Plácido Domingo, una selección de canciones del género ranchero. Este mes lanzará un disco con mariachi titulado De México para el mundo. Sobre este y otros proyectos habla en entrevista.
¿Cómo te va en tu faceta de intérprete de música vernácula mexicana?
Inicié cantando con mariachi. En Hermosillo, iba a dar serenatas acompañado de un mariachi. Fue después que estudié formalmente canto. La música mexicana me llevó a la ópera y me enseñó a cantar con el corazón, poniendo todo el sentimiento. Es algo que el público aprecia en la ópera y en cualquier otro canto.
He asumido con mucha seriedad y con mucha emoción el compromiso de difundir la música mexicana, porque está perdiendo fuerza y no cuenta con la suficiente difusión en el mundo mediático. La música mexicana merece ser escuchada.
Ahora tenemos a Vicente y a Alejandro Fernández, a Pepe Aguilar, como máximos exponentes pero no podemos olvidar la época de grandes intérpretes como Javier Solís, Jorge Negrete o Miguel Aceves Mejía. La gente escuchaba su música y la disfrutaba. De cierta manera, esa música definió nuestra identidad mexicana. Siento que ahora eso se está perdiendo y qué pena si perdemos esa parte de lo que somos.
Este año te presentaste por primera vez en un palenque. ¿Cómo fue la experiencia?
Increíble. Fue una especie de preámbulo para otros proyectos. Me permitió saber cómo me sentía de nuevo cantando con mariachi. Ya estamos en pláticas para regresar al palenque de Hermosillo en 2019 y repetir la experiencia.
El público es diferente al que asiste a la ópera. Es un público más comunicativo: te habla, te grita, te pide que brindes con ellos. Es algo muy mexicano y a mí me encanta. Alguna vez fui parte de ese público. Mis amigos y yo ahorrábamos cada año para ir al palenque. Comprábamos los boletos de atrás para que nos alcanzara el dinero e ir a más conciertos. Fuimos a ver a Lorenzo de Monteclaro, a Vicente Fernández y a Alejandro, a los Tucanes de Tijuana y hasta a Martín Urieta, “que no canta pero encanta”. En aquella ocasión, después de su concierto, mis amigos y yo nos lo encontramos en los tacos y lo invitamos a cenar.
En la ópera me va muy bien, pero me hace feliz tener esta opción de vez en cuando y regresar a mis raíces.
Háblanos del disco que grabaste con mariachi.
Entre los temas que escogí están las canciones que más pide la gente cuando contrata a un mariachi: “Volver, volver”, “Ella”, “El rey”. Es la música que la gente reconoce y canta de inmediato. Están también “La diferencia”, de Juan Gabriel, y “No”, de Armando Manzanero. En el disco interpreto a dueto con Noel Schajris su canción “Si me tenías”, en versión con mariachi. Esta producción es para todos los que amamos la música mexicana. No suena a computadora, es un mariachi real integrado por profesionales reconocidos en el ámbito musical.
Recientemente te presentaste en Durango con Plácido Domingo. Con frecuencia, realizan proyectos juntos. ¿Cómo ha sido tu relación con él?
Plácido Domingo es mi mentor, mi padrino. Él me descubrió y me ha impulsado. Ahora tengo el privilegio de contar con su amistad. Recientemente, en una entrevista, dijo que se sentía como un padre para mí. Me considero bendecido porque me trata como si fuera parte de su familia. Siempre que tengo dudas sobre un contrato o un proyecto lo consultó con él.
En el año 2000 canté con el maestro por primera vez. Desde entonces he tenido la oportunidad de trabajar con él en muchas ocasiones. Hemos presentado en otras ciudades, como en Washington, el concierto que ofrecimos en Durango, que incluye repertorio español y repertorio mexicano. He aprendido mucho de él. La lección más importante, más allá de lo musical y artístico, ha sido su humildad y el cariño que siente por la gente. Siempre dice que el público nos hace quienes somos. Ahora intento aplicar esa enseñanza en cada una de mis presentaciones.
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¿Cuáles son tus planes en el ámbito operístico?
En diciembre, el maestro Plácido Domingo y yo volveremos a México para presentar Réquiem, de Verdi, en Guadalajara. Él dirigirá la orquesta y yo cantaré. En enero, también con Plácido Domingo, haré una gala Verdi, en París. Después, un recital en Tucson. Estaré en el Royal Opera House Muscat, en Oman, interpretando el rol de Alfredo en La Traviata. Durante 2019 tendré presentaciones en Hamburgo, Nápoles, San Petersburgo, Barcelona, y en otras ciudades europeas y algunas de Estados Unidos. Por otra parte, tengo algunos proyectos en México. Quiero seguir realizando conciertos de ópera para empapar a los mexicanos de esta música hermosa.
¿Cuál es el panorama actual de las voces operísticas mexicanas?
Tenemos que estar orgullosos de lo que exportamos al mundo. Desde hace más de 30 años los cantantes mexicanos han triunfado en escenarios internacionales. Figuras como Francisco Araiza y Ramón Vargas abrieron brecha para que las compañías de ópera contrataran a mexicanos. Actualmente, hay más cantantes mexicanos que futbolistas con reconocimiento internacional.
He visto muchos jóvenes talentosos en México y hay que celebrarlo pero también debemos apoyarlos por lo que implica triunfar en la ópera. No es fácil, se requiere ser muy disciplinado, estudiar idiomas, aprender interpretación y actuar en un escenario, además del costo económico.
En eso también espero seguir el ejemplo del maestro Plácido Domingo: apoyar nuevas voces y así devolverle a la vida lo mucho que me ha dado. He recibido mucho más de lo que esperaba.