“La cara oculta”. Esta frase, que refiere al misterio de la Luna y los espejos, ha servido como inspiración al colombiano Andrés Baiz para explorar las relaciones de pareja, los celos y todo aquello que deleita y hace sufrir en el amor erótico. La cara oculta es una de esas joyas que se encuentran navegando por Internet. Al otro lado del espectro está Perdida, remake mexicano de esta película colombiana. Perdida se estrenó recientemente en streaming. Pero, ya que es posible, mejor volver a las fuentes y deleitarnos con la película original del año 2011.
Lo primero que vale la pena comentar de La cara oculta es la historia original. Es un cuento escrito por el cubano Arturo Infante que contiene todos los elementos del terror psicológico. Infante, egresado de la cátedra de guión en la Escuela Internacional de Cine, se ha interesado siempre en historias que recuerdan al romántico alemán Ernst Hoffmann, particularmente El hombre de arena, un cuento que inquietó siempre a Freud. Baiz ha tomado como base la historia de Infante para crear un guión lleno de detalles que no sólo entretienen al espectador. Porque si uno va al fondo de la anécdota, se dará cuenta de que La cara oculta habla del fenómeno amoroso cuando se transforma en ese deseo de autodestrucción del que teoriza Freud en Más allá del principio del placer.
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En nuestras cotidianas batallas amorosas, todos lo hemos vivido. Las cosas parecen marchar, pero surge la duda. Y, ¿qué hacer? ¿Confiar en las excusas del amante? ¿Seguir como si nada? ¿Acaso habrá que poner a prueba al amor? La cara oculta trasciende las apariencias del fenómeno erótico y nos introduce en la psique de una pareja incapaz de ser feliz por más que lo tienen todo. Si bien, la historia es narrada desde dos perspectivas que sirven como contrapunto, la anécdota contada linealmente va así: Adrián es un joven pianista que vive en un departamento español junto con su novia Belén. Ambos son muy felices hasta que un día él recibe la noticia de que ha ganado el concurso para dirigir la Sinfónica de Bogotá durante un año.
Los amantes hacen las maletas y vuelan hasta la capital de Colombia, donde transcurre el grueso de esta historia y donde Baiz sienta las bases para hacer entrar al espectador en la fenomenología del amor y en la psicología de este hombre y esta mujer, sus dudas, su miedo, la incapacidad de entregarse por completo a pesar de que evidentemente se aman, y lo dicho: el deseo de autodestrucción.
En el campo de Colombia los amantes alquilan una casa llena de secretos y que, como sucede en otras películas de terror psicológico, es reflejo material de la relación tortuosa de quienes la habitan. Pero, ¿es esto una película de fantasmas? ¿Es un homenaje al giallo italiano? La respuesta es mucho más compleja.
Durante una secuencia idílica, cierta mujer le pregunta a Adrián que si le gusta la naturaleza. Él lo piensa un poco y responde: “sí, pero no sólo la cara bonita, me interesa lo que hay más allá”. Más allá de la cara bonita de las amantes de Adrián está la verdad. Eso que llaman inconsciente y que a través del arte se puede exorcizar.
Andrés Baiz es un artista que tiene muchos puntos de contacto con François Ozon: la sexualidad y la violencia se exploran en ambos creadores de un modo a la vez profundo y divertido.
La otra cara puede verse en México a través de Fox Play, Claro Video, Movistar Play y otras plataformas de streaming.
SVS