La brillante dupla Wim Wenders y Peter Handke

Premio Nobel 2019

La relación de estos creadores ha forjado con los años una filmografía envidiable.

Arthur Brauss interpreta a Joseph Bloch. (Cortesía)
Iván Ríos Gascón
Ciudad de México /

En 1970, Peter Handke publicó El miedo del portero al penalty, la historia de Josef Bloch, un ex guardameta que callejea en Viena sin sentido aparente, sólo el de revisar los resultados de los partidos de la liga, aunque en realidad esa travesía es una catarsis para el irritante fracasado que cavila sobre las desventuras cotidianas. Bloch perdió su puesto en el equipo por fallar ante el disparo desde el manchón penal y también cometió un crimen, hecho que en la novela Handke nubla para el lector pues le sirve de lenitivo a su personaje para aliviar la obsesión más tormentosa: la enloquecedora angustia que comparten en la cancha tirador y portero en el instante de la pena máxima.

Dos años después, Wim Wenders y Handke adaptaron la novela, con Arthur Brauss en el papel de Bloch y Erika Pluhar en el de Gloria, la encargada de la taquilla de un cine, la trágica mujer que ensombrece la conciencia del ex futbolista, y aunque esa no fue, propiamente, la primera incursión de Peter Handke en la realización fílmica, representa el arranque de una constante obra paralela a la literatura y la dramaturgia, y el de su espléndido trabajo junto a Wim Wenders.

Si bien El miedo del portero al penalty ha sido poco vista (el conflicto por los derechos de la banda sonora impidió la proyección durante décadas, hasta que Wenders lo solucionó con pistas alternativas), Handke es más conocido por el guion de Falso movimiento (Wenders, 1975), basado en Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, de J. W. Goethe, y sobre todo por el script de Las alas del deseo (1987), la película más emblemática de Wenders, esa fábula con música de Nick Cave and The Bad Seeds, en la que los ángeles Damiel (Bruno Ganz) y Cassiel (Otto Sander) bajan de las nubes para observar de cerca la existencia terrenal y experimentar en carne propia los dilemas, los sentimientos y la vida espiritual de los mortales.

Dicen que Peter Handke se negó a escribir el guion completo de Las alas del deseo y, en cambio, le dio a Wenders una serie de fragmentos que le fueron más que útiles no sólo para ese filme sino para su posterior ¡Tan lejos y tan cerca! (1993), donde vuelve a aparecer el ángel Cassiel, pero también vale la pena recordar que el argumento sirvió de base para City of Angels (Brad Silberling, 1998), bautizada en español como Un ángel enamorado, la versión hollywoodense con Nicholas Cage y Meg Ryan.

Handke escribió y dirigió la adaptación de su novela La mujer zurda en 1978, el desencuentro de una pareja en un árido ambiente de perplejidad y desamor, donde Bruno (Bruno Ganz) y Marianne (Edith Clever) intentan abandonar el escenario de sus propias vidas para contemplar a la distancia sus fracasos y la desastrosa angustia que les espera, esa inquietud presente en todos sus relatos: en 2016, Wim Wenders cedió a la tentación de filmar Los hermosos días de Aranjuez, pieza originalmente concebida para teatro, en la que Handke pone a conversar a un hombre y una mujer sobre sus embrollos íntimos en una terraza veraniega, y quizá por el recuerdo de su lejana obra maestra, Las alas del deseo, Wenders también cedió a la tentación de incluir en el reparto a Nick Cave para continuar el ciclo de ficciones que se sostienen en la poética visual y existencial de un Handke experto en seres que deambulan entre lo etéreo y lo mundano.

ÁSS

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