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Belleza | Por Alberto Blanco

Meditaciones

El libro de poemas del autor de esta serie dedicado al séptimo arte, 'Medio cine', se encuentra recogido en 'La hora y la neblina', su segunda colección de doce libros de poesía publicada por el FCE.

Alberto Blanco
Ciudad de México /

Desde que somos lo que somos

la belleza nos ha obsesionado

como si fuera algo importantísimo…

como si en ella nos fuera la supervivencia.


La belleza de las mujeres, en particular,

ha sido para los varones de la especie

un faro que ha guiado

lo mismo las más altas cimas del arte

que guerras espantosas, como todas.


Baste pensar en la Ilíada

y en Helena de Troya,

la hija más hermosa de Zeus.


Pero por siglos y milenios

los hombres muy rara vez vieron

bellezas deslumbrantes como Helena.

Éstas eran un verdadero milagro.


Y no es que no lo sigan siendo…

pero estos milagros se han multiplicado

de manera geométrica y fantástica

hasta convertirse en irrelevantes.


La belleza acecha en todas partes

gracias a un sinnúmero de factores

genéticos, adaptativos, quirúrgicos, cosméticos,

por no hablar de los cibernéticos y económicos,

que son los más burdos y evidentes.


Y así como los hombres

de todo un pueblo en la Edad Media

escuchaban alabar la belleza de una dama

—la poesía amorosa de los trovadores en Provenza

gira toda en torno a este tema—

sin haber tenido oportunidad de verla nunca,

hoy en día cualquiera

puede ver más bellezas en un día

que los vasallos de todo un reino en un siglo.


Basta hojear una revista de modas

o ver casi cualquier película

para constatar a qué grado

la belleza física se ha vuelto banal.


Todavía hace unas décadas

una belleza natural como la de Greta Garbo

provocaba que multitudes se reunieran

para verla desembarcar en Nueva York.


Esa belleza era excepcional.

Y su singularidad cobraba un precio.

Lo mismo disfrutó que padeció

toda su vida los efectos de su encanto.


En su retiro “La Divina Greta Garbo”,

“La Esfinge”, se dedicó a coleccionar

inútiles bellezas pintadas por Renoir.


Como dijo Freud: “la belleza

no tiene ninguna utilidad evidente…

pero la civilización no puede vivir sin ella.”

AQ

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