‘Buñuel en el laberinto de las tortugas’: el laboratorio animado de ‘Los olvidados’

Cine

La cinta del realizador Salvador Simó toma como punto de partida el momento en que el artista español concebía la que terminaría por ser su mejor película.

Fotograma de la cinta de Salvador Simó basada en el cómic de Fermín Solís. (Foto: Sygnatia)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

¿Qué tienen en común Metrópolis, de Lang, El mago de Oz, de Fleming, y Los olvidados, de Buñuel? Son tres de las pocas películas que la UNESCO, considera dignas de ser custodiadas como Memoria del mundo. Los olvidados es famosa en México, claro, pero pocos conocen a su antecesora: Las Hurdes, un falso documental en que Buñuel llevó por primera vez al surrealismo más allá del arte, hasta la esfera de la denuncia social.

El tema viene a cuento pues Buñuel en el laberinto de las tortugas está por ser estrenada. Es una animación española dirigida por Salvador Simó que trata de la filmación de Las Hurdes. La película inicia con una charla de café en que diversos artistas discuten su misión. En este grupo está Buñuel quien, ante la enorme pregunta “¿para qué sirve el cine?”, nos conduce hasta su infancia y nos explica, de modo elegante, aunque relativamente obvio, que el arte se hace con manos que sangran.

Buñuel en el laberinto sigue al maestro tratando de levantar un proyecto después de La edad de oro. Pero las puertas se han cerrado. El papa tiene amenazado a todo aquel que se atreva a ayudar a Buñuel. En una calle, sin embargo, el cineasta encuentra a Maurice Legendre quien, de modo providencial, le regala un libro sobre Las Hurdes, la región más pobre de España. Y Buñuel, afligido por la necesidad de crear ¿qué va a hacer? Pues producir este falso documental, esta película cuyo valor estriba sobre todo en que contiene los símbolos que terminarán por florecer en Los olvidados, por ejemplo, la alusión a los gallinas que tanto odiaba Buñuel.

Ahora bien, la película animada no está al nivel del cómic homónimo en el que se ha basado. De hecho, Simó no sólo agrega escenas explicativas que trabajan en contra del tono onírico del material original; le ha dado, además, un estilo más próximo al anime japonés que al nuevo cómic español. Una lástima pues, con una animación basada en el genial mexicano Luis Buñuel (hay que recordar que se nacionalizó en 1950) uno esperaría un trabajo, al menos digno, de ser comparado con la animación Loving Vincent, de Kobiela y Welchman.

Pero no, los productores y el director de Buñuel en el laberinto de las tortugas prefirieron seguir un tonito más pedagógico que, en efecto, cumple su cometido. Como sea, la película, gracias a su tema, termina por ser fascinante. El conocedor se deleita con los guiños al surrealismo, la descarnada burla hacia Dalí cuando decide no dar dinero a su amigo Buñuel (de quien terminará definitivamente distanciado) y la intensa amistad con el escultor español Ramón Acín; al no conocedor la película también le resulta fascinante, sobre todo porque su máximo acierto consiste en introducir de tanto en tanto secuencias completas de Las Hurdes. En ellas podemos admirar escenas salvajes y encantadoras; como cuando un hombre arranca la cabeza de un gallo, símbolo de todo lo que Buñuel odiaba, la opresión y la pobreza.

Con estos símbolos, que manejaba ya desde 1933, Buñuel se permitió elaborar diversas escenas cumbre en Los olvidados: cuando el ciego se encuentra frente a una gallina negra, cuando "El Jaibo" mata a Julián después de la muerte de un gallo o cuando Pedro mata a tres gallinas blancas. En fin que, independientemente de lo convencional de la animación, Buñuel y el laberinto de las tortugas es una película que hay que ver, pues toma como punto de partida el momento en que el artista maceraba la que terminaría por ser su mejor película y la más importante del cine nacional: Los olvidados.

AQ

LAS MÁS VISTAS