Ha pasado una década desde que el tenor estadounidense Brian Jagde (Long Island, 1979) vino a México a cantar el papel de Rodolfo en La bohème con la soprano Olivia Gorra como Mimì y, aunque él no cree en el destino, regresa al país, de manera virtual, como el Don Álvaro de La forza del destino.
Puccini y Verdi han consagrado al cantante en las principales casas de ópera del mundo desde aquel debut en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), el mismo 2014 en que debutó como el Conde Elemer de la Arabella de Richard Strauss en la Metropolitan Opera House (MetOpera), adonde vuelve para interpretar al trágico personaje de Verdi basado en Don Álvaro o la fuerza del sino del Duque de Rivas.
El tenor habla en entrevista exclusiva para Laberinto sobre la nueva producción postapocalíptica del polaco Mariusz Treliński, en la que comparte escenario con la soprano noruega Lise Davidsen (Leonor), el barítono ruso Igor Golovatenko (Don Carlo) y la mezzosoprano rumana Judit Kutasi (Preziosilla), dirigidos por Yannick Nézet-Séguin, cuya función del sábado 9 de marzo podrá verse en transmisión en vivo en México, en el Auditorio Nacional, Centro Santander y otras salas del país, a 40 años del legendario montaje del título de Verdi en el escenario neoyorquino, a cargo de John Dexter, con Leontyne Price, Giuseppe Giacomini, Leo Nucci e Isola Jones, bajo la batuta de James Levine.
La fuerza del destino está ambientada originalmente a mediados del siglo XX, en Sevilla. La historia gira en torno a Leonora, hija del marqués de Calatrava, quien está enamorada de Don Álvaro, un joven de clase social inferior. El padre de Leonora prohíbe a la pareja verse y ésta planea fugarse, pero es atrapada y se inicia una pelea entre los dos hombres, que concluye cuando la pistola de Don Álvaro se dispara por accidente, hiriendo de muerte al marqués y provocando la huida de los amantes. A partir de este suceso, Don Carlo, hermano de Leonora, jura vengar la muerte de su padre con la sangre de Don Álvaro y la de su propia hermana Leonora, mientras que la pareja se separa como resultado del caos.
La forza del destino, una de las más célebres de Verdi, compendia las preocupaciones centrales del compositor: las maldiciones (desde niño se abrumó por las maldiciones, como bien documenta Julian Budden en Vida y Arte de Verdi -Turner Música); el padre autoritario, los amores fatídicos o la guerra.
Hace una década debutó en México. ¿Cómo ha sido su carrera desde entonces?
Sí, canté en México. Mi carrera ha cambiado muchísimo. Me dieron el trabajo entonces porque Ramón Vargas (entonces director de la Ópera de Bellas Artes) estaba haciendo casting para La bohème y necesitaban un tenor de último momento; fui muy afortunado de cantar allá. Desde entonces mi carrera ha ido de mejor en mejor. He cantado en las mejores casas de ópera del mundo; soy muy afortunado de hacer lo que más amo y de viajar por el mundo haciéndolo.
Ha debutado el rol de Don Álvaro, de hecho, en tres de las mayores casas de ópera: París, Royal Opera de Londres y MetOpera. ¿Qué diferencias hay entre estas tres producciones?
Mi primera vez fue en París, en una producción muy tradicional, con un montaje muy abierto. Ese fue un gran año para mí porque tuve cinco rol debuts, así que estuve trabajando muy duro en grandes papeles; Don Álvaro fue mi cuarto debut en una época muy estresante, además de que era un cantante más joven obviamente hace cinco años. Desde entonces, he interpretado el papel. En septiembre pasado lo debuté en la Royal Opera en una producción más moderna, aunque también muy tradicional respecto a cómo se cuenta la historia. De hecho, las tres producciones son muy tradicionales en ese aspecto. En la actual de la MetOpera hay cambios, es un poco diferente, pero no está tan lejos de la historia original; ahora se presenta en un tiempo postapocalíptico, pero la guerra es la guerra, y la guerra que se enfrenta es la misma que la de la obra original, con destrucción. A mí no me afecta si la producción es moderna o tradicional, no es importante para mí; lo que importa es cómo se cuenta la historia.
A propósito del tema de esta ópera de Verdi ¿usted cree en el destino?
