En 'Todos lo saben', todos son sospechosos

Cine

Con un elenco de lujo, el director Asghar Farhadi entrega una historia de crimen y drama construida de forma entretenida y profunda.

Penélope Cruz y Javier Bardem protagonizan 'Todos lo saben'. (Morena Films)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

A pesar de que tarda en comenzar, la película Todos lo saben es como uno de esos coches antiguos que comienzan a andar y no se detienen. Al principio, el director Asghar Farhadi se da su tiempo para plantear la estructura de una de esas familias españolas grandes, de pueblo y sospechosamente perfectas. Pero la perfección está por estallar. Es necesario, sin embargo, detenerse en la felicidad de tarjeta postal, en el viñedo que trabaja Paco, interpretado por Javier Bardem.

El primer atractivo en esta película es el magnífico reparto. No todos los días se reúnen en una obra de Irán, filmada en España, Bardem, Penélope Cruz, Eduard Fernández y el argentino Ricardo Darín, cuya irrupción en pantalla tiene el encanto de las grandes películas. Todos lo saben es una buena película mestiza: conjuga lo mejor del cine iraní con lo mejor del cine español. Del primero tiene el ritmo lento, la presentación de los personajes, la profundidad en su psicología. Del segundo tiene el brillo de los actores, la fotografía exquisita, la crítica social.

Comencemos por la psicología. Todos lo saben es la historia de un secuestro. Y por la forma como se da el plagio, todos parecen sospechosos. De hecho, lo son. En este sentido recuerda a la serie Twin Peaks de David Lynch. El aspecto apacible del pueblito español termina por esfumarse cuando aparecen los monstruos campiranos: el viejo borracho, la historia de amor prohibido, la familia disfuncional.

Conforme la investigación del crimen va teniendo lugar, la psicología de los protagonistas se revela cada vez más compleja. En cada golpe de teatro del director y guionista entendemos por qué sus criaturas se portan como se portan. Finalmente, con la aparición de Darín, Farhadi puede ya construir una fábula de tipo moral. Todos sus personajes están servidos y comienzan a moverse como en una buena partida de ajedrez.

Las piezas del drama están ahí para conquistar el interés del público y ofrecerle el comentario social, una paráfrasis a la altura de Chéjov o Dostoievski. Del primero, Farhadi parece haber tomado a la burguesía decadente que mira cómo la crisis económica llega hasta las tierras en que, en lugar de cerezos, crece la vid. Del segundo, el iraní ha tomado el odio, la ambición y la religiosidad de Alexis Karamazov. En efecto, Darín resulta ser el equivalente argentino de este Karamazov medio santo y medio bobo. Escandaliza a los personajes banales con su fe, su incapacidad para decir mentiras y su aparente pasividad. Hay también algo de Tarkovski en este filme, de modo que, quien no guste de las escenas lentas y los discursos largos, no debería perder el tiempo tratando de disfrutar Todos lo saben.

Asghar Farhadi siempre ha sabido construir historias entretenidas y profundas. En 2013, dirigió El pasado, la historia de una mujer que llega a París para formalizar un divorcio. Se encuentra ahí con su pasado: cierto amor que quedó levitando en el tiempo. Algo similar sucede con el amor de los personajes que interpretan, en Todos lo saben, Penélope Cruz y Javier Bardem. Es un amor nostálgico, peligroso, de esos que encelan a las parejas y que, sin embargo, no pudo ser. 

En 2016, Farhadi escribió y dirigió El cliente. En ambas películas hay escenas de gran cine. Aquí también. Como cuando Javier Bardem revela el gran secreto. Lo hace mirándose en un espejo que refleja a otro espejo en clara metáfora de las muchas verdades que juegan en esta exquisita película de España e Irán.

ÁSS


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