Estos años han estado llenos de sacudidas políticas que, según los apocalípticos, anuncian cambios en la estructura de los medios de comunicación. En este contexto vale la pena tratar de mostrar que Bombshell (El Escándalo), de Jay Roach, es propaganda que quiere hacer creer que Hollywood ahora sí está preocupado por los derechos de la mujer.
Bombshell se sitúa históricamente en los años en que Trump llevó a cabo una de las campañas más sucias en la historia de Estados Unidos. En aquel tiempo, Megyn Kelly, como todos en Fox News, sabía que Roger Ailes era un viejo rabo verde. Pero Kelly (quien no hizo nada al respecto) es presentada como una chica solidaria y sólo un poquito ambiciosa que finalmente apoya a una compañera suya en la lucha desigual contra el poderoso Ailes. Qué extraño. A nadie le había importado el desorden sexual de este hombre hasta que, en una nueva campaña política, vuelve a ser relevante la relación entre Ailes y Trump.
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El guion puede presentar a Kelly como quiera, pero resultan incómodos momentos como éstos: Kelly se sorprende mucho de que la gente en la calle la identifique con “el sistema” a pesar de que, en ese tiempo, Kelly era la cara visible del sistema. Y tonta no es, de modo que es válido suponer que era perfectamente consciente de su poder. Con momentos así uno olisquea en Bombshell más que arte del cine, cine de propaganda.
Charlize Theron es Megyn Kelly, Nicole Kidman interpreta a Gretchen Carlson y Margot Robbie es Kayla Pospisil y, digámoslo de una vez, sus interpretaciones son tan acertadas que, en efecto, merecen todos los honores. La dirección en cambio es floja. A menudo, Theron sobrepasa el punto de vista del narrador, mira a cámara y se lanza a la famosa “ruptura brechtiana” que tanta risa le causa a Woody Allen. Así, nos cuenta directamente que Fox News es dueña de la mentalidad de Estados Unidos y que los conservadores de aquel país no ponen en duda lo que se dice en esta cadena. Y ¿de dónde emerge la necesidad del director de espetarnos la receta del agua tibia? Ante el escándalo de Harvey Weinstein, Hollywood necesita reaccionar como quien dice: no sólo aquí hubo abusos sexuales, también en Fox News. Y sí, lo sabemos, ¿a quién le importa? A la gente que quiere medrar con movimientos tan justos como el #MeToo para destruir reputaciones y carreras.
Si hay dudas en torno a la legitimidad de Bombshell, hay que preguntar por qué el guion trata tan bien a la familia Murdoch. Todo el tiempo, se dice, los Murdoch despreciaron a Roger Ailes y supieron que era un depredador sexual, pero ellos, justos como son, no podían correrlo hasta que explotaran los escándalos que, en Fox News, catalizó Megyn Kelly. ¿Quién se cree semejante simplificación? El día que Hollywood realizara una película en torno a los teléfonos intervenidos por la familia Murdoch uno comenzaría a pensar que “el sistema” está siendo atacado. Mientras tanto no, uno asiste a obritas como Bombshell, películas muy bien actuadas y hasta interesantes por aquello del morbo pero que en el fondo son propaganda que quiere hacernos creer que en Estados Unidos hay una lucha auténtica entre demócratas y republicanos, entre NBC y Fox News, entre la izquierda y la derecha.
La verdad es que son luchas que viven en carne y hueso los testaferros para hacer creer que hay democracia en un país que en realidad es gobernado por los medios masivos de comunicación; por el “se hace” y “se dice” del cine y la televisión.
ÁSS