Jajaja. Creo que todo pasa por una razón. Uno crea su camino con una estructura hecha para ti. No estoy seguro de que el destino de tus padres y sus decisiones vayan a afectar todo a tu alrededor como en esta ópera; pero esto es ópera, quiero decir: la ópera siempre es una exageración de la vida, una versión extrema de lo que enfrentamos en la vida y la realidad. La historia pasa en cuatro horas cuando una vida toma años. Hay algo de espiritualidad respecto al destino o la suerte, pero uno forja su destino.
Por ejemplo, mi vida está basada en el trabajo duro y la ética y la dedicación al arte, y esa es la razón por la cual tengo una carrera. Se supondría que tengo talento, pero cuando estaba en la universidad nunca fui considerado como quien tenía el mejor instrumento, ni siquiera como alguien que fuese a tener una carrera. Pero, ahora, soy uno de los pocos de esa generación que tiene una carrera. Es algo que llega a ti dependiendo de cuánto trabajes por ello y cuánto amor le des. Es como un basquetbolista: cuanto más juegues a diario estarás en la cancha. Y eso es lo que uno hace para estar en el escenario.
Y cuando empezó a cantar ¿Verdi ya estaba en su destino?
Eso creo. Es difícil de decir, porque cuando empecé a estudiar a los 20 años tenía una forma muy amateur de cantar, no contaba con una formación real, cantaba musicales. Y cuando fui a la universidad para una formación vocal clásica, no sabía que eso significa ópera, ni que iba a ser un cantante de ópera. La ópera me encontró de una manera que fue una gran sorpresa. Mi primera producción escolar fue La flauta mágica; y al momento de estar en el escenario con una orquesta me enamoré de sentir la naturaleza acústica del sonido en su forma original, sin amplificación. Fue algo muy hermoso. Ahí me enamoré de la ópera y decidí dedicar mi vida a ella. Verdi siempre será parte de mi carrera, por el color de mi voz, la naturaleza de mi instrumento y la habilidad que tengo para cantar un repertorio pesado.
Sin embargo, pasó de barítono a tenor. Y muchos de los grandes personajes verdianos son barítonos. ¿Se arrepiente del cambio?
Nunca fui realmente un barítono. Tuve maestros que me dijeron que era barítono y les creí. Los así llamados expertos a veces no saben. Estaban equivocados. Suele suceder, le ocurre a mucha gente. Cuando eres joven puedes crear un sonido que no es natural. Hay gente que te enseña una técnica inadecuada; hablo con los jóvenes cantantes sobre esto, de que se aseguraren de estar usando la técnica adecuada de los cantantes del mundo, porque a mí no me la enseñaron, así que estaba creando un color, que era un poco oscuro y que sonaba a barítono un poco. Pero, la verdad es que nunca fui barítono, me habían diagnosticado falsamente como barítono, y cuando me volví tenor fue lo correcto, en dos semanas ya estaba audicionando como tenor y en seis semanas ya estaba cantando en lugares como la San Francisco Opera. Estaba cantando como tenor. Definitivamente era mi tesitura correcta.
Su historia con los maestros es muy verdiana, por aquello de los padres autoritarios de Verdi, como el Marqués de Calatrava de La fuerza del destino. Sus maestros se antojan autoritarios.
Jajaja, seguro. Y mi actual maestro, quien me hizo darme cuenta que soy tenor y que aún es mi maestro, es muy estricto, muy duro; es el tipo de maestro que tenían los cantantes de la vieja escuela. Fue fundamental para mí en el éxito que tengo ahora, fui muy afortunado de haberlo encontrado.
¿Quién es Don Álvaro para usted en este momento de su carrera?
Básicamente, es uno de mis dos o tres personajes favoritos para cantar. Voy a hacerlo una vez al año, por los próximos tres años, lo cual es grandioso. Es un personaje que te provee de muchas emociones, no es como el Radamés (Aida). Es un personaje verdiano muy diferente, más oscuro, tiene más pathos, y amo eso. Y también refleja la música del personaje, con muchos grandes momentos, te da muchos colores para trabajar en ellos. Por eso Don Álvaro para mí es uno de mis roles favoritos.
Es curioso porque en La fuerza del destino el personaje principal, Don Álvaro, no interactúa mucho con la dama, con la protagonista femenina, con Leonor, sino con su hermano, Don Carlo, el barítono, con duetos maravillosos y poderosos. ¿Cómo se siente al respecto?
