Nicolás Celis es vivo ejemplo de la sabiduría popular, por aquel proverbio indio que reza: “A veces el tren equivocado te lleva al destino correcto”. El Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) rechazó en varias ocasiones su solicitud de ingreso a estudiar Dirección y él, en lugar de tirarse al drama, aprendió en los pasillos de la escuela y con sus alumnos la profesión que lo ha convertido en, quizá, el productor más premiado en el ámbito mundial en la historia del cine mexicano.
Celis (Cuernavaca, 15 de octubre de 1986) ahora se congratula de no haber entrado al CCC y celebra sus relaciones con los directores con los que ha trabajado; incluso, acepta el juego que se le plantea en la entrevista, y dice que, por ejemplo, con Alfonso Cuarón se dio como de Sherlock Holmes y Watson.
A diferencia de la imagen del productor arrogante, abusivo y dictatorial, del tipo Louis B. Mayer que pudo verse en el filme de David Fincher, Mank (2020), Celis atribuye sus éxitos a los directores con los que ha trabajado, entre ellos Alfonso Cuarón y su hijo Jonás Cuarón, Amat Escalante, Tatiana Huezo, Cristina Gallego y Ciro Guerra, con quienes ha ganado nominaciones y numerosos premios en festivales como Cannes, Berlín, Venecia, San Sebastián, Morelia, en los Bafta y los Oscar.
“Sin duda, me tocó una ola de voces importantes en el cine mexicano”, dice con modestia el productor de filmes de ficción como Roma (2018), Pájaros de verano (2018), Desierto (2015), La región salvaje (2016), Heli (2013), Somos lo que hay (2010) y Noche de fuego (2021) o los documentales El lugar más pequeño (2011) y Tempestad (2016). Pero también ha producido películas de jóvenes cineastas como A morir a los desiertos (2017), de Marta Ferrer, sobre el canto cardenche de la Comarca Lagunera.
A pesar de las prisas de su profesión, Celis acepta conversar unos minutos con MILENIO, justo momentos después de enterarse que la primera película de ficción de Huezo, Noche de fuego, estrenada en Cannes con mención honorífica en la sección Una cierta mirada y con ovaciones y aplausos durante 10 minutos, acababa de ser nominada el 14 de diciembre a un premio más, a Mejor Película Internacional en la 37 edición de los Independent Spirit Awards 2022, antesala a las nominaciones a los Oscar, en la que figura en la shortlist.
La cinta, protagonizada por Marya Membreño, Ana Cristina Ordóñez y Mayra Batalla, adaptación de la novela de Jennifer Clement Prayers for the Stolen (Ladydi), fue seleccionada por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) para buscar la nominación al Oscar a Mejor Película Internacional en 2022, premio que ya ganó Celis con Cuarón por Roma. El productor es miembro de la AMACC y de la Academy of Motion Picture Arts and Sciences, que otorga los Oscar.
—¿Cómo se siente con esta nueva nominación, ahora por parte de la ONG Film Independent?
Estoy muy muy contento. No he podido hablar con Tatiana todavía porque está en su locación, sin señal desde hace casi dos semanas. Quería compartirlo con ella, estoy tratando de mandarle mensajitos, a ver si llegan. Todo el equipo está muy contento, llega en muy buen momento la nominación a los Independent Spirit Awards, que se entregan en Santa Mónica, California el próximo 6 de marzo de 2022, porque la película se está preparando para el próximo año. Nosotros estamos haciendo todo lo posible para que Noche de fuego llegue lo más lejos.
—Pues esos premios ya son la antesala para los Oscar.
Correcto. Los Independent Spirit Awards son muy prestigiosos en Estados Unidos, son unos de los premios que están en esta temporada en que están también los Oscares. Y el hecho de que la película esté dando tanto de qué hablar es bastante importante ya.
—En esta fructífera relación con Tatiana Huezo ¿cómo se encontraron?
Llevamos 11 años trabajando desde su primer documental y mi primer documental, El lugar más pequeño. Empezamos juntos. Después hicimos Tempestad. Y ahora nuestra primera ficción juntos con Noche de fuego. Es un año muy interesante de cine internacional, muy importante. Se confirma que sigue tomando fuerza el cine mexicano y el internacional. Yo estoy súper feliz de haber sido contrincante en México de varias de las películas que me gustaron mucho. Ahora, dentro de las producciones de cine nacional, ya no se habla de que a lo mejor cada cinco años hay una película que sea una gran contendiente, sino de cada año hay dos o tres muy fuertes. Y eso me da muchísimo gusto.
—Me parece que no hay otro productor que haya recibido tantos premios y nominaciones nacionales e internacionales en el cine mexicano. ¿Dónde pone tantos premios?
