Como Sócrates, Epicteto no dejó obra escrita; pero siguiendo el ejemplo de Platón con las enseñanzas del sabio ateniense, su discípulo Flavio Arriano se encargó de reunir y difundir el pensamiento del filósofo estoico en dos libros: Disertaciones y Manual, este último, con el título de Manual de vida, ha sido reeditado recientemente por el sello Taurus en su colección “Great ideas” con una “adaptación” de la traducción del sacerdote valenciano José Ortiz y Sanz (1739-1822), uno de los grandes estudiosos españoles de la antigüedad clásica.
En la contraportada del libro, de apenas 88 páginas, se lee: “¿Cómo podemos ser felices y libres a pesar de las vicisitudes de la vida? En esta obra maestra […] Epicteto nos invita a centrarnos en controlar solo lo que dependa de nosotros y aceptar lo que venga de fuera”.
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Seguidor de Sócrates y Diógenes de Sinope, sus inalcanzables modelos, Epicteto tuvo a la ética en el centro de sus reflexiones, predicando el autoconocimiento y el raciocinio, rechazando una y otra vez la crítica de los otros cuando en nuestras manos está la decisión de abandonarlos o acompañarlos en sus palabras. Las siguientes son algunas de las enseñanzas del filósofo contenidas en este libro que en muchos aspectos resulta de absoluta actualidad.
“De las cosas, unas están en nuestro arbitrio y otras no. Están en nuestro arbitrio la opinión, el apetito, el deseo, la aversión: en resumen, todas nuestras acciones. No están en nuestro arbitrio el cuerpo, la riqueza, la gloria, el poder de dirigir: en resumen, todo cuando no son nuestras acciones”.
“Las cosas que están en nuestro arbitrio son por naturaleza libres, no pueden impedirse ni prohibirse. Las que no están en nuestro arbitrio son débiles, esclavas, están sujetas a impedimentos, no son ajenas”.
“Acuérdate que no es quien injuria o hiere el autor de la ofensa, sino la opinión del que considera estas cosas ofensivas. Cuando alguno, pues, te irrite, has de saber que solo es tu juicio el que se irrita, y debes cuidar mucho de no dejarte arrastrar por él, pues, si logras alguna desatención o calma, más fácilmente serás dueño de ti”.
“Fija para ti mismo una fórmula o modelo que mantengas, ya estés solo o acompañado de otros”.
“Evita, si puedes del todo, el juramento. Si no puedes evitarlo en todo, evítalo en lo que puedas”.
“En las conversaciones familiares abstente de narras prolijamente y reiterar tus hechos y peligros, pues, aunque tú gustes de referir tus hazañas y sucesos, a los otros no les será muy grato oírlos”.
“Cuando alguien te maltrate de obra o palabra, piensa que ese pensó que debía hacer y hablar así porque se creía con derecho, y que no era factible que siguiera tu dictamen, sino el suyo. Si te juzgó mal, se hizo el daño al haber sido objeto del engaño. Porque, si uno juzga a partir de las falsas apariencias, no es el juicio lo que se daña, solo lo es el hombre que se engañó por no discernirlas”.
“Ten siempre a la vista la muerte, el destierro y demás cosas que se tienen por adversas, pero sobre todo la muerte. Así nunca tendrás en tu ánimo ninguna bajeza, ni anhelarás desmedidamente cosa alguna”.
En su ensayo “Epicteto: hacia una espiritualidad alternativa”, el sociólogo Augusto Isla dice: “Las lecciones de Epicteto nos recuerdan en estas horas de la modernidad, tan contaminadas del apego a los bienes materiales y, a la vez, tan vacías, que hay otra senda para ser hombres, para vivir y morir con dignidad”.
Manual de vida puede tomarse como un verdadero tratado de superación personal, una obra que nos invita a abandonar la esclavitud de las pasiones y los deseos para encaminar nuestros pasos hacia la búsqueda de la libertad que solo encontraremos dentro de nosotros mismos.
AQ