Sí, así es. Es irónico. Don Álvaro y Leonor no se ven mucho, sólo muy al principio y muy al final. Ella canta el 90 por ciento de su papel antes del primer intermedio. Yo canto todo mi papel después, y luego al final ella canta una última aria y muere. Sí, es una ópera muy rara en ese sentido. Pero si lees el libro, si se incluyera todo lo que pasa en una ópera, pasarían siete horas y media, obviamente eso no va a ocurrir. Es difícil para un libretista y para un compositor poner una historia basada en un libro.
La relación entre Don Álvaro y Don Carlo es la más grande en la ópera; y, en realidad, la más estremecedora, porque tú ves más el amor entre esos dos tipos que el de Don Álvaro por Leonor. Me encanta la relación que he encontrado con mis barítonos en el escenario, en especial en las dos últimas producciones, en la Royal Opera con Etienne Dupuis y ahora en la MetOpera con Igor Golovatenko. Son grandes tipos que dan una versión única de su personaje. Hice buena relación con ellos y nuestras voces se mezclan muy bien. Y sí, es una relación de afecto entre Don Álvaro y Don Carlo, pero de traición también por parte de ambos, él me traiciona y yo lo traiciono; ambos usamos identidades falsas a lo largo de la ópera. Sí es el destino de Don Álvaro, pero su historia repercute en los demás.
Hace 28 años que no se montaba La fuerza del destino en la MetOpera. Y hace 40, en 1984, se estrenó la anterior producción legendaria de Dexter con es elenco de Price, Giacomini, Nucci... ¿Siente presión al cantar en la misma casa de ópera un título como este con ese antecedente?
No. Trato de no pensar en ello. Me gusta la presión, el momento, especialmente en la MetOpera quizás el teatro en el mundo donde me siento más cómodo de cantar, quizá tengo el instrumento apropiado para esa casa de ópera, me va bien, me siento cómodo ahí. Y respecto de las antiguas producciones frente a las nuevas, nunca pasa por mi cabeza como algo negativo. Trato de abrazar el pasado y moverme hacia adelante con lo nuevo.
Este sábado podrá verse su interpretación en más de 70 países, incluyendo México, gracias a las transmisiones en vivo de la MetOpera. ¿Cómo se siente de cantar para todo el mundo y no sólo para el público de un teatro? ¿Cómo se siente con toda esta tecnología?
Es difícil, porque los cantantes no podemos ver lo que ustedes ven; no sabemos dónde están las cámaras cuando estamos en el escenario cantando en vivo; sabemos dónde está la audiencia en el teatro, pero no vemos directamente hacia ellos. Tampoco controlamos los micrófonos ni otros aspectos. Por supuesto, actuar para millones de personas que van a las salas de cine es maravilloso, que tengan acceso a la ópera en lugares donde no nos pueden ver en el escenario. Pero tenemos que confiar.
Debutó en México con Puccini, de quien este 2024 es su centenario luctuoso. Ahora lo veremos con Verdi. ¿Qué roles se ajustan más a Brian Jagde: los de Puccini o los de Verdi?
Amo a ambos por diferentes razones. Soy hábil para cantar los roles de Verdi que he tenido hasta ahora comparados con los roles de Puccini. Los personajes de Puccini son muy poderosos, tienes que cantarlos en una forma muy fuerte, frente a una orquesta que se vuelve más desafiante. Y con Verdi hay más oportunidades porque él sostiene tu sonido sin complicarlo, hay mucha belleza en ello. Por supuesto, amo a Puccini y quiero cantar sus personajes. Ahora estoy cantando en todo el mundo Turandot, Calaf es un gran personaje. Y quiero canta La fanciulla del west en un futuro.
¿Tiene plan para regresar a México? ¿Qué roles piensa estrenar en el futuro inmediato?
La próxima temporada voy a hacer Radamés (marzo, abril y mayo 2025) y voy a debutar en el rol de Hermann en Pique Dame (La reina de espadas, Tchaikovsky) en mayo y junio, ambos en la MetOpera. Después voy a debutar en Otelo. Serán mis dos grandes rol debuts. Y, respecto a México, espero volver a cantar pronto allá, no he tenido la oportunidad ni hay ningún contrato para el futuro ahora, pero me encantaría regresar. También me gustaría trabajar con los jóvenes cantantes, hay tantos grandes cantantes en México, que me gustaría ver qué están haciendo y tratar de aportarles algo, me encantaría.
AQ