El canto del Camarón

Cine

El documental de Alexis Morante, disponible en Netflix, muestra a un artista que sí le fue fiel al flamenco, pero también, y en mayor medida, a sí mismo.

Camarón de la Isla fue el nombre artístico de José Monje Cruz. (Netflix)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

La historia de España es la historia del cante en Camarón: flamenco y revolución, un documental que se ha vuelto a poner de moda a pesar de haberse estrenado hace más de diez años. Y es que Alexis Morante está dirigiendo otro documental, ahora sobre los Héroes del Silencio que se estrenará en febrero.

Resulta interesante meditar en torno al hecho de que Netflix esté tan interesada en el público latinoamericano. Recientemente, por ejemplo, fue muy criticada su serie Rompan todo, a pesar de la buena factura y del notable esfuerzo por reunir en un solo producto la historia de músicos de todo el continente.

Camarón: flamenco y revolución es una excelente película. Lo es porque introduce a payos y expertos en la originalidad de Camarón de la Isla, una singularidad que estriba en el hecho de haberse mantenido fiel no tanto al flamenco como a sí mismo. Era todo un artista. En los momentos climáticos, Camarón nos invita a reflexionar en torno a la pureza. La pureza del flamenco, para comenzar, este canto que sale de las entrañas y en cuyo lamento se escucha la historia del pueblo gitano, su largo trayecto desde India hasta el Al-Ándalus que en aquellos siglos era parte de un imperio musulmán y cuya música influenció lo que hoy es el cante.

¿Acaso no hay similitudes en el arte de Camarón y el llamado de un imán recitando el libro santo en lo alto del minarete? Pero, además, el cante sabe a la estoica pobreza de la España de los años de 1960 y 1970, cuando Camarón comenzó su carrera y se fue a probar suerte a Madrid. Ahí, la historia de cómo se encontró con el formidable Paco de Lucía nos es contada a través de la voz de Juan Diego, el narrador, quien es junto al cantante, la auténtica estrella del documental. Y es que, además de que Alexis Morante escribió tan bien esta película, ha tenido el buen tino, al dirigirla, de ofrecer al público una voz que es al mismo tiempo contrapunto y complemento de la voz del Camarón.

Juan Diego, el narrador, es un triunfo por el modo en que cuenta la historia en el tono de un cuento para adultos. Con el caló de los gitanos; con el acento y el salero de un hombre que usa la voz para enternecer y hechizar. “Bendita la tierra que nos vio nacer”, canta el Camarón y Juan Diego cuenta la historia de Juana, la madre, la muerte del padre, la pobreza en la niñez y todo aquello que contribuyó a volver desgarradora la voz del cantante de flamenco.

“Era el camarón por blanco, el camarón por rubio”. La historia de este niño de talento improbable se desarrolla en el documental de Morante. Y la historia de España termina por volverse, así, relevante para todos, porque es la historia de un país que ya era mestizo antes de encontrarse con América. Es justamente por eso que la discusión en torno a la pureza del flamenco es pertinente, nos guste o no esta música. Porque también de flamenco estamos hechos. Y de música clásica y pop. Como dice Camarón en este documental. Como la música de él y Paco de Lucía y Tomatito, hombres que, habitados por una suerte de espíritu antiguo, pueden cantar a La Virgen, pero con la fuerza de un chamán.

Hacia el fin de la película, lo inevitable. La muerte que llega. Camarón se está consumiendo, pero no deja de cantar. Y más: en su decadencia física encuentra el clímax espiritual. El hijo de Juana que es ya el más famoso cantante de flamenco en la historia del mundo lamenta desgarrado: “aquí estoy para morir”.


Camarón: Flamenco y revolución está disponible en Netflix.

AQ

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