Colm Tóibín (Enniscorthy, 1955) es uno de los más reconocidos escritores irlandeses de nuestro tiempo, ganador del Forster Award en 1995, de la Medalla Bodley en 2022 y del Prix Femina en 2024 por el conjunto de su obra —traducida a más de treinta idiomas— en la que destacan The Master. Retrato del novelista adulto, El testamento de María y Brooklyn (2016), novela llevada al cine por John Crowley, ganadora del Premio Costa Book y mejor libro del año según The Guardian y The Observer.
El también periodista nunca pensó en escribir la secuela de su best seller Brooklyn (2009), pero llegó la pandemia de covid-19 y todo cambió en su vida.
Durante la reciente edición del Hay Festival en Cartagena de Indias, en el lujoso hotel Santa Clara, después de saludar a su amigo Salman Rushdie, el autor concede una entrevista para hablar, entre otras cosas, de Long Island (Lumen), continuación de Brooklyn, cuya historia transcurre veinte años después. En esta, Eilis Lacey es una chica de familia humilde que no encuentra trabajo en su pequeño pueblo del sur de Irlanda, de modo que, cuando surge una oportunidad en Estados Unidos, no duda en aprovecharla. Eilis irá abriéndose paso en el Brooklyn de los años cincuenta y, sobrellevando a su manera la nostalgia y los rigores del exilio, encontrará incluso un primer amor y, con ello, la promesa de una nueva vida.
¿Por qué escribir una secuela de Brooklyn?
Al principio no quería hacerlo y tengo que admitir que nunca alguien me dijo que tenía que escribir una segunda parte, ni la editorial, ni mis amigos, pero entonces, al principio de la pandemia, yo estaba en Los Ángeles con días muy largos, sin posibilidad de salir de la casa, y comencé a escribir poesía y a pensar en una nueva novela.
¿Cómo nace la trama?
Un día, no entiendo cómo o por qué, aparece la imagen de Eilis Lacey (protagonista de Brooklyn), que dejó su pueblo irlandés para iniciar una nueva vida en Estados Unidos. La veo a ella en su casa y de pronto tocan a su puerta y se enfrenta a un secreto que cambiará todo; ahí supe que tenía una historia.
Decidí que podría justificarme a mí mismo en esta idea de escribir una segunda parte: han pasado veinte años desde que Eilis se casó con Tony Fiorello y abandonó Brooklyn para mudarse a Long Island. Ahí nacieron sus hijos, Rosella y Larry, y durante estos años ha vivido en aparente armonía, hasta que un hombre con acento irlandés aparece en la puerta de su casa. Eilis se sentirá lejos de su Irlanda natal y decide regresar a Enniscorthy, a un mundo que creía haber dejado atrás.
¿Qué lo lleva a cambiarle tan radicalmente la vida?
La protagonista lleva una vida sin chiste ni incidentes, y es muy difícil sacar una novela, un drama, de esos momentos de felicidad o de normalidad. De hecho, lo que yo escribo normalmente es muy tranquilo; a veces no pasa nada, hay mucha sombra, digamos, en vez de sol. Pero 25 años después tienes que romper la paz, romper con todo y hacer algo completamente diferente.
¿Volver a los personajes de Brooklyn significó un reto?
Al principio, las editoriales te dicen: “Mira, finalmente podemos tener un libro tuyo que podemos vender” (risas). Pero el problema es que si tú lo haces con cinismo o lo haces mal, entonces la gente dirá: “Este tipo debe necesitar dinero”, y lo entiendo, no se puede imaginar otro Cien años de soledad, ¿sabes? Todo el mundo diría: “Por favor, no”.
Oprah Winfrey seleccionó su novela para su club de lectura y fue considerado el mejor libro irlandés del 2024.
Long Island ha salido bastante bien y algo importante para mí era que la forma de la novela fuera totalmente diferente a la de Brooklyn, que es mucho más tranquila; esta tiene más ritmo y, digamos, suspenso porque a ella le gusta escarbar en la familia, en el ser humano, en el interior, y lo que estoy buscando es una novela sobre dos países.
Cambiando de tema, usted estará dentro de la delegación de Barcelona en la próxima edición de la FIL de Guadalajara.
Me dijeron que si podía ir, pero como catalán, y entonces voy como catalán, como chico de Barcelona, no en plan de irlandés, y voy a presentar el libro Homenatge a Barcelona que escribí en los años ochenta; los catalanes lo van a reeditar. Serán dos ediciones, una en catalán y otra en español.
¿Cómo surge su relación con Barcelona?
En 1975 yo tenía 20 años, toda la gente en Barcelona quería aprender el inglés y entonces era facilísimo encontrar trabajo como profesor. Fue una experiencia muy interesante porque llegué en septiembre y Franco se murió en noviembre. Fueron tres años de juerga, pero de movimientos políticos muy interesantes.
¿Qué le llamó la atención de la ciudad?
Al principio, yo quería saber dónde vivía Picasso. Él vivía en Barcelona con su familia, lo mismo que Miró. Me interesaba saber qué había pasado durante la guerra civil en esa ciudad… El barrio gótico, las iglesias, todo eso me llamaba la atención y en Homenatge hablo precisamente sobre las cosas que me interesaban, así que, bueno, iré a tu país como catalán.
AQ