¿La verdad? No lo hacemos por los premios, pero no te puedo negar que me da muchísimo gusto que se celebre las películas y que sí lleguen los premios. Al final, es una industria. Y yo que empecé de cero hace casi 15 años, sin vínculo familiar en cine, sin mayor conocimiento de la industria, el hecho de recibir un premio, un reconocimiento, sea pequeño o grande, es un gran incentivo de seguir empujando y empujando y empujando. En estos últimos cinco años ha sucedido la parte más importante a nivel de posicionamiento con Roma, con Pájaros de verano, con Tempestad, con las películas de Amat Escalante. Sin duda me tocó una muy buena ola de muchas voces importantes en el cine mexicano. Cuando empecé, justo algo que ayudó mucho fue el estímulo fiscal, el Eficine, que le dio muchas voces a nuevos directores. Y yo me considero dentro de esta nueva ola, en la que salieron no solamente directores, sino productores, fotógrafos, que siento que es algo que hay que reconocer.
—¿Dónde deben ponerse tantos premios: en la cabeza o en el corazón?
A mí, en el corazón, la verdad. Sí hay algo que he reconocido que afortunadamente me ha pasado, y me lo dijo mi papá hace muchos años, cuando apenas empezaba a hacer cortos. Me dijo que soñara muy alto, pero siempre con los pies en la tierra. Sí soy un gran soñador, pero también hay una parte de darle el peso a las cosas. Por ejemplo, yo sé que, en el caso de Noche de fuego, que ahorita está dando de qué hablar, que se está posicionando mucho, eso no define ni a la película ni nada; eso es algo que nos ayuda a nosotros profesionalmente y que aprecio muchísimo, pero no es el motor de los proyectos, porque si no, nunca habríamos logrado hacer lo que ya hemos hecho.
—Se cuentan historias como la de André Gide, que rechazó el manuscrito de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust. A usted lo rechazó varias veces el CCC. ¿Cómo se siente ahora que trabaja con el CCC, que incluso da clases de cine en esa escuela e internacionalmente, después de esos rechazos y en la posición en la que se encuentra ahora como productor multipremiado?
Pues, por un lado, estoy muy contento de no haber entrado, porque siento que si hubiera entrado —estaba tan joven y no sabía la diversidad de la industria, digamos—, yo habría entrado a Dirección, porque yo apliqué pensando que solo podía ser director o fotógrafo, pero nunca pensé que se pudiera ser productor, no tenía el radar, y siento que hubiera aplicado a Dirección. Y, a lo mejor, me habría dado de topes, porque hasta la fecha no tengo planes de dirigir ni nada de eso, estoy muy contento con la producción. Y, por otro lado, en la escuela, ahí me hice en los pasillos, tuve como esta fortuna de hacer los cortos de los estudiantes, y todo. No me tiré al llanto, ni a ver por qué no me había quedado; me puse a trabajar. Y tengo una gran relación con el CCC, porque siento que para muchas personas es el mejor camino. Para mí, como productor, siento que en ese entonces no había todo lo que ya hay ahorita en el CCC, incluso ya hay un curso de producción, que antes no existía. Yo siento que las cosas pasan por algo, Y, ¿la verdad? la mayor admiración a la escuela, muchos de los directores y fotógrafos son de ahí, amigos más cercanos. Son esas cosas locas que pasan en la vida, que te llevan a preguntar qué pasaría si hubiera entrado, o por qué lo dejamos ir. Pienso que las cosas se acomodan solitas, la verdad.
—Ha producido y colaborado con varios de los más importantes directores del cine mexicano actual. Si definiera su relación con ellos a partir de una pareja del cine, tipo Batman y Robin, etcétera, ¿cómo sería, por ejemplo, con Tatiana Huezo, Alfonso Cuarón o Amat Escalante?
Con Tatiana ha sido muy padre. No tengo el ejemplo del tipo de esas parejas que mencionas, pero yo empecé cuando ella ya tenía mucha cancha en la industria, El lugar más pequeño era su primer documental pero yo apenas había hecho mi primer película de ficción, Somos lo que hay, y nunca había hecho documentales. Y ella me trajo a bordo y me cuidó y me acompañó durante este viaje, porque era más grande, ya había trabajado muchísimo. Luego vino en medio Tempestad. Después, yo siento que con Noche de fuego ahora pude devolver un poco también mi aprendizaje en ficción. Ya había hecho Roma y otras películas, y para ella era su primera ficción. Entonces, hubo como un círculo muy bonito como de equipo en ese sentido, de ser pareja la relación y desde otro lugar.
Con Alfonso Cuarón, fue como hacer licenciatura, maestría y doctorado. Siento que fui un gran aliado, apasionado, alguien que de cierta forma tenía menos experiencia, menos vida en este planeta. Y, a mí, Cuarón me subió a bordo como un gran mentor. Ahí sí podría decir que fue una relación como de Sherlock Holmes y Watson. Tanto Gaby (Rodríguez), mi coproductora, y yo, fuimos esas figuras.
Y con Amat Escalante, la verdad, ha sido una relación ya duradera. Llevo dos películas con él, y siento que ha sido muy generoso, en el sentido de plantearse hacer películas muy distintas de lo que se venía haciendo de años atrás. Y que también tiene una visión que yo admiro mucho, que yo no venía de ese tipo aún, un cine autoral tan claro como el de él y que también me subió a su espalda y me llevó.
—¿Ahora está produciendo una nueva película con Amat Escalante?
Estamos desarrollando con él y con Jonás Cuarón. Ojalá con todos los directores con los que he trabajado pueda darle continuidad.
AQ