Catherine Deneuve, el tiempo del ángel

La guarida del viento

Los ochenta años de la actriz francesa son gran motivo para recordar su encanto, que va más allá de su belleza física.

Catherine Deneuve en 'Bella de día', 1967. (IMDb)
Alonso Cueto
Ciudad de México /

Lo más notable de Catherine Deneuve, que está cumpliendo los ochenta años, es que nunca tuvo una edad definida. Siempre fue un ángel de piel clara y ojos de ensueño, perdidos en un universo remoto, entregada a su silencio inalcanzable. Esa chica inocente y sentimental, de voz dulce (aunque doblada) de Los paraguas de Cherburgo se convirtió en la solitaria atormentada de Repulsión, en la mujer fatal de La sirena del Mississipi y en la exiliada de Indochina, sin dejar de ser nunca ella misma. Una muestra de la elegancia de una actriz que encendía antorchas de reconocimiento en su frialdad.

Es precisamente por eso que ese ángel de belleza espectral se convirtió en una revelación en Bella de día de Luis Buñuel. La historia de una dama felizmente casada, con aire sofisticado, que encuentra su placer en la prostitución es una premisa extraordinaria que la película desarrolla con minuciosidad. Aún así, en brazos de los hombres más toscos y torvos, Deneuve nunca pierde su aire remoto y enigmático. Luis Buñuel diría de ella: “Es bella como la muerte, seductora como el pecado y fría como la virtud”.

Entre el pecado y la virtud, a veces indistinguibles, su vida estuvo marcada por muchos de los directores y profesionales con los que trabajó. Su relación con Roger Vadim (que fue quien la convenció de teñirse el pelo de rubio), fue seguida por un romance con Truffaut. El rompimiento de esta relación llevó al director francés a un periodo de depresión en un hospital. Se casó con el fotógrafo David Bailey con quien vivió solo unos años. Tiene un hijo llamado Christian de su relación con Vadim y una hija llamada Chiara (también actriz) de su romance con otro ser memorable, Marcello Mastroianni.

Un detalle no menor es que su hermana Françoise Dorléac (ella misma una actriz famosa), fue amante de Truffaut antes que ella. Se afirma que tanto Truffaut como Catherine estaban en realidad enamorados de la misma persona, Francoise. Deneuve escribió un libro sobre su hermana (Ella se llamaba Francoise), en colaboración con el premio Nobel Patrick Modiano. Es allí donde cuenta el impacto que le produjo la muerte de Dorléac en un accidente automovilístico.

Su vida fue una aventura tan famosa y tan secreta como las historias de sus películas. No es casual que un film suyo, El último metro, terminara confundiendo el teatro con la vida. Los actores de ese film están dedicados a su arte, aún en medio de las amenazas de los nazis. Dicho sea de paso, Truffaut ya había escrito sobre su personaje la famosa frase: “Eres tan bella que mirarte me hace sufrir”. Otra frase de Truffaut es una definición de su presencia: “Catherine le añadía ambigüedad a cualquier escena”.

Sabemos solo lo justo de la verdadera Catherine Deneuve, fumadora empedernida (ha dejado el hábito), que hace cuatro años tuvo una isquemia que la llevó al hospital. Ahora se celebra en París una exposición con fotos suyas en la Galería L’Instant y en otros lugares. A los ochenta años sigue siendo la misma. El tiempo no tiene nada que ver con su mirada de ángel.

AQ

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