Aunque Charles Bukowski ha sido bien traducido a imágenes cinematográficas (Ferreri, Schroeder, Hamer…), resultan tan o más elocuentes algunas transcripciones gráficas de los relatos, poemas y retratos del “indecente” escritor que nació en Alemania en 1920, pero fue trasplantado, madurado y echado a perder en California, donde falleció el 9 de marzo de 1994.
Ternura del perro infernal
Al caricaturista estadunidense Drew Friedman le debemos uno de los retratos mejor ambientados y caracterizados del autor de Erecciones, eyaculaciones y exhibiciones. En el retrato de Friedman, Bukowski posa frente a varios vasos vacíos y ceniceros humeantes. Bukowski podría estar pensando en la trama de un próximo relato o en el contundente verso con el que remataría un poema.
En esta cantina barriobajera donde tienes que pedir al gerente la llave del baño, Bukowski está acompañado por perdedores solitarios como él. La diferencia radica en que Bukowski ha leído y ha escrito maravillosa e incansablemente miles de poemas, cientos de cuentos y seis novelas. Este retrato nos gusta así: en sepia y con humo grisáceo. Como still del cine negro donde, como dice Dostoyevski en Los hermanos Karamazov, “todos somos culpables ante todos de todo”. Sin embargo, donde el ruso hace un acto de contrición, Bukowski despliega presunción.
Charles Bukowski estaba orgulloso de haber creado un universo autorreferencial, hiperrealista y a la vez tierno donde hasta el amor es un perro infernal.
¿Fueron Ben Gazzara, Mickey Rourke o Matt Dillon dignos intérpretes cinematográficos de un Charles Bukowski que al llegar por primera vez borracho a casa, su padre (un alcohólico amargado) le refregó la cara contra su propio vómito? El acné invadió su faz y su acomplejamiento entorpeció la comunicación con las chicas que le gustaban.
La mosca y la araña
Cincuenta años de alcoholismo, frustración literaria y fracaso económico… El éxito apareció finalmente en Europa y enseguida en Estados Unidos. “Las celebridades pedían fotografías junto a Bukowski como si se conocieran de toda la vida”, ha comentado uno de sus biógrafos.
El historietista alemán Matthias Schultheiss ha publicado su versión visual de un puñado de relatos del autor que hizo de Los Ángeles su escenario dilecto. Pero no la ciudad de las estrellas de cine o la del Hollywood Bowl sino la ciudad de los bares de mala muerte, los trabajos infames que sólo dan para pagar cuartos llenos de cucarachas y latas vacías de cerveza. “Los tugurios se llenan, los vertederos se llenan, los manicomios se llenan, los hospitales se llenan, las tumbas se llenan y nada más se llena”, gustaba comentar Bukowski.
En el libro Bukowski / Schultheiss, el hábil historietista alemán da forma fidedigna y grotesca a “Mi madre culona” y “Los asesinos”, entre otros relatos. Sobre entintados, recargados de líneas y planos abarrocados, el lector es atrapado por las viñetas de Bukowski / Schultheiss como una mosca atraída por la tela de una araña.
Una complicidad espontánea
Sin duda, el ilustrador natural de Bukowski fue Robert Crumb, quien desde los años sesenta quedó impactado con los versos descarnados de un autor aún poco conocido.
Crumb y Bukowski se admiraban uno al otro aunque sólo se vieron una o dos veces. “Para mí, Bukowski dice las cosas como hay que decirlas. Creo que para ser un artista o escritor en el mundo moderno hace falta una fuerte dosis de alienación. Si eres muy equilibrado, no tienes nada interesante para decir”. Por su lado, Bukowski comenta: “En la gente que Crumb dibuja hay energía y resplandor. Él es una de las personas más verdaderas que he conocido. Sería para mí un mágico honor que ilustrara algunos de mis ruinosos personajes”.
Y así fue. Entre 1975 y 1984, Crumb ilustró Tráeme tu amor, No funciona el negocio, Bep bop, contra aquel telón, etcétera. Historias donde la pérdida, el ahogo y la grisura encuentran su antídoto en el sexo, el alcohol y otras sustancias que adormecen la angustia y la desesperación.
Por demás autobiográfico, Bukowski se asoma entre los renglones de “Escritos de un viejo indecente” para afirmar que “Un intelectual es el que dice una cosa simple de un modo complicado; un artista es el que dice una cosa complicada de un modo simple".
Hay muchos puntos que identifican a Crumb y a Bukowski. Su temática es marginal. Ambos son extraordinariamente prolíficos (Bukowski escribió más de 60 libros). Hasta las fijaciones sexuales los hermanan. El escritor de Una puta de 120 kilos y el ilustrador de la portada del álbum Cheap Thrills de Janis Joplin las prefieren gordas. Más importante aún es el hecho de que ambos surgieron de la contracultura para convertirse en dos de los creadores indispensables y más influyentes del siglo XX.
Muchos de los poemas y los relatos de Bukowski podrían ser candidatos a ingresar al Olimpo Maldito en el que ya están Las señoritas de Avignon (Picasso) y el verso “Senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié” (Rimbaud). Por ello muchos creadores gráficos de todo el mundo compiten por ilustrar su obra.
Entre los mejores dibujantes de las obras de Bukowski tenemos a Robert Crumb, Matthias Schultheiss y Drew Friedman; encontraron el trazo sucio correspondiente a la letra sórdida del genial borrachín que estaba convencido de que “la vida gira en un eje podrido”.
ÁSS