Debussy, un genio rebelde

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En El mundo de Debussy, Rogert Nichols retrata de cuerpo entero a uno de los compositores más influyentes en la transición del siglo XIX al XX.

Claude Debussy, compositor impresionista de finales del siglo XIX y principios del XX. (Especial)
Andrea Serdio
Ciudad de México /

El mundo de Debussy, de Roger Nichols, publicado por Adriana Hidalgo editora, recoge testimonios de colegas y amigos del autor de Preludio a la siesta de un fauno que lo retratan de cuerpo entero y siguen sus pasos a partir de su juventud y hasta su muerte, ocurrida el 25 de marzo de 1918, a los 55 años.

Debussy nació el 22 de agosto de 1862 en la periferia de París; desde niño, su madre lo aficionó a la ópera y fomentó su vocación por la música.

A los nueve años comenzó a estudiar piano, a los diez ingresó al Conservatorio de París y a los dieciocho se matriculó en la clase de composición, en la que muy pronto se rebeló contra las normas establecidas.

Para los especialistas, Debussy cambió el rumbo de la música en el siglo XX. Como Ravel, fue figura clave de la música impresionista. Fue, también, el heterodoxo que en 1884 ganó el Premio Roma con la cantata El hijo pródigo, lo que le permitió viajar a la capital italiana para dedicarse a componer.

En la Villa Médicis de Roma, Debussy pasó el tiempo leyendo.

Se abismó en la poesía de Verlaine, Baudelaire, Rossetti y Mallarmé, cuyo salón literario frecuentaría años después y en donde, con Mallarmé y el pintor Odilon Redon, exploraría nuevas posibilidades en el universo del arte, en el que se mezclaban diferentes disciplinas.

El mundo de Debussy es un libro lleno de anécdotas que perfilan al genio que descubrió un nuevo lenguaje musical, capaz de rechazar una cena organizada por Proust en su honor con artistas e intelectuales porque prefería reunirse con sus amigos en un café apacible para pasar el tiempo y conversar.

El libro habla de los procedimientos, en ocasiones poco aceptables, de Debussy para lograr sus propósitos, pero también de su ilimitado amor por la música.

En su época de mayor pobreza se negó a darle clases de piano a un niño rico, porque no tenía talento. Y para lograr que Maeterlinck le permitiera adaptar su poema Pelléas et Melisande, le prometió a la amante de éste el papel protagónico, consciente de que jamás cumpliría su palabra.

El autor de Claro de luna, con su mal genio, fue un hombre querido, con amigos como Satie, Colette, Stravinsky, Mallarmé.

Fue asimismo un hombre proclive a los amores. Tuvo varias amantes y se casó dos veces, la primera con Rosalie Texier y la segunda con Emma Bordac, con quien tuvo a su única hija.

En 1965 Ken Russel filmó The Debussy Film, para la BBC de Londres, un homenaje que viaja a través del tiempo, que del siglo XIX se traslada a los años sesenta del siglo XX para presentarnos al genial compositor que, víctima del cáncer, murió en su mejor momento.

El mundo de Debussy es una investigación rigurosa y entretenida sobre un artista aristocrático que no creía en Dios y despreciaba las convenciones burguesas.

Un compositor cuya música, tan llena de matices, está presente en numerosas películas, entre ellas Fantasía, de Walt Disney, Ocean’s Eleven, de Steven Soderbergh, Toro salvaje, de Martin Scorsese, y Flashdance, de Adrian Lyne.

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