‘Ciertas mujeres’: el poder del gesto en la gran pantalla

Cine

La directora Kelly Reichardt entrelaza tres relatos de Maile Meloy para contar una historia sobre el espíritu de lo femenino.

Kristen Stewart en 'Ciertas mujeres'. (IFT Films)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

Maile Meloy es conocida en el mundo de la literatura inglesa por su narrativa precisa y esos personajes que transitan por paisajes serenos en el norte de Estados Unidos llenos de una angustia que no termina por estallar. Pero, sobre todo, sus cuentos sorprenden por la precisión con la que describen el interior de sus protagonistas. Siendo estadounidense, era lógico que Meloy fuese adaptada al cine. En 2016 Kelly Reichardt usó tres historias suyas y las entretejió en una suerte de tapiz fílmico que hoy se llama Ciertas mujeres.

Esta película que trata en general del espíritu de lo femenino, consigue traducir las intenciones de Meloy gracias a una destreza que evidencia que el cine es, ante todo, arte visual. La anécdota importa poco: hay una abogada que, impotente, resulta incapaz de defender a su cliente a pesar de que todos reconocen que ha sufrido abuso laboral; hay una mujer que sabe que su marido la engaña y una muchacha indígena que se ha enamorado de su maestra de derecho, pero lo dicho: más que la anécdota, lo importante es el paisaje interior de estas mujeres.

Por otra parte, hacer cine de arte en Estados Unidos es un acto que no debería sorprendernos demasiado. Vale la pena recordar que aquel país produce más cine de autor que todo el resto del mundo junto. Y sus artistas fílmicos sufren más que los otros pues de ellos se espera justamente el cine frívolo al que Hollywood nos ha acostumbrado. Fue por eso, para promover el cine de autor en el país de la frivolidad hollywoodense, que surgió el Festival de Cine de Sundance. Y fue justamente en este festival que consiguió volverse famosa Kelly Reichardt, la directora que en Ciertas mujeres se lanza a adaptar a una de las más prometedoras autoras de su generación.

Resulta indudable que en esta película lo más notable es la adaptación. Tanto que vale la pena trascender el lugar común (según el cual la novela o en este caso el cuento siempre es mejor que la película) y pensar en las estrategias propias de cada medio particular. Los cuentos de Meloy producen un gozo especial a causa de lo sobrio de las descripciones del paisaje y lo amplio del mundo interior de sus protagonistas. Meloy recuerda al lector avezado que el poder del cuento estriba en una historia que culmina con un golpe emocional que, en el caso de las historias de Ciertas mujeres no resulta insólito o extravagante, sino más bien entrañable.

El primer punto en el que Reichardt demuestra su habilidad estriba en que con los protagonistas de estas tres historias ha conseguido crear a un protagonista: esta región del norte de América, un estado que parece apartado del mundo y en el que, precisamente por lo inhóspito de su aspecto, brilla la aparición del amor. En segundo lugar, el arte de Reichardt está en la forma en que ha conseguido traducir las precisas descripciones que hace Meloy del estado interior de sus personajes. La escritora consigue retratos que no carecen de agudeza y que, sin embargo, son lo más difícil de traducir a una adaptación cinematográfica. Reichardt lo hace utilizando el arte de los grandes artistas visuales: esto es, el gesto. Para ello es necesario, claro, combinar con los actores un auténtico complot artístico. Así, Ciertas mujeres traduce a la pantalla, no en palabras sino en gestos, todo aquello que Meloy decía en literatura. Lo saben bien los historiadores de arte: el poder del retrato está en eso que ellos llaman “el gesto”.


Ciertas mujeres puede rentarse en YouTube.

AQ

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