La idea de las bellas artes
es una idea muy reciente: del siglo XVIII.
Antes de esa época
ninguna sociedad hizo deslindes esenciales
entre las llamadas “bellas artes”
y las demás actividades del ser humano.
En una sociedad tradicional
todos los trabajos eran bien vistos.
Y en este ver bien, claro,
siempre fue posible apreciar
los trabajos más bellos y mejor hechos,
pero no independientes de su función.
El criterio estético es muy tardío,
y se convirtió en el territorio de la crítica,
que nació también en el siglo XVIII.
Y con la invención de las bellas artes,
nació el concepto moderno de “belleza”.
Una belleza disociada del uso y el ritual
y de cualquier otra forma de bienestar
o de sentido práctico y colectivo
que un objeto o una acción pudiesen cumplir.
¿Arquitectura, danza, escultura?
El cuidado de los enfermos
no requiere menos atención y oficio.
¿Música, literatura?
Podar un frondoso jardín
o hacer una colcha abrigadora
implica también mucho conocimiento.
¿Dibujo, pintura?
Hacer impecablemente la limpieza
aparentemente sencilla de una casa
o programar hasta el último detalle
de una compleja computadora
no requieren menor arte.
Y el arte puede morir,
ser fugaz o ser efímero…
Lo que en verdad importa
es que haya esparcido su luz.
AQ