'Atavíos': mirar al mundo desde otro ángulo

Danza

Dirigida por Lidya Romero, la pieza coreográfica se realiza de manera horizontal, por lo que el público vive la experiencia de observarla recostado sobre el piso.

Un momento de la pieza interpretada por la compañía Cuerpo Mutable. (Foto: Octavio Amador)
Argelia Guerrero
Ciudad de México /

La danza en México se ha propuesto alcanzar múltiples espacios y probar la intervención de escenarios distintos a los teatros y foros convencionales. Los y las creadoras de danza continúan desarrollando obras que permiten el acercamiento con un público cada vez más amplio, quien gusta especialmente de la danza en todos sus estilos y formatos. Compañías como Barro Rojo, Contempodanza, Quatora Monorriel, Contradanza, entre otras, han pensado la danza para espacios alternativos que buscan, entre otros efectos, alcanzar públicos más amplios y diversos. Este fin de semana termina temporada la compañía Cuerpo Mutable, dirigida por Lidya Romero.

El programa de la compañía se lleva a cabo en la Biblioteca José Vasconcelos y consiste en la pieza coreográfica Atavíos, cuyo desarrollo se efectúa de manera horizontal, por lo que el público vive la experiencia de observarla recostado sobre el piso. A este programa dancístico se integra el taller Artefacto dirigido especialmente a niñas y niños de 5 a 12 años y el taller para público en general denominado Intersticios.

Modificar la percepción del espacio al colocar el cuerpo en patrones distintos a la movilidad vertical propia del ser humano pareciera una acción menor; sin embargo, este cambio propicia una subversión completa desde la que se percibe el mundo y nuestro lugar en él. Esto repercute en el modo en que nuestros procesos mentales decodifican e interpretan su entorno, literalmente desde otro punto de vista. Pienso en una escena emblemática de la película La sociedad de los poetas muertos protagonizada por Robin Williams, en la que el actor que encarna a un profesor de literatura reta a los alumnos de un prestigiado y estricto colegio, que impone un pensamiento de manera estricta y uniformada, a mirar al mundo desde otro punto de vista. Para ese reto propone un ejercicio tan simple como subirse a los mesabancos y desde ahí observar su entorno. La mirada cambia y, con ella, el modo de interpretación del mundo.

En Atavíos es maravilloso observar la mirada del público recostado en el suelo, observando desde abajo la danza, el mundo.

En un momento de nuestra historia cuando parece que se busca la instalación del pensamiento único y la variedad solo es admisible en tanto se reduzca al consumo, abrir las posibilidades de percepción más allá de lo cotidiano implica un acto subversivo. Reconocerse diverso desde el cuerpo y las distintas posibilidades del espacio, romper las fronteras impuestas, tanto las subjetivas como las físicas, es una de las experiencias que ofrece esta pieza coreográfica. Las propuestas que, de distintas formas, incluyen al público de modo activo y no como mero espectador del hecho escénico extienden las posibilidades de la danza bastante más lejos y con mucha mayor profundidad la experiencia artística. Ya no es suficiente con reducir al público como receptor pasivo de una exhibición estética.

Lo que ha sucedido en la Biblioteca Vasconcelos es la oportunidad de percibir la danza desde la diversidad de posibilidades que ofrece. La realización de los talleres a modo de complemento de la experiencia dancística, en el espacio en que se ejecuta el hecho escénico, es una invitación para ver y vivir la danza de manera mucho más seductora y eficaz.

No dejo de reconocer los esfuerzos de los y las creadoras de danza por hacer de ella una experiencia que llegue a un público amplio y diverso, y romper el estereotipo que impone este arte como exclusivo de eruditos. La danza es un hecho que abre mundos y ofrece otras formas de mirarnos y relacionarnos; un arte que muestra la diversidad de lenguajes, rebasa las fronteras de lo cotidiano y nos ubica en oportunidad de mirar más allá de lo posible.

ÁSS​

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