Bukowski: terror y exceso

Literatura

El 16 de agosto celebramos 100 años del nacimiento de uno de los más corrosivos escritores del siglo XX.

Charles Bukowski en 1980. (Foto: Huntington Library)
Iván Ríos Gascón
Ciudad de México /

Nacido el 16 de agosto de 1920 en Alemania y afincado en Estados Unidos desde los tres años de edad, Charles Bukowski jamás pudo sacudirse la condición de outsider. Como miembro de la clase trabajadora y la migración indeseable, Bukowski fue un apestado en las barriadas angelinas, donde no halló un sitio a su medida sino hasta los nueve o diez años, cuando formó un raro trío de granujas junto con un judío y un chico cuyo brazo derecho era un bloque de yeso que terminaba en un muñón, que se divertían jodiéndole la vida a los más débiles, quizá porque, de algún modo, Bukowski debía descargar la furia cotidiana que le infligía su padre: comenzó a golpearlo desde pequeño y, cuando el escritor cumplió once años, las palizas se hicieron violentamente sistemáticas, al grado que Bukowski pensó seriamente que su padre estaba loco.

El maltrato físico y psicológico quedó plasmado en Ham on Rye (La senda del perdedor), la mejor de sus novelas, cuyo relato concentra los aspectos más conocidos del autor: el pavoroso acné que le dejaría cicatrices en el rostro y todo el cuerpo, el complejo de inferioridad, la introversión, la revelación literaria a través de Tolstói, Turguéniev y Dostoyevski, el retrato costumbrista de Los Ángeles durante la Depresión y la Segunda Guerra Mundial, la soledad, la frustración, la misantropía del marginado y, sobre todo, el vino, el whisky y la cerveza como vías de escape de la ominosa realidad, pues esta era la metáfora con la que se identificaba: “era como una mierda que atraía a las moscas en lugar de una flor que subyugara a las deseadas mariposas y abejas”, aunque esa suerte iba a cambiar. Conforme su obra fue masificándose y ganando fans, Bukowski se convirtió en el polo opuesto de aquel ser invisible y repulsivo que rondaba por los bares y habitaba las pensiones más baratas al estilo de John Fante en los años de Bunker Hill.

Autoexiliado de la sociedad, estudió periodismo pero nunca se graduó y tampoco aspiró a un empleo con cierta dignidad. El ascenso fue difícil. Las revistas literarias publicaban sus textos a cuentagotas, por lo que aquel periodo le sirvió para observar al mundo como un auténtico flâneur: recorrió prostibulos, licorerías, casas de empeño, posadas de mala muerte y bares mugrientos como el Glenview, donde conoció a la que fue, quizá, la mujer más importante de su vida, Jane Cooney Baker, personaje esencial de la novela Factótum.

Violenta, esquiva y cruel, Jane era la compañera perfecta de un granuja. Bebían en un cuartucho aromatizado por incontables cigarrillos, pues la humareda le servía a Hank para escribir sus cuentos y poemas, y a ella para hundirse alegremente en la embriaguez que habría de aniquilarla. Bukowski nunca dejó de lamentar su muerte, a pesar de las mujeres que la reemplazaron: Barbara Frye, Frances Dean, Linda King y Linda Lee Beighle, su última esposa, más las decenas de devotas que iban a Los Ángeles con el único propósito de acostarse con el feo autor de los poemarios Arder en el agua, ahogarse en el fuego o El amor es un perro infernal, una celebridad literaria ambigua porque, como animal de circo, Bukowski marcó al público con el poder de su presencia: recitales, giras, entrevistas y shows escandalosos hicieron de él una respetable figura del autoescarnio y el ridículo. Su vocación de precipicio fue indeleble.

No obstante, a los bajos fondos siempre los llevó en el alma. A pesar de la holgura económica de los últimos años, cuando se compró un BMW “para evadir impuestos”, comenzó a escribir en computadora y a apostar todas las mañanas en el hipódromo, jamás renegó de los guetos angelinos, pues a ellos les debía los placeres y ventajas de la fama: había publicado libros esenciales como Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones; Cartero (la novela más emblemática después de Ham on Rye, ya que aborda las décadas de trabajo en una oficina postal), Mujeres, Música de cañerías, Hollywood, Hijo de Satanás y varios volúmenes de poesía y prosas dispersas pero, principalmente, había establecido contacto con John Fante, su héroe y mentor, para rendirle un último tributo al conseguir que Black Sparrow lo reeditara.

Más allá de su estilo corrosivo y su manía por alborotar a los hipócritas o a los ingenuos, Bukowski fue un tipo reaccionario. No quiso vivir a la deriva ni tocó fondo en la abyección o la indigencia. Pese a su alcoholismo, invariablemente llevaba ropa limpia pero amaba las ciudades cochambrosas porque, como le dijo a Sean Penn en una charla para Interview, “mi idea de vida es donde están los proxenetas negros, donde suena la música, donde las máquinas de discos tocan en los bares, donde las luces están encendidas, ahí es donde hay vida. […] Creo que la degradación, los proxenetas negros y las prostitutas son las flores de la tierra. Creo que en esos tugurios donde pasa esto, hay una gran felicidad. Y terror y espanto también, pero todo eso cuenta cuando entras en un sitio a echar un trago. Es animación, cuando limpias la ciudad la matas”. Bukowski murió el 9 de marzo de 1994.

Frases célebres de Bukowski

Creo que todo debe estar a disposición de todo el mundo; me refiero al LSD, cocaína, codeína, hierba, opio… Nada en la tierra disponible para cualquier persona debe ser confiscado e ilegalizado por otros en posiciones de más poder. Entrevista de John Thomas para LA Free Press (1967).


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Si quieres saber quiénes son tus amigos, haz que te metan en la cárcel. Escritos de un viejo indecente (1969).

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La diferencia entre un valiente y un cobarde, es que un cobarde se lo piensa dos veces antes de saltar a la jaula con un león. El valiente simplemente no sabe lo que es un león. Sólo cree que lo sabe. Escritos de un viejo indecente.

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Tengo dos opciones: permanecer en la oficina de correos y volverme loco o quedarme fuera y jugar a ser escritor y morirme de hambre. He decidido morir de hambre. Cartero (1971).

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Después de todo ¿por qué era necesario amar a un ser humano? Nunca duraba mucho. Había demasiadas diferencias entre cada individuo, y lo que empezaba siendo amor acababa siempre en guerra despiadada. South of No North (1973). 

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La gente no necesita amor, lo que necesita es triunfar en una cosa u otra. Puede ser en el amor, pero no es imprescindible. Factótum (1975).

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Hay en mí algo descontrolado, pienso demasiado en el sexo. Cuando veo una mujer me la imagino siempre en la cama conmigo. Es una manera interesante de matar el tiempo en los aeropuertos. Parece una historia sobre sexo y borracheras, cuando en realidad es un poema sobre el amor y el dolor. Mujeres (1979) 

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Las mujeres, las buenas mujeres, me daban miedo porque a veces querían tu alma, y lo poco que quedaba de la mía, quería conservarlo para mí. Mujeres.

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Ese es el problema de beber, pensaba, mientras me servía un trago. Si algo malo pasa, bebes para intentar olvidar; si pasa algo bueno, bebes para celebrar; y si nada pasa, bebes para hacer que algo pase. Mujeres.

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Emborracharse era bueno. Decidí que siempre me gustaría emborracharme. Aparta lo obvio y tal vez, si lo obvio está suficientemente lejos, no te vuelves obvio para ti mismo. La senda del perdedor (1982).

ÁSS